Homenaje a un gran constructor, Nahuel Moreno

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El 25 de enero se cumplen 25 años desde la muerte de Nahuel Moreno. Quienes seguimos construyendo la corriente revolucionaria que él fundara, queremos rescatarlo y homenajearlo como lo que fue: un gran constructor de partido.

La valoración de las gran des personalidades se puede hacer con distintas miradas e intenciones. Los capitalistas suelen convertir en bronce a aquellas figuras que, según ellos, han jugado papeles destacados en la historia. Los alejan, los transforman en seres distintos a todos, casi dioses.

Así buscan quitarles prota-gonismo a los pueblos que llevaron adelante las gestas y revoluciones e impregnar la mente de los oprimidos con la idea de que no es posible que de la propia sociedad vuelvan a surgir líderes para las batallas pendientes. Desde chicos, se nos pretende convencer de que “esos eran otros tiempos” y ahora ya no hay cómo producir grandes cambios.

Lamentablemente, en las filas de la izquierda hay quienes pretenden convertir en mitos o superhombres a los referentes. Esa concepción genera efectos similares a los que describimos antes, esta vez sobre la militancia y la vanguardia obrera y juvenil. También aquí la resultante de hecho es el conservadorismo. Todo cambio, toda idea nueva, es vista con la mirada del burócrata que no se atreve a salir del reglamento o del sacerdote que repite siempre el mismo dogma.

Una vida dedicada a la construcción del partido…

Hugo Miguel Bressano Capacete -Nahuel Moreno- nació a mediados de la década del ’20 en la provincia de Buenos Aires y fue el fundador de la corriente trotskista de la que proviene nuestro partido, el MST.

Los enormes cambios que sacudían al mundo, que transitaba la Segunda Guerra Mundial, tenían su reflejo en el país. Mientras la joven clase obrera argentina se batía en huelgas y tomas de frigoríficos e iba haciendo la experiencia con sus dirigentes conciliadores, se iban generando las condiciones para el surgimiento del peronismo.

En aquellos años, junto a un grupo de cuadros, Moreno se instaló en la zona sur del Gran Buenos Aires para meterse de lleno en los conflictos del gremio de la carne. Corría 1944. Allí tendría origen el Grupo Obrero Marxista (GOM). Moreno estaba convencido de que las luchas de la clase obrera plantearían la oportunidad concreta de construir una organización revolucionaria. Y se lanzó con toda su fuerza a aprovecharla. La corriente se desarrolló y logró una ubicación sindical muy importante. Palabra Obrera llegaba con miles de periódicos a los trabajadores. Desde esa ubicación, se llamó a la huelga general para enfrentar el golpe del ’55.

Luego llegaron los vientos de la revolución cubana, la primera en América Latina. Moreno no dudó en ser parte del movimiento revolucionario continental que surgió con la gesta del Che y Fidel. Reivindicábamos el surgimiento de una corriente independiente que, a pesar del pacto de la Unión Soviética con EE.UU., expropiaba a la burguesía.

Más tarde, la clase obrera hacía historia con el Cordobazo y otras rebeliones en el país. El partido intervenía con fuerza, ganando destacados dirigentes como José Francisco “Petiso” Páez.

Apostando a que los nuevos fenómenos de lucha tuvieran una expresión política, Moreno se lanza a conseguir la personería. El Partido Socialista de los Trabajadores (PST) sortea con éxito la prueba y encara la batalla electoral del ’73. Su fórmula Coral-Chiapone y luego Coral-Páez es acompañada por importantes referentes y activistas del clasismo. Además de intervenir activamente en el Rodrigazo y en la huelga de Villa Constitución, el PST tuvo que poner a prueba su solidez política y moral enfrentando primero a la Triple A y luego bajo la clandestinidad de la dictadura genocida. El precio fue un centenar de militantes desaparecidos.

La revolución democrática del ’82, después de la Guerra de Malvinas, produciría un cambio histórico en el país. Moreno apostaba a esa perspectiva y, sobre el fin de la dictadura, se lanzaba a abrir locales y a conseguir una nueva personería electoral. Serían cientos las sedes abiertas para organizar una nueva batalla política con la que nacía el MAS, un partido que llenaría estadios con sus actos y sumaría miles de militantes entre el activismo fabril y estudiantil.

Cada uno de los momentos políticos que iba dando la historia del país, encontraron a Moreno buscando audazmente, jugándose por empalmar con los sectores obreros y populares más avanzados, para confluir en la construcción de un partido revolucionario con influencia de masas.

…y de la Cuarta Internacional

Convencido de que es imprescindible para los revolucionarios contar con una organización mundial, mientras seguía el desarrollo del partido argentino Moreno siempre tuvo la preocupación de avanzar en la construcción de la Internacional.

Viajó a congresos y conferencias, trabajó acuerdos con otros sectores del trotskismo europeo y latinoamericano, polemizó fuertemente para que el movimiento no terminara como sostén de direcciones que no iban a desarrollar la revolución. Autor de decena de textos, estudió las revoluciones y procesos políticos de posguerra, buscando aportar nuevas conclusiones para fortalecer la actividad de los revolucionarios en cada uno de sus países. No tuvo prejuicios en revisar postulados que no habían pasado la prueba de la lucha de clases y actualizarlos a la luz de las nuevas realidades.

La persecución de la dictadura lo obligó a salir del país. Pero aprovechó esa salida para impulsar el trabajo en Latinoamérica, mientras otros camaradas intentaban hacerlo en Europa. Además de ayudar a la conformación de partidos y grupos en varios países, desde el PST de Colombia, organizó la Brigada Simón Bolívar, que alistó a decenas de combatientes que participaron de la revolución nicaragüense, liberando parte de la zona sur de ese país.

Tantos años de esfuerzo tuvieron su máxima expresión en la conformación de la Liga Internacional de los Trabajadores (LIT) a mediados de la década del ’80.

El único homenaje: continuar

Sería un error torpe negar el papel de las personalidades. En determinados momentos históricos, juegan roles decisivos. Pero siempre son parte y producto de su tiempo y deben ser valoradas en ese contexto. Es decir, rescatar los principales aportes que hicieron -en nuestro caso, en función del desarrollo del movimiento socialista revolucionario nacional e internacional- y sobre todo avanzar por la senda que transitaron, para tratar de llegar más allá.

Moreno tuvo grandes aciertos y también cometió errores. Hizo aportes importantes al movimiento revolucionario y también dejó problemas sin resolver. Pero desde muy joven empleó cada segundo de su vida consciente en la construcción del partido y la Internacional, para que la clase trabajadora y el pueblo tuvieran la posibilidad de decidir su propio destino. Y eso, lejos de convertirlo en un dios o una esfinge, lo vuelve extraordinariamente humano.

Hoy, a 25 años de su muerte, podemos decir con toda certeza que su vida fue un paso adelante en la lucha por el socialismo con democracia obrera en la Argentina y en todo el mundo. No habrá mejor conmemoración que continuar su camino, su lucha “con rabia para triunfar”, como decía.

Así, como militantes revolucionarios, y no como historiadores oficialistas o como religiosos, queremos homenajear a nuestro querido Nahuel.

 Martín Torres


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