Egipto, Siria… ¿Adónde va la revolución árabe?

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Esta es una pregunta que se están haciendo millones que simpatizan con la causa árabe  (y nosotros también nos la hacemos)  viendo la inminencia de un ataque selectivo del imperialismo a Siria,  y el curso de Egipto en donde luego del golpe militar el gobierno se consolida en el poder.

En este país las fuerzas del Frente de Salvación Nacional que estuvieron del lado del gran levantamiento que terminó con Morsi y luego apoyaron el golpe militar comandado por Al Sisi, salieron del poder por la represión a los partidarios de Morsi, y Al Baradei renunció a la vicepresidencia. Es indiscutible que el hombre fuerte es Sisi, él que parece ser el Bonaparte de la revolución egipcia. Tanto lo de Siria como Egipto parecería que dan la razón a aquellos que piensan que la revolución terminó. Las dudas son licitas y difíciles de responder en estos momentos en donde los nuevos hechos parecen borrar de un plumazo todo lo anterior.
Todas las revoluciones tienen contrarrevoluciones, (que triunfan o son derrotadas, que aplastan o estancan la revolución) porque siempre a la acción directa y fuerza física de las masas para cambiar todo, la burguesía o las clases dominantes la necesita enfrentar con sus fuerzas represivas para tratar de contenerla y salvar sus instituciones. Entre febrero y octubre la revolución rusa tuvo el levantamiento de Kornilov que la fuerza organizada de la revolución con sus soviets derrotaron rápidamente. Luego de la toma del poder ya la contrarrevolución fue mucho más intensa, el gobierno de los soviets tuvo que enfrentar la invasión de 21 ejércitos extranjeros y el levantamiento del ejército blanco al interior de Rusia, que dejó una marca profunda en la revolución, pero que no la pudo derrotar. En España, luego de la revolución democrática del 30 que terminó con la monarquía e instauró la República, sucedió el famoso «bienio negro», el gobierno reaccionario de Gil Robles (32-34), luego de la derrota de la huelga minera en Asturias. Pero la revolución se retoma con una fuerza imponente cuando se levanta Franco y las masas recuperan la iniciativa, forman las milicias, toman las fábricas, ocupan las tierras defendiendo la República.

Al Sisí, el general bonaparte

En Egipto los últimos hechos indican que también está habiendo fuertes embates de la contrarrevolución; de estos está surgiendo un fuerte candidato a Bonaparte, el actual jefe del ejercito al Sisi que es quien ejerce el gobierno. El ejército egipcio (la institución más poderosa del país) dos veces evitó enfrentarse frontalmente a la revolución. Cuando millones se movilizaron en las heroicas jornadas de la plaza Tharir (2011) los militares apoyaron formalmente a Hosni Mubarak, participaron relativamente en la represión, pero dejaron a los policías y a las milicias paralelas actuar duramente en contra de los sublevados.
Algo similar ocurrió en el 2013 cuando grandes movili-zaciones de masas se enfrentaron al gobierno de los Hermanos Musulmanes. El ejército termino dando el golpe para cerrar el camino a una situación de mayor movilización que profundizarían la revolución. La ausencia de una tercera alternativa democrática revolucionaria a los militares y a los Hermanos Musulmanes facilitó la posibilidad del golpe.
Pero el golpe de Estado militar no significa la victoria definitiva de los militares. Es una etapa, o una coyuntura contra-rrevolucionaria dentro del proceso abierto en febrero de 2011. En Egipto sigue siendo muy difícil una dictadura que tenga los márgenes de Pinochet. No sabemos si los militares podrán reprimir las fuerzas democráticas revolucionarias como lo hicieron con los musulmanes, corren el riesgo de perder una base que clase media y popular que ha apoyado a Al Sisi. Y por otro, lado, lo más probable es que el desmantelamiento de la cúpula más moderada de los musulmanes fortalezca en la clandestinidad un islamismo más radical, e incluso sectores vinculados a Al Queda.
Lo que es cierto es que, aun disponiendo del apoyo de una parte de las clases medias, el bonapartismo militar no podrá solucionar los enormes problemas sociales y económicos de Egipto. Creo que como lo ha afirmado en varias oportunidades Gilber Acchar, lo que hemos visto hasta ahora es una parte inicial de una larga revolución en ese país. La contrarrevolución no ha triunfado, dependerá mucho si en el transcurso de esta larga y duro proceso surge una alternativa de dirección.

Pedro Fuentes

¡No a los bombardeos yanquis a Siria! ¡Fuera Al-Assad!

Finalmente parecería que está en marcha un ataque imperialista en Siria similar al que ya sucediera en Libia. Una vez más se muestra la hipocresía del imperialismo para pretender hacernos creer que la intervención es «humanitaria». Ayer en Irak hablaron de «armas de destrucción masiva», ahora de «armas químicas», mientras preparan un ataque aéreo.
Si esto curre, una vez más las bombas de los EEUU provocarán miles de nuevos muertos. Estos se sumarán a la larga lista de los cien mil que ya hay en Siria consecuencia de la represión sanguinaria de Bashar Al-Assad. Con esta matanza, la mayor que hemos visto en este siglo XXI, se respondió a la masiva movilización del pueblo sirio que hizo suyas las banderas de la revolución árabe y se levantó para derribar la dictadura.
Ciertamente nadie puede estar a favor de la intervención imperialista; hay que rechazarla de plano. Pero sin que ello signifique no poner la misma energía de este repudio para que caiga el dictador Al-Assad. Como también para repudiar la política de Rusia y China que con su apoyo a Al-Assad han sido cómplices de la gran matanza. Parecería que la acción del imperialismo será aérea, como la que hizo en Libia; es muy probable porque si desplegase tropas podría verse envuelto en un nuevo Irak o Afganistán. El pueblo americano sabe lo que esas guerras han significado y por eso en un 90% está en contra de esta intervención. La demora en intervenir tiene su explicación: no han querido que Al- Assad caiga; se inclinan por una salida negociada. Saben que el dictador este ha sido un buen vecino de Israel; no ha reclamado los altos del Golan arrebatados por el sionismo y Siria ha sido la frontera más seguro de Israel. Por todo esto nuestro apoyo a la revolución siria es tan grande como el rechazo a la intervención.

Egipto


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