A un mes de las presidenciales

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La crisis capitalista internacional sigue con malas noticias para el modelo nac&pop. Si bien todos cierran filas para llegar a octubre sin desbarranques, surgen fisuras por varios flancos. El trasfondo lo completa un cimbronazo en el régimen político-electoral. La crisis en Tucumán y el “Niembrogate” salpicaron a Scioli y Macri, que aun chamuscados terminaron empujando juntos por la gobernabilidad. Más allá del verso de campaña, ambos y Massa se parecen demasiado: todos preparan un ajuste para hacernos pagar la crisis. Los luchadores tenemos que prepararnos para más y nuevos conflictos y para avanzar en la tarea pendiente de construir la alternativa política que hace falta.

Nubes negras en la economía

La moneda brasileña, el real, se vende a 4 por dólar: un valor histórico, que genera mayores problemas a la alicaída 7ª economía mundial. Con varios trimestres de recesión, un presupuesto de ajuste y una baja en las calificaciones de su deuda pública, Brasil acumula tensiones y jaquea a toda la región. A esto se suman los escándalos de corrupción y la decisión de Dilma de hacerle pagar la crisis a los trabajadores con recortes en el gasto público, despidos y eliminación de ayudas sociales.
China también está en problemas: la desaceleración continúa, cae el yuan empujando las bolsas de la región y hay en danza una reforma de las empresas estatales que apunta a un nuevo salto en la privatización. En ese marco, EE.UU. sostiene el nivel de las tasas de interés para evitar echar leña al fuego, aunque a la vez bloquea el pedido de reconocer a China como “economía de mercado” para evitar que inunde los mercados europeos y yanqui de mercancías a bajo precio.
En Argentina se empiezan a sentir con fuerza las dificultades de ambos “socios” comerciales. Si bien la economía no “desbarranca”, los principales indicadores van en el sentido de casi toda Latinoamérica: alimentos e hidrocarburos a la baja limitando el ingreso de dólares frescos, sigue la fuga de capitales, alta inflación y caída de reservas. Ante este cóctel, los tres principales candidatos de la burguesía se preparan para descargar una ofensiva sobre el pueblo trabajador. Por eso, más allá de sus estilos, los tres y sus economistas no logran disimular que van a la devaluación y el ajuste.

Cocinando la polarización en la olla del fraude

El panorama electoral también transcurre entre escándalos y versos. La maquinaria publicitaria y las estructuras clientelares funcionan a tiempo completo. Que los nubarrones económicos aún no sean tormenta colabora a instalar una polarización que, de todos modos, amaga con resolverse en la primera vuelta porque los opositores no logran capitalizar el rechazo al gobierno K.
El “Niembrogate” le pegó duro al macrismo y las derrotas en elecciones provinciales dificultan seriamente sus posibilidades de robarle a Massa lo necesario para forzar un balotaje.
La escandalosa elección tucumana, con sus vaivenes judiciales forzados por una gran movilización popular, muestra las debilidades de un régimen político que supura por todos sus poros. El fraude, el clientelismo y la corrupción no son exclusivos de Tucumán, sino prácticas habituales en muchos distritos y además compartidas por oficialistas y opositores.

“Normalizar”… para ajustar

Hace tiempo que el gobierno prepara lo que se viene. Sin quitarse el barniz progresista en el discurso, va mudando a políticas más ortodoxas. Sus gobiernos amigos de la región se disponen a aplicar severos ajustes que afectan conquistas de los trabajadores y los pueblos. Y lo mismo se cocina en los pasillos de la Rosada a fin de ir hacia un país “normal” de la mano de Scioli. Pero el aire de fin de ciclo no solo puede sentirse desde la óptica electoral.
Que Scioli encabece las encuestas no opaca el hecho de que hay franjas populares que se alejaron del kirchnerismo. Otros, aún sin romper, ante el esperpento que son Macri y Massa y la falta de una alternativa amplia y sólida por izquierda, van a votar a Scioli con la nariz tapada. La centroizquierda de Stolbizer no levanta cabeza y patinó en las elecciones municipales cordobesas. La polarización juega un rol clave en este punto, ya que el proyecto decadente del kirchnerismo se compara con los proyectos decadentes de la oposición buscando generar el efecto “mal menor”.
Pero el giro conservador del oficialismo se da sin un giro a la derecha de los trabajadores y sectores populares. Por eso Scioli encubre su plan de un mayor ajuste con actos junto a Lula y Evo, fotos en Cuba y agitando el fantasma de la derecha. Necesitan teñir su discurso porque nadie “compra” ajuste y entrega como política de Estado. Este escenario se va a intensificar luego de las elecciones, cuando las palabras den paso a las medidas concretas, y las luchas -que incluso en este momento se desarrollan- tiendan a crecer y nacionalizarse.

Preparando la respuesta

Aunque hoy el principal hecho político son las elecciones, también hay en curso luchas y procesos de diverso tipo que es preciso respaldar.
La movilización democrática en Tucumán, que evidenció el fraude y puso en vilo a la casta gobernante. Las protestas socio-ambientales en San Juan, verdaderas puebladas, que enfrentan la complicidad entre Gioja y la Barrick Gold y su cianuro. Los trabajadores tercerizados del ferrocarril que pelean por pasar a planta, y los docentes, estatales y trabajadores de la salud que reclaman por sus salarios y condiciones laborales en varias provincias. La lucha de las mujeres contra la violencia de género, que en pocos días tendrá otra expresión masiva en el Encuentro Nacional que se hará en Mar del Plata.
Todos estos movimientos requieren del apoyo y la difusión que les permita extenderse, desarrollarse y triunfar. Ellos preanuncian los enfrentamientos que se vienen post elecciones con el gobierno ajustador que surja. En el movimiento obrero, al calor de estas peleas, se va a poner a la orden del día la necesidad de avanzar en una nueva dirección. Ello se va a expresar en los conflictos y también en las elecciones sindicales.
Construir una alternativa política sigue siendo la otra tarea pendiente, la fundamental. La política errónea del FIT, que se ha negado a impulsar una confluencia amplia de toda la izquierda política y social como planteamos nosotros, ha retrasado la oportunidad que estaba planteada para avanzar. Desde el MST-Nueva Izquierda seguiremos colocando este debate convencidos de su necesidad cada día mayor.

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