Efecto Trump. Postales de un mundo en crisis

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Fallaron los pronósticos y las encuestas. En estas líneas nos proponemos abordarlas y pensar algunos de los elementos claves para el mundo que viene.

Los referéndums del Brexit y del proceso de paz en Colombia y las recientes elecciones en EE.UU., más allá de sus especificidades, expresaron tendencias subterráneas que escaparon a la mirada de la mayoría de los analistas.

Un mundo en crisis

La profundidad de la crisis capitalista es un aspecto clave de la realidad desde su estallido en los años 2007-2008. No se trata meramente de un hecho económico. Es, más bien, el agotamiento de un modelo civilizatorio que genera crisis económica, ecológica, política e incluso moral, del sistema.
A nivel de los regímenes políticos esto se ha expresado en un acelerado desgaste de sus bases de legitimidad y sus correspondientes arreglos institucionales. Millones han sido testigos de las políticas de ajuste sobre los pueblos mientras se rescataba a los bancos. Desde los indignados de la Puerta del Sol en Madrid y Occupy Wall Street, hasta el movimiento Noches de Pie en Francia, millones han expresado en las calles y plazas «que no nos representan». La Unión Europea, la apuesta estratégica mas importante de las burguesías del viejo continente en décadas, ha salido de este proceso duramente golpeada y su futuro es hoy incierto.
Es esta tendencia la que emergió y golpeó sobre los procesos electorales mencionados. El pueblo colombiano no se sintió atraído por un referéndum cuyos términos fueron negociados a sus espaldas. Los trabajadores del Reino Unido no mostraron entusiasmo por ratificar en las urnas una «unión» que es sinónimo de ajuste. Tampoco en EE.UU. donde se enfrentaron, no uno sino dos candidatos multimillonarios, racistas y guerreristas. La pertenencia de Hillary Clinton a la casta político-económica impidió la movilización de las bases electorales del partido demócrata, asegurando así el triunfo de Trump.

«Todo lo sólido se desvanece en el aire»

Marx demostró que el capitalismo jamás supera sus contradicciones fundamentales, las intenta esquivar desplazándolas espacial y temporalmente, creando así las condiciones para nuevas, y más grandes, crisis. La actual hunde sus raíces en los mecanismos desplegados para superar la crisis que marcó el principio del fin de los estados de bienestar y el inicio del periodo del llamado neoliberalismo en los 70’s. La política que Nahuel Moreno denominó como «contrarrevolución económica permanente», mediante la cual la burguesía intentó recuperar su tasa de ganancia sobre la base de un salto cualitativo en la explotación de los trabajadores y la naturaleza, hoy retorna como un boomerang minando las bases de la propia acumulación capitalista.
A casi una década de iniciada la crisis actual se vuelven cada vez más evidentes las dificultades que la burguesía encuentra para retornar a un clima de «negocios como de costumbre». La inexistencia de nuevos espacios a incorporar al mercado mundial o de nuevas ramas productivas que pudieran dar impulso a la acumulación, explican en parte la opción de la burguesía por una nueva oleada de ajuste de escala planetaria. Este camino profundiza las condiciones que generan el desgaste de los regímenes políticos burgueses, augurando mayor inestabilidad mundial.
Es este marco el que explica por qué la palabra más resonante en los titulares posteriores al triunfo de Trump es «incertidumbre». Las recetas que anunció en su programa económico indican la posibilidad de un crecimiento del proteccionismo y una contracción del comercio mundial. Esta política tendrá fuertes consecuencias sobre China que sigue basando gran parte de su crecimiento (hoy desacelerado) en su calidad de potencia exportadora. Esto, a su vez, golpeará sobre el conjunto de los mercados llamados «emergentes» que hoy tienen en China a uno de sus principales compradores. Al mismo tiempo, una tasa de interés más elevada y un dólar más fuerte actuarán como aspiradora de capitales hacia los EE.UU. Está claro que el programa de «hacer grande a América nuevamente», implica una ofensiva mayor en la explotación de los países dependientes, e incluso puede incrementar las tensiones con otros países
imperialistas como China y Alemania.
Nos encaminamos a un escenario de mayor inestabilidad y polarización mundial, al calor de los cambios políticos generados por una crisis cuyo fin no parece acercarse. Depende de quienes buscamos una transformación social radical presentar otro camino posible.

Luis Meiners

eeuu


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