25 de enero de 1987: a veinte años de la muerte de Nahuel Moreno

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«Quisiera darle un fraternal abrazo»

El próximo 25 de enero se cumplen 20 años de la muerte de Nahuel Moreno. Escribir estas líneas no es fácil; fueron dos décadas en las cuales sentí la ausencia de un compañero, un dirigente y por sobre todas las cosas un amigo entrañable de toda la vida. Por eso, a todos los lectores les pido disculpas si la objetividad se nubla por los recuerdos. No quiero detallar su vida, ni reflejar muchas de sus grandes inquietudes, como la construcción de equipos de base, y equipos de direcciones nacionales e internacionales. En esta oportunidad quiero recordarlo como el hombre que conocí hace poco más de 50 años. Usted, Hugo, marcó y sigue marcando mi existencia.


Escribe: Mario Doglio Dirigente del MST

El recuerdo de un hombre excepcional

Nahuel Moreno nació con el nombre de Hugo Bressano el 24 de abril de 1924. Hijo de una familia radical y acomodada de Alberdi, optó por pelear y vivir junto a la clase obrera. Todavía hoy me parece escuchar el eco de su risa o sus chistes aún en los peores momentos de nuestras vidas. Era un hombre apasionado que desde joven comprendió la esencia del trotskismo y le dedicó su vida, dejando las discusiones en el café Tortoni y construyendo el Partido en el seno de la clase obrera.
Recordarlo solamente como el fundador de nuestra corriente es limitar las razones para un homenaje como Moreno se merece. Él fue un compañero que nunca se dividió entre el hombre y el militante, enfrentando los problemas y los defectos que tenía, como cualquiera de nosotros.
Siempre encontraba la forma y los momentos para dedicarse a su familia. Lo recuerdo dándole de comer a sus hijos con la misma pasión con la que discutía la línea política de nuestra corriente. Con ese mismo fervor, se ocupó de mi familia cuando decidió que yo debía emprender el trabajo internacional en EE.UU. y luego en Europa.
Siempre creí que a él le bastaba una mirada para entender lo que pasaba por la mente de muchos de nosotros. Vivía permanentemente preocupado por todos los compañeros, no sólo por los problemas o inquietudes políticas sino por las cuestiones personales. Aunque consideraba que el Partido no podía inmiscuirse en las decisiones personales de los militantes, salvo cuando estuviera en juego la integridad personal o la del Partido. Tenía una paciencia excepcional y sabía escuchar a todos sin menospreciar cuestiona-mientos. En esas charlas, a veces, duras y temperamentales, sus respuestas eran pequeñas y grandes lecciones de militancia y de vida.
Fue su actuar cotidiano por el que se convirtió, para mí, en un ser extraordinario. Recuerdo cuando frente a la muerte de Jenny, una compañera del local de la Av. Callao, nos censuró porque al estar ausentes en su entierro, habíamos “renegado de la tradición” partidaria. Aquellas palabras sirvieron para explicar que el Partido tenía y tiene una tradición y una moral revolucionaria.
Muchos creyeron y creen que Moreno siempre aplicó las mismas recetas. Pero, siempre nos empujó a enfrentar los nuevos fenómenos sin sectarismo ni miedo. Sólo así podríamos analizarlos, encontrando los rasgos de lo viejo e intentando aplicar nuevas líneas políticas. Había entendido que Marx, aprovechando lo viejo, cambió los conceptos elementales de su época. No tenía miedo a los cambios porque no creía en dogmas ya que como solía decir: “ser trotskista es ser crítico inclusive del propio trotskismo.”

Las obsesiones de un dirigente

Moreno consideraba que no existía país en los últimos 500 años cuya realidad pudiera ser analizada sin referirla, segundo a segundo, minuto a minuto, a la historia de la humanidad. En ese sentido, estaba absolutamente convencido que no podía existir Partido revolucionario en Argentina sin una Internacional. Así comenzó a dar la batalla más importante de toda su vida, viajando desde muy joven, cada vez que podía y abocándose a la construcción de sus dos obsesiones: el Partido y la Internacional, que no podían sobrevivir el uno sin el otro. Estaba seguro que se debía trabajar con Partidos o grupos que seguramente no tendrían posiciones como las nuestras. Cuando me envió al exterior, no hubo grupo que no tuviese que visitar, los lazos no se rompían por diferencias políticas sino de principios. Por medio de extensas cartas me explicaba cómo intentar trabajar con discrepancias.
Hugo vivía permanentemente preocupado por el movimiento de masas. Desde el inicio, en Villa Pobladora, y durante toda su vida, cada línea, cada volante o publicación fue pensada para las masas y no para un sector en particular. Creía que se podía construir un Partido de masas y que debíamos aprovechar las oportunidades para lograrlo.
Pasaron 20 años de su muerte y creo que muchas de las lecciones que nos dejó continúan vigentes, a pesar de los cambios que se han operado en la realidad y el Partido. Creo que el mejor homenaje a Hugo es recordarlo como un hombre terriblemente humano que dio batalla utilizando la alegría como una de las armas, además de las cotidianas de la militancia, para que nuestra actividad política sea necesaria para todos los que quisimos y queremos cambiar el mundo. Con hechos, a veces pequeños y a veces de trascendencia internacional, Moreno llenó la vida de muchos de nosotros, que estamos obligados a comprender a los nuevos compañeros como él nos ayudó y comprendió a todos marcándonos el rumbo.
Recuerdo que en un discurso que no pudo pronunciar, por su corazón cansado, tomó como ejemplo a Lenín y nos propuso un acuerdo y un juramento: “compañeros y compañeras: ¿juráis luchar incansablemente por construir el Partido Mundial de masas y su sección argentina para dirigir la revolución socialista internacional?” Este 25 de enero, el mejor homenaje es volver a contestarle que sí, y con sus propias palabras decirle que no es “inevitable el triunfo del socialismo, que el resultado depende de la lucha de clases en la cual estamos inmersos. Y, que entonces lo indispensable es luchar, luchar con rabia para triunfar… No hay ningún dios que haya fijado que no podamos hacerlo.”
Como todos los 25 de enero, iremos al cementerio. Y ya se están preparando actividades de homenaje y publicaciones durante el año, que culminarán en un acto.


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