Movilizaciones contra el racismo en EEUU. Revuelta en el corazón del imperio

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Han transcurrido días y días de grandes movilizaciones en el gigante del norte contra el racismo y la brutalidad policial en perjuicio de la población negra. Una movilización que ha llegado a extenderse a 170 ciudades y cuyos epicentros están en Nueva York y la pequeña localidad de Ferguson en Missouri.
El detonante de este estallido es la negativa de los Tribunales norteamericanos para juzgar a los policías que al mejor estilo del “gatillo fácil” argentino, disparan y matan contra víctimas inocentes de raza negra, preferentemente los jóvenes. Entre muchos y muy seguidos casos, hay dos que conmovieron a todo el pueblo yanqui.

“No me asfixien”

Esta frase era reflejada en numerosos carteles de los manifestantes neoyorquinos, que incluso han inaugurado una novedosa forma de protesta, el die-in, en el cual los manifestantes se tiran al piso y simulan estar muertos. “No me asfixien” se refiere a las suplicas de Eric Garner, un afroamericano de 43 años, a quien un policía aplicó una toma que lo dejaba sin respiración, y que finalmente terminó con su vida el 17 de julio pasado. De nada sirvió la suplica repetida once veces por un Garner con graves problemas de salud, cuyo grave crimen era vender cigarrillos sueltos en Staten Island, Nueva York. La patota policial y su victimario directo, el policía Daniel Pantaleo, fueron declarados fuera de mérito para ser juzgados por los Tribunales locales.

Ferguson: justicia para Michael Brown

En esta localidad de 20.000 habitantes, cercana a Saint Louis, donde la gran mayoría son negros y todos los policías son blancos, el 9 de agosto un policía mató de 7 disparos al adolecente negro Michael Brown, que al igual que Garner estaba totalmente desarmado.
Una ola de indignación hizo que Ferguson estallara cuando el Gran Jurado local decidió que Darren Wilson, el policía asesino, siguiera libre y sin cargos por falta de pruebas, cuando el testimonio de distintos testigos, entre ellos del joven amigo que lo acompañaba, señalaban que Wilson disparó contra Brown cuando este hacia un gesto de rendición. En la madrugada del 25 de noviembre, el pueblo protagonizó duros choques con la policía. En los enfrentamientos hubo edificios incendiados, patrulleros destrozados, bombas molotov, y más de 80 detenidos.

“Llevamos 107 días de movilizaciones”

Con esta frase una manifestante relataba a un medio periodístico la extensión y profundidad del conflicto, que ha desarrollado todo tipo de protestas. Desde acciones “pacificas” hasta enfrentamientos con la policía y cientos de detenidos, el corte de autovías y hasta del tren de alta velocidad llamado Amtrak, de movilizaciones con amplia participación de la población blanca y latina, con el apoyo de importantes figuras del deporte y locaciones que van desde la pobre Ferguson hasta el barrio exclusivo de Berkeley en San Francisco.

Racismo y pobreza

La brutalidad policial contra la juventud negra y pobre viene desde hace mucho tiempo. En los últimos días otros casos resonantes se sumaron al de Garner y Brown. Como el del joven negro Akai Gurley quien, desarmado, fue asesinado por un oficial blanco en un complejo habitacional de Brooklyn y donde está comprobada claramente la “negligencia” policial, ya que los que le dispararon en los primeros minutos se encargaron de comunicarse con su sindicato para que los cubriera legalmente, en vez de llamar de urgencia a la asistencia médica. O el del niño de 12 años que en Cleaveland jugaba con una pistola de juguete y al que la policía blanca mató por no acercarse a comprobar el tipo de arma que blandía ¡total, para que arriesgar la vida de un policía blanco frente a un pobre niño negro! Y ahora el asesinato de Rumain Brosbon, afroamericano de 43 años, padre de 4 hijos, en Phoenix, Arizona, cuya “arma” era un frasco de remedios… y sigue la lista.
Las respuestas del presidente “negro” Obama ante tamaña crisis, son un mero maquillaje para salir del paso, como es el caso de comprar cámaras personales para que registren el accionar policial, o revisar el equipamiento militar de las fuerzas policiales y reentrenarlas para que respeten los derechos humanos de la población negra y latina. Recuerdan a la “eficiencia” K de dar cursos de derechos humanos en las escuelas de la policía argentina, mientras se mantiene intacto un aparato corrupto, con integrantes que vienen de las peores épocas represivas entre sus cuadros, al servicio de reprimir la protesta social y la pobreza.
Los organismos de derechos humanos de EEUU se han encargado de señalar el creciente índice de encarcelamiento masivo de la juventud negra, que puebla las cárceles yanquis y que es perseguida brutalmente por delitos menores, con la concepción de que si se ataca con “dureza” al delito menor se evitaran delitos mayores. Esto en manos de una policía brutal, de características racistas, se convierte en una persecución social gravísima contra la población negra y chicana, y en particular contra sus jóvenes, que quedan rápidamente excluidos de la posibilidad de progresar socialmente. Y en esto la Justicia norteamericana es absolutamente cómplice y funcional como se puede comprobar en su amparo a los policías asesinos.
El recrudecimiento del racismo en última instancia es un subproducto de la enorme fractura social que se está produciendo en la sociedad norteamericana, en el fin del “sueño americano”. Millones de negros pobres son marginados de la posibilidad de ascenso social, siguiendo los pasos de una sociedad donde se han aumentado gravemente los índices de desigualdad entre ricos y pobres. Y el racismo es una de las armas de la burguesía y las multinacionales para atacar y controlar a los sectores disconformes. En esto tienen acuerdo la mayoritaria burguesía blanca como los privilegiados burgueses negros que representan Obama y su señora, la que en un reciente discurso llamó a trabajar duro y no quejarse.

Una importante pelea

La revuelta está atravesando el corazón del imperio. Desnuda la propaganda de los escribas capitalistas que blandían las cifras de recuperación de la economia yanqui, sin aclarar que mucho de la supuesta “recuperación” era con empleo precario y pérdida de conquistas sociales… o sea grandes negocios para las multinacionales y explotación y opresión para los trabajadores.
La movilización retoma las extraordinarias banderas democráticas y contra el racismo que en la década del 60 enarbolaran Martin Luther King o el revolucionario Malcom X, pero en una situación nueva, la de la crisis del imperio. Por eso se enfrenta contra el corazón mismo un régimen político destinado a sostener los privilegios de las clases dominantes y como se ha visto en las movilizaciones, el reclamo contra el racismo y la brutalidad policial excede largamente a la población negra, y puede convertirse en un catalizador de muchos reclamos sociales insatisfechos.
En momentos en que el Senado norteamericano “blanquea” los horrores de las torturas de la CIA de estos años, consecuencias de un verdadero “estado de excepción” con los derechos democráticos en EEUU con la excusa de combatir al terrorismo, esta revuelta en curso nos recuerda la larga tradición de luchas democráticas del pueblo norteamericano y nos hace ser más que optimistas sobre su curso, que al golpear a los “amos del norte” va a ayudar a las luchas de todos los pueblos del mundo contra el imperialismo.

Gustavo Giménez

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