Gran elección de nuestra compañera Luciana y el MST

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Elecciones municipales en Córdoba

El 13 de setiembre la ciudad de Córdoba eligió intendente. Se anotaron en la disputa todos los aparatos políticos, involucrando a sus principales referentes. La UCR retuvo el gobierno, el juecismo y el PJ se desbarrancaron al tercer y cuarto puesto, mientras que el periodista Tomás Méndez, sorprendió ubicándose en la segunda posición. El FPV salió séptimo, realizando la peor elección de su historia. Los cuatro principales candidatos sólo dejaron un 10% de los votos para repartir entre 9 listas. A pesar de esto, el MST logró crecer un 30% en relación a las elecciones de gobernador. Esto contrastó con el desplome sufrido por la izquierda sectaria, encarnada en el FIT y el MAS.

El desinterés frente a la tercera elección del año y el hartazgo ante los candidatos de los viejos partidos fueron la tónica de una campaña corta, donde el marketing vacío de los principales candidatos anuló el debate político sobre cuál es el modelo de ciudad que necesitamos los cordobeses.
En consonancia con la mayoría de las elecciones realizadas este año, se expresó una fuerte concentración de votos en los principales candidatos. Mestre, Méndez, Dómina y Juez, se alzaron con el 90% de los sufragios. Esta situación, lógicamente, achicó el espacio electoral para el resto de las 9 listas que presentaron candidatos. Y a excepción del MST todos los espacios políticos achicaron su caudal electoral.

Mestre, el candidato de De la Sota

La dispersión de la oposición, el sólido pacto con el gobernador De la Sota y una campaña millonaria, fueron las claves del insólito triunfo de un intendente que encabezó la peor gestión municipal de las últimas décadas.
Los servicios públicos colapsados, una ciudad fuertemente endeudada, un gabinete cercado por casos de corrupción y una fiebre privatizadora rechazada por la sociedad, son la explicación de que el 70% de los cordobeses haya optado por no votar al actual intendente.
De la Sota y Mestre lograron desandar un escenario de derrota casi segura y conseguir que el candidato radical se impusiera, aunque con el menor porcentaje de votos de los últimos 32 años.
Tal vez los dos millones diarios invertidos en publicidad, el festival de obras electorales financiadas por la provincia y el engorde del aparato clientelar, no habrían definido la reelección del intendente si el gobernador no sacaba de la galera la candidatura de Méndez, que hacia el final de la elección amenazó con írseles de las manos y terminar desbancando a Mestre.
La ingeniería táctica desplegada a último momento para no perder la elección y la inteligencia común del PJ y la UCR, son una muestra cabal de lo inestable, tambaleante y corroído que se encuentra el régimen político cordobés.

A Juez le salió la jubilación anticipada

Luego de la sorpresa generada por la presentación de la alianza Juez/Riutort, nadie imaginó el triste final que tendría este binomio. Hace meses venimos criticando al juecismo por haber perdido el rumbo, evidentemente no fuimos los únicos en notarlo. Su electorado le cobró la falta de coherencia, expresada en sus eclécticas alianzas: en las provinciales fue junto a la UCR y el PRO; en las nacionales renunció a encabezar la lista de senadores de Cambiemos y en las municipales se enfrentó a sus ex socios UCR/PRO y se alió con la ex esposa de De la Sota, su enemiga histórica.
La ambición por ocupar espacios de poder ahogó a la política, los principios y al proyecto político que supo ser referencia contra el bipartidismo provincial.
El cuarto lugar y el 16% cosechado reflejan coherencia. No de Juez, sino de su electorado que lo abandonó y eligió fortalecer opciones aparentemente por fuera del bipartidismo, siendo el más beneficiado el periodista Tomás Méndez, reconocido por investigar a los gobiernos y que por no provenir de los viejos partidos despertó simpatía en crecientes sectores, que lo vieron como algo distinto.

