A un año de la muerte de José Francisco Páez, el “Petizo”

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«Al compañero y amigo»

El 27 de setiembre se cumple un año del fallecimiento de José Páez, dirigente del Cordobazo y el clasismo cordobés de los ’70.

El «Petiso» Páez fue un dirigente obrero que supo ganarse el respeto de sus compañeros y de la juventud combativa; así como el odio irreconciliable de las patronales y los gobiernos y burócratas sirvientes de sus intereses en las décadas de los 60 y los 70. Tanto en esta Córdoba que alumbró el Cordobazo y el Viborazo, que hirieron de muerte al Onganiato abriendo en todo el país el camino para recuperar la democracia en las elecciones de marzo de 1973. Dado lo rica y multifacética que fue la vida y actividad revolucionaria del «Petiso», de manera apretada través de algunos hechos acercaré algunos de los recuerdos que me han acompañado durante mi vida. El primer contacto que nos impactaría a César Robles y demás compañeros de la pequeña Regional Córdoba del PST fue la ocupación con rehenes de las plantas de Fiat Concord y Materfer a principios de los 70. Fue una acción llena de dramatismo y heroicidad del destacamento más avanzado del proletariado cordobés. El vuelco masivo de la gendarmería, la policía y el vuelo permanente de los helicópteros, la amenaza a través de los medios hacían pensar en la inminencia de una sangrienta represión. Desde el otro lado del alambrado, junto a compañeros de otras fábricas, estudiantes, familiares y vecinos de Ferreira fuimos a brindar nuestra solidaridad y poner el cuerpo a los represores.
Fue allí donde recibí, la mayor lección práctica de democracia obrera. La mayoría de las Directivas de los Sindicatos se inclinaba por el desalojo las plantas ante la inminencia del ataque.
El «Petiso», en minoría, se oponía. Pensaba que si no se aflojaba se triunfaría. Los integrantes de las Directivas, decidieron que se llevarán las dos posiciones a la Asamblea General. Que fuera la base la que decidiera.
Ganó la que era sostenida por el «Petiso». Las fuerzas represivas dieron marcha atrás y se ganó. El Sitrac -Sitram, se transformó en el referente indiscutido de la vanguardia obrera del país. El prestigio del «Petiso» creció inmensamente.
El «Petiso» fue parte de una camada de dirigentes obreros clasistas y que se abrieron paso hacia la independencia política de la clase por primera vez en treinta años de pleno dominio de la burocracia sindical peronista. Esa camada – que revestía distintas expresiones políticas- estaba integrada por Tosco, Jaime, Salamanca, el Sitrac-Sitram, Bazán, Piccinini, Melitón Vázquez y centenares (quizá miles) de delegados obreros de base en todo el país. Finalmente no alcanzó a organizarse nacionalmente y luego fue diezmada por la represión isabelista y de la dictadura genocida. Hubo que esperar casi 25 años para que volviera a aparecer otra camada, más embrionaria, independiente de la burguesía en la actualidad (como en el subte, el FFCC., telefónicos, estatales, docentes, médicos y en el movimiento piquetero). Creemos que, de alguna manera, es heredera de los genes político-sindicales del «Petiso» y de la de tantos otros compañeros del clasismo setentista
Luego de ese triunfo del Sitrac – Sitram, al Petiso trataron de ganarlo distintas organizaciones. Recuerdo los esfuerzos que hizo Robi Santucho para incorporarlo al ERP ofreciéndole rango de comandante.
Sin embargo, el «Petiso», que lo respetaba mucho, no aceptó. Es que siempre creyó que su puesto de lucha estaba junto a los trabajadores. Era a ellos donde llevaba sus posiciones y era en las Asambleas donde pensaba que debían volcarse las opiniones acatando la votación de la mayoría. Creía que el ejercicio pleno de la democracia obrera era una herramienta imprescindible para alcanzar el triunfo en las luchas y combatir la burocratización sindical y política.
Al ser derrotado el Sitrac – Sitram por la rosca gobierno – patronal – burocracia fue despedido. Lanusse lanzó el Gran Acuerdo Nacional preparando el retiro de la Dictadura por la vía electoral que culminaría el 11 de marzo de 1973. El olfateó que había que dar respuesta, también, en ese terreno a la dictadura, a Perón, el peronismo y demás partidos burgueses Que la política, de «Ni Golpe ni Elección, Revolución», que él y la Dirección del Sitrac – Sitram habían popularizado no daba respuesta.
Recuerdo que en la segunda mitad de 1972, un día se bajó de su inseparable Gilera y golpeó el portón del viejo local del PST de la calle Humberto Primo y Avellaneda. Nos sorprendimos. César Robles y otros compañeros lo atendimos. Venía con esa mezcla de curiosidad, desconfianza y picardía qué le era tan propia para saber que era el Polo Obrero y Socialista, del «No vote Patrones, Militares ni Burócratas, Vote Trabajadores», que levantada por el PST.
Nos dijo que los compañeros de su fábrica y otros gremios o sus vecinos le preguntaban que hacer frente a las elecciones. Que él no tenía respuesta. Que le había llamado la atención nuestra propuesta. No veía que se viniera la revolución y si las elecciones y que no se podía decir «gracias no fumo». Que venía a escucharnos.
Pronto coincidió con nuestra posición. César le propuso un reportaje en Avanzada Socialista, para que diera su opinión.
