Ecos de la muerte de Fidel. Cuba: presente y perspectivas

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La muerte de Fidel no solamente trajo aparejados debates acerca del balance de la revolución, sino también sobre su presente y futuro. Nuestra opinión en estas líneas.

Entre los múltiples debates desatados por la muerte de Fidel Castro, uno de los que más preocupa es sobre el futuro de las conquistas sociales logradas en el marco del proceso revolucionario y, más profundamente, sobre las posibilidades de una restauración capitalista en la isla. Desde estas líneas queremos aportar a este debate, partiendo del análisis de las políticas económicas impulsadas por el PC cubano en las últimas décadas.

Presiones externas y tendencias endógenas

Un primer debate que debemos abordar quienes defendemos las conquistas sociales de la revolución es la relación entre las presiones externas que han existido y existen sobre Cuba y las políticas internas. Sin dudas el bloqueo yanqui es un elemento ineludible para explicar el desarrollo y devenir de la isla, y es indispensable denunciar esta política criminal del imperialismo. Las condiciones internacionales provocadas por la caída de la Unión Soviética son, claramente, otro factor a tener en cuenta. Los retrocesos de la revolución bolivariana y la crisis en Venezuela han actuado también sobre la situación económica de la isla. La crisis internacional del capitalismo ha reducido los precios del níquel, y también los ingresos obtenidos por el turismo.
Sin embargo, detener allí nuestro análisis impide comprender la dinámica del proceso, y los peligros reales de restauración del capitalismo que ya están en curso. En primer lugar, porque oculta la responsabilidad de la propia dirección cubana en el aislamiento de la revolución, al haber atado sus destinos a la burocracia soviética y actuado contra el desarrollo de procesos revolucionarios en nuestro continente. En segundo lugar, porque impide evaluar críticamente las políticas económicas adoptadas desde la década del 80, y profundizadas en los últimos años, que implican una fuerte apertura hacia el capitalismo. Sobre este segundo aspecto nos concentramos en la presente nota.

Década del ’80 y “período especial”

A comienzos de los ’80, en consonancia con las reformas pro mercado adoptadas por la burocracia soviética en Cuba, se inicia un rumbo de apertura hacia los capitales internacionales. En 1982 se sancionó el Decreto Ley 50 “Sobre asociación económica entre entidades cubanas y extranjeras” que autorizó el establecimiento de empresas mixtas formadas por el Estado cubano y capitales internacionales. Al mismo tiempo se desarrolló un vertiginoso proceso de endeudamiento externo pasando de 2.000 a 6.500 millones de dólares entre 1982 y 1987.
Este proceso se aceleró con la crisis y desintegración de la URSS. En 1992 se produce un importante salto mediante la reforma de la constitución cubana. En ella se reconocen nuevas formas de propiedad, se redefinen funciones económicas del estado como la planificación económica y, fundamentalmente, se elimina el monopolio estatal del comercio exterior, abriendo la puerta a que empresas mixtas, estatales y entidades privadas puedan realizar operaciones de exportación e importación y convenios comerciales. En 1993 se despenalizó la tenencia de divisas extranjeras. En 1995 se sancionó la Ley de Inversión Extranjera en Cuba cuyo objetivo anunciado fue brindar “mayor seguridad y garantía al inversionista extranjero”, ampliando las concesiones establecidas en 1982. Entre otros aspectos, se dispuso la prohibición de la expropiación de las inversiones extranjeras y la libre disponibilidad y transferencia de dividendos y utilidades.

Raúl profundiza el rumbo hacia el mercado

Luego del 2006, bajo la conducción de Raúl Castro, se profundizan las politicas de apertura capitalista. Este período coincide con la crisis internacional y el creciente peso económico de China en la región. Desde Cuba crecen los halagos al “modelo chino” y el supuesto “socialismo de mercado”, eufemismos para un retroceso creciente hacia la restauración capitalista en la isla.
El VI Congreso del PC cubano en 2011 establece los “Lineamientos de la política económica y social del partido y la revolución”. En ellos, al tiempo que se “ratifican” los principios socialistas de la revolución, se sostiene: “Estos principios deben ser armonizados con mayor autonomía de las empresas estatales y el desarrollo de otras formas de gestión. El modelo reconocerá y promoverá, además de la empresa estatal socialista, forma principal en la economía nacional, a las modalidades de la inversión extranjera, las cooperativas, los agricultores pequeños, los usufructuarios, los arrendatarios, los trabajadores por cuenta propia y otras formas que pudieran surgir para contribuir a elevar la eficiencia.”1 Bajo el rotulo de la “actualización del modelo cubano” se establece un rumbo claro hacia nuevas reformas de mercado que no tardó en materializarse.
El 29 de marzo de 2014, la Asamblea Nacional aprobó la Ley 118 de Inversiones Extranjeras en reemplazo de la ley de 1995. En ella se amplían nuevamente las ventajas otorgadas a las inversiones extranjeras particularmente en materia impositiva. Los inversionistas estan exentos de pagar impuestos sobre los ingresos personales, impuestos por la utilización de fuerza de trabajo, impuestos sobre utilidades durante ocho años, etc. Además, introduce como novedad las “Zonas Especiales de Desarrollo”, en las cuales se establecen regímenes y políticas especiales. Incorpora así una de las politicas claves de la vía china al capitalismo: el establecimiento de zonas económicas especiales donde rigen plenamente las leyes del mercado y menos derechos laborales. Esta politica fue llevada a la práctica en Mariel donde se desarrolla un puerto internacional bajo la dirección de capitales transnacionales. El acercamiento diplomático con EE.UU. es otro elemento clave que busca profundizar este rumbo, abriendo las puertas a los capitales yanquis.

Perspectivas

Estas transformaciones han tenido un fuerte impacto sobre la economía cubana, favoreciendo la presencia de capitales extranjeros y privados cubanos en el sector turístico, la explotación del níquel, la producción de habanos, la telecomunicación, la construcción, etc. Esto, a su vez, implica un creciente peso de las relaciones sociales capitalistas, de la explotación de los trabajadores cubanos. La profundidad y extensión de este proceso, así como su compleja articulación con la propiedad y planificación estatal que aún existen, merece ser analizada y debatida en extenso para comprender la realidad y el carácter de Cuba hoy.
Un aspecto está claro. El rumbo analizado va en sentido contrario al sostenimiento de las conquistas sociales de la revolución que fueron posibles precisamente por la expropiación de los capitalistas. Por ello, quienes nos ubicamos desde la defensa de esas conquistas tenemos la tarea de denunciar este rumbo y contribuir a la construcción de uno nuevo.

Luis Meiners

1. VI Congreso del Partido Comunista de Cuba. “Lineamientos de la política económica y social del partido y la revolución.” Disponible en http://www.cubadebate.cu/wp-content/uploads/2011/05/folleto-lineamientos-vi-cong.pdf

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