Méndez… de nuevo, poco y nada

Lo cierto es que la candidatura de Méndez fue resuelta por De la Sota y financiada fuertemente por éste y Scioli. El primero, para restarle votos a Juez y el segundo para intentar cosechar más adhesiones de cara a octubre, que las que podía garantizar el candidato oficial del FPV, Daniel Giacomino, que sacó el 2,38%.
Una gran parte de los votos que obtuvo expresan la búsqueda de una representación política alternativa, que miles vienen haciendo. Sin embargo, durante la campaña Méndez demostró no tener un proyecto independiente de las viejas estructuras de poder.
Elegir de vice a un empresario de la construcción, enriquecido en base a la obra pública como Marcelo Pascual, demostró que más que enfrentar al desarrollismo, lo que querían era cambiar de desarrollistas.
Las cámaras ocultas aparecidas hacia el final de la campaña, en las que Méndez aparece negociando con De la Sota o extorsionando personas, no dejan lugar a dudas: Méndez… de nuevo, poco y nada.

El sectarismo, cada vez más caro

Embarcados en una campaña centrada en desconocer al resto de la izquierda, autodenominándose “la única izquierda”, el FIT pagó caro su sectarismo. Los datos no dan lugar a interpretaciones, la izquierda sectaria experimentó un contundente retroceso. Encabezado por el FIT que perdió 41.000 votos, el 65% de su caudal, en relación a la elección local de julio. No le fue mejor al MAS, que se desprendió del 85% de los sufragios que obtuviera dos meses atrás.
En un marco de contracción del espacio a izquierda, la elección del MST fue cualitativamente superior al del resto de las fuerzas y se transformó en la única lista de la elección que logró crecer, aumentando un 30% su resultado.
La insistencia con dividir, defendida con orgullo por el candidato a intendente del FIT –como antes por Olivero y demás candidatos locales- impidió no sólo que haya bancas de izquierda en el Concejo, sino que tengamos un rol mucho más protagónico en la votación. Lejos de la necesaria reflexión, el candidato a intendente insistió en entrevistas radiales con que “estuvo bien no ir con el MST”, argumentando que “tienen prácticas distintas a nosotros y no han hecho autocrítica”. O sea, para unirse al FIT hay que pedir perdón por pensar distinto. Amplitud y democracia, cero.
Si los resultados de las elecciones de julio dejaron planteada una relación de paridad entre los dos principales proyectos de la izquierda: el FIT (integrado por 3 partidos) y el MST, las elecciones del 13 de septiembre muestran un claro avance del MST, que logró achicar la brecha que lo separaba del FIT de 6,77% a escasos 0,48%, demostrando que la necesidad de unificar y modernizar a la izquierda es compartida cada vez por más personas.

El MST avanza y se consolida

Las elecciones municipales del 13 de septiembre no se presentaban sencillas para la izquierda, ya que la imposibilidad de cortar boleta entre intendente y concejales debilitaba las posibilidades de conquistar bancas en el Concejo, transformándola en una elección eminentemente ejecutiva.
A pesar de esto y de un retroceso del caudal de voto a izquierda del 50%, desde el MST logramos crecer y realizar, de la mano de Luciana, una importante elección, consiguiendo imponernos al FIT en un alto porcentaje de mesas, sobre todo en las barriadas más populares de la ciudad.
Desplegamos una campaña con propuestas y soluciones de fondo para cada uno de los problemas más importantes. La solidez política y argumental de nuestra compañera Luciana fue reconocida por los medios, que la eligieron como la ganadora del debate organizado por la Universidad, del que participaron los 13 candidatos.
Bajo la consigna “Una ciudad que defienda lo público” logramos instalar un perfil opuesto al de los principales candidatos e incluso recibir el apoyo de cientos de vecinos de izquierda, que venían acompañando algunas políticas del gobierno nacional y que decidieron alejarse frente a las candidaturas de Scioli y Giacomino.
Luego del escrutinio, mientras recibíamos las actas con los resultados, la alegría iba colmando nuestra sede. El proyecto del MST había dado un paso muy importante, avanzando en su instalación y llegada a miles de cordobeses.
Habíamos logrado cumplir holgadamente con nuestros principales objetivos. El sacrificio de la militancia, luego de casi 6 meses de campaña ininterrumpidos, había valido la pena. El crecimiento no sólo fue en votos, también en locales, en nuevos compañeros que se suman a construir y fortalecer esta vigorosa nueva izquierda, que será fundamental a la hora de enfrentar el ajuste que preparan Mestre y De la Sota.

Marcelo Maceira

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