Educación Pública o Macri

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Finalmente pasó. Impresionante movilización educativa con más de 40 mil estudiantes, docentes y no-docentes ocupando las calles. La marcha del jueves 12 de mayo prueba que sobra fuerza en el movimiento surgido desde abajo para torcer el rumbo del ajuste PRO. La perspectiva, tareas y una orientación para la continuidad.

Se respiraba en los días previos. Había «perfume a rebelión educativa». Decenas y decenas de clases públicas, asambleas en dinámica creciente. Algunas primeras tomas de facultades, Filosofía, Sociales y Psicología. Así se fue perfilando el punto de inflexión que alteró la relación de fuerzas. La gota que rebalsó el vaso fue la orientación provocadora de eficientismo neoliberal a destiempo, que multiplicaron en declaraciones públicas funcionarios del gobierno de PRO-Cambiemos. Los decanos de la UBA, por su parte, explicando que así «no se llegaba a pagar los servicios de las facultades y había que cerrar». El ministro Bullrich tuiteando con desparpajo que «no hay crisis, es un conflicto provocado». Esto sumado a las condiciones de ajuste general, fueron los detonantes. Primero arrancó como conflicto salarial docente con fuerte acompañamiento estudiantil. Pero con el correr de las semanas, el ascenso se fue gestando y tomó forma de movimiento en defensa de la educación pública. Miles y miles ocupamos las calles de Buenos Aires ante la indiferencia de las empresas mediáticas y la sobreactuada despreocupación de la política tradicional. Sin embargo, esos actores saben que Macri abrió varios frentes de tormenta con despidos, tarifazos y ajuste, pero que con el movimiento estudiantil se metieron con un sector muy sensible de la población que, desde el punto de vista de su predisposición a luchar, tiene todas las marcas de la generación del 2001.
¿Cómo sigue la pelea? El rol de las conducciones y nuestros planteos
Para empezar ya se sabe que el PRO operó contrarreloj para desactivar el proceso. Obviamente cuenta con aliados en el movimiento. Ya Barbieri, rector de la UBA, recibió su cuotaparte para bajar la guardia: 150 millones para servicios y 500 millones más para el funcionamiento de hospitales. Además, un compromiso de palabra de reactivar las obras en -casualmente- las 3 facultades tomadas la semana pasada. Se sabe que la Franja Morada-Nuevo Espacio en la UBA-, con eso pretende dar por cerrado el conflicto. El kirchnerismo por su parte, mostró su orientación estratégica. En la marcha multitudinaria que pasó por el Ministerio de Educación y siguió hasta Plaza de Mayo, al corazón del poder político, dejó a las agrupaciones, funcionarios y diputados K en el camino. No siguieron hasta la Plaza del Pueblo. La consigna de este sector es «que se doble, pero que no se rompa». Es decir: esmerilar a Macri, para desgastarlo electoralmente de cara al 2017 y ganar «algo» en el conflicto para poder justificar la salida del mismo. Sin embargo, lo central es que la fuerza de arrastre del proceso impuso una unidad de acción en las calles que logró arrancar al macrismo lo que no quería dar: 1000 millones de presupuesto y, lo cualitativo, una nueva oferta salarial a la docencia que mejora sustancialmente el ridículo 15% inicial. Esa es una moraleja de esta etapa del movimiento: con unidad plural en las calles y paro sostenido en los lugares de estudio, se puede torcer el rumbo capitalista ajustador del gobierno nacional.

A la Plaza otra vez: construir una nueva Marcha Nacional Educativa

La docencia universitaria está discutiendo en asambleas de todo el país cómo seguir. En la UBA ganó el rechazo a la nueva oferta del PRO y profundizar la unidad docente-estudiantil por más salario, presupuesto y boleto gratuito. Las asambleas estudiantiles en la UBA están votando profundizar con una nueva Marcha Nacional Educativa a Plaza de Mayo la semana que viene. Eso propusimos como moción central. En todo el país empieza a crecer el proceso de ascenso. Hay que tonificarlo y unificar el movimiento a escala nacional. Planteamos a las direcciones de Centros y Federaciones que impulsen, que convoquen a luchar y en el caso de la FUBA, que el PO y Patria Grande convoquen urgentemente un Congreso Extraordinario para discutir desde abajo como desenvolver el movimiento hasta ganar. Hay orientaciones opuestas -obviamente- en la Franja Morada y el PJ en el interior del país, y en la UBA. Pero lo llamativo también es la reticencia y hasta negación de las conducciones de izquierda a abrir el juego, a democratizar el proceso por la base. Vamos a insistir a fondo: unidad para ocupar las calles y debate colectivo desde abajo para decidir entre todos y todas. Esa es nuestra línea central.

A la universidad se viene a estudiar y a hacer política

Desde que arrancó el gobierno de Macri está aplicando un ajuste muy severo sobre trabajadores, sectores medios y ahora la educación. Este gobierno actúa sostenido más que por fortaleza propia, por apoyos ajenos. Las centrales sindicales no llaman a parar y en la gestión del ajuste, son todos aliados: Massa, el PJ, los gobernadores. En el movimiento estudiantil y universitario, los aliados privatistas de Macri la tienen más difícil para maniatar el proceso. Intentan por arriba, pero les cuesta. Instalan en la opinión pública con sus voceros orgánicos de Clarín y La Nación el cuestionamiento a la gratuidad y el ingreso irrestricto, conquistas claves de la universidad Argentina. Pero están lejos de poder imponerse. Hasta un juez federal falló a favor de las autoridades peronistas de la UNLAM -La Matanza- habilitando el examen de ingreso, con el aplauso entusiasta del ministro Bullrich. Pero, no van a poder. Hay que desarrollar el movimiento conscientes de los obstáculos por «arriba» en las cúpulas dirigenciales que enfrentamos. Por eso, la tarea que tenemos para encarar es doble. Por un lado, impulsar la más amplia unidad en la lucha para ganar todos nuestros reclamos. Ahí, en esa trinchera caben sin distinciones todos los que estemos por presupuesto, salario docente y boleto gratuito. Pero a la vez, tenemos que ir construyendo nuestra propia organización política para no tener que lidiar con estas cúpulas a las que hay que «obligar» o cuidarse siempre de que no nos entreguen, porque juegan para el otro equipo. Los estudiantes junto con los trabajadores y trabajadoras, el movimiento de mujeres, sectores medios, intelectuales, activistas socioambien-tales, tenemos que construir nuestra propia herramienta por otro modelo de universidad -masiva, abierta, sin injerencias capitalistas- integrado a otro modelo social. ¿Alrededor de qué planteos? Nosotrxs pensamos -y proponemos- que esa organización para luchar por otra Argentina tiene que ser anticapitalista y socialista, profundamente antipatriarcal y feminista, ecosocialista, democrática y que luche por la unidad plural de la izquierda para ser alternativa de poder. La Juventud Socialista del MST, con presencia militante en todo el país, plantea ese desafío. Somos una organización en construcción, de puertas abiertas a toda la rebeldía que está dispuesta a construir colectivamente otro presente, otra perspectiva. Y sí, hacemos política. Estudiamos, luchamos y hacemos política, y de la buena, la revolucionaria. Porque nosotros nos ocupamos de eso, nosotros ocupamos ese terreno, el de la decisión de nuestro futuro. Es un buen momento, empezá a militar con nosotros, porque dar vuelta todo es una tarea de muchos y de muchas.

Mariano Rosa, coordinador nacional de la Juventud Socialista del MST

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