Cuando se publicó pedimos una cantidad extra de periódicos para repartir. Silvia, Liliana y Raúl lo llevaron al Comedor Universitario donde casi todos los mediodías, había Asambleas agitando el reportaje a Páez. Ese día las corrientes abstencionistas y guerrilleras que vivían criticándonos de electoralistas y reformistas compraron el periódico hasta agotarlo. Quedaron impactadas por la posición que había tomado uno de los dirigentes clasistas más respetado. Fue un acontecimiento que sacudió a la vanguardia obrera y estudiantil cordobesa y repercutió en todo el país dado el rol referencial del Petiso. Así, daba un paso trascendente: la lucha por la independencia política de clase, que nunca abandonó durante su vida.
Su decisión fue fundamental para ganar a las listas del PST en las elecciones de marzo de 1973, a destacados dirigentes del Sitrac – Sitram: Suffi, Bizzi, el viejo Pedro Milesi su ideólogo y a decenas de delegados y activistas de Fiat. La fórmula a la Gobernación la integró con Marita Gónzalez, docente y militante del PST. Esa intervención electoral nos ayudó a dar un gran salto en la construcción partidaria regional ganando a destacados activistas y dirigentes gremiales algunos aquí presentes como …
En un plano superior repetiría esa actuación postulándose a vicepresidente junto a Juan Carlos Coral en la fórmula del PST, que enfrentó las candidaturas de Perón – Isabel, Balbín – Gamond y otras, en setiembre de 1973.
A fines de 1975, al regresar a Córdoba a visitar a sus hijos y su ex – compañera, fue apresado y puesto a disposición del Poder Ejecutivo isabelista. Su conducta insobornable al servicio de la clase obrera y su partido lo hacían una presa apetecida. Junto con el compañero Matosas fueron los compañeros del PST que más tiempo estuvieron presos. Durante casi ocho años, incluída la mayor parte de la dictadura genocida, soportaron golpizas, torturas.
Para él la cárcel siguió siendo una trinchera de resistencia. Nora, que era la responsable de su atención política, tal vez, sea quien mejor pueda contar de su entereza. Su actitud fue reconocida por sus compañeros de prisión fueran del grupo político o guerrillero que fueran. Siempre fue un sostén anímico decisivo y solidario en las condiciones tremendas vividas.
Hizo los mayores esfuerzos desde detrás de las rejas por seguir la situación política nacional e internacional, la marcha del partido. Para quienes militamos en esas tremendas condiciones, cada carta suya era esperada con ansiedad, Sabíamos que recibiríamos su aliento y opinión para seguir la lucha.
Páez, también, fue un revolucionario internacionalista y antiimperialista consecuente. En el año 1974 fue al exterior a defender las posiciones morenistas en el Precongreso de la IV Internacional, lo que considerándo un gran aprendizaje.
Su carácter antiimperialista irreductible, se expresó durante la Guerra de las Malvinas. En el asado que se le hizo junto a Matosas, con motivo de su liberación, comunicaron a los compañeros presentes que habían decidido, enrolarse para combatir a los gurkas y los imperialistas ingleses.
La muerte lo sorprendió, sin pertenencia a ninguna estructura partidaria luego de una larga militancia dirigente en el MAS, en el MST y en Autodeterminación y Libertad. No se sentía interpretado por ninguna. Pero nunca se sintió ajeno de las luchas de los trabajadores contra el imperialismo, la patronal y del combate a la burocracia sindical. Se había asentado en Córdoba impulsando junto a Luis Bazán y otros compañeros la Casa de los Trabajadores.
En el último tiempo, convocado por agrupaciones surgidas del viejo tronco del MAS o por activistas asistía a sus reuniones o daba charlas. Sin ningún sectarismo transmitía su experiencia, reflexiones y consejos a las nuevas y viejas generaciones de activistas o militantes.
Aspiraba a que se diera una recomposición en la perspectiva de construir una alternativa obrera, antiimpe-rialista y socialista que ayudara a derrumbar este sistema de explotación y opresión con rasgos crecientes de barbarie.
El Petiso todo lo vivió con intensa pasión y entrega. Nunca se olvidó de su padre, sus hijos, nietos y bisnietos y durante los últimos dieciocho años de su vida compartió a pleno su vida junto a su compañera Mabel, en quien sentía su sostén en las buenas y las malas.
El Petiso como auténtico revolucionario siempre fue un rebelde y odió la obsecuencia ante quien fuera: la patronal, la burocracia, el mismísimo Comité Central o el máximo dirigente partidario de turno. Exigía ser convencido de la justeza de una línea. Cuando se convencía de su corrección, se jugaba entero por su concreción
Pienso que ello se debía a la grandeza de los objetivos que se planteó en este período histórico de transición de la humanidad que vivimos.
Viene a mi memoria una frase de un revolucionario ruso escrita a manera de testamento: «La vida humana no tiene sentido si no se coloca al servicio de un infinito que, para nosotros, es la humanidad».
Creo no equivocarme, si digo que el querido Petiso no hubiera dudado en suscribirla como propia
Por eso pienso que con la muerte del Petiso, hemos perdido a uno de los más grandes dirigentes obreros, clasista, socialista e internacionalista por práctica y convicción hijo de una de las más intensas etapas de la lucha de clases en el país y Latinoamérica.
Saludémoslo con los puños cerrados en alto y comprometamos a seguir su ejemplo y la lucha por los ideales que siempre sostuvo.

Orlando Mattolini


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