¿Dónde está Santiago Maldonado?

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La pregunta se multiplica en las redes sociales, en carteles, en canchas, en recitales. Por miles y miles… y miles más. Atraviesa todo el país y trasciende las fronteras. Pero todavía sigue sin respuesta, sin la respuesta que debe dar el gobierno nacional. El camino es uno solo: la movilización.

Al cierre de este periódico no estaba claro si el gobierno nacional y también el gobierno provincial de Chubut se presentaban o no como querellantes en la causa penal por Santiago Maldonado. En una de ésas no lo hacen por temor al rechazo judicial, como sucedió cuando el gobierno anterior intentó hacer lo mismo en la causa por la desaparición de Julio López. Pero la sola actitud política de que barajaran esa posibilidad merece ser cuestionado.
Se supone que querellante es quien querella a alguien. Pero además de toda la evidencia presentada, testimonios, declaraciones, fotografías, videos, la carátula actual del caso es desaparición forzada de persona. Y esta figura jurídica únicamente se aplica cuando la hipótesis es que el responsable de dicha desaparición es el Estado o sus agentes. ¿Con qué cara entonces pretendía ser querellante el gobierno macrista, si todo indica que a Santiago lo detuvo y lo desapareció la Gendarmería durante la violenta represión del 1º de agosto a la comunidad mapuche Pu Lof en el departamento chubutense de Cushamen?

Ninguneo, confusión y bombardeo mediático

Si desaparece alguien, desde ya es un hecho grave. Si desaparece alguien en el marco de una represión, es un hecho gravísimo. Y si encima el gobierno, que es el responsable político de esa represión ejercida por una de sus fuerzas de seguridad, niega las evidencias, directamente estamos ya frente a una actitud cómplice de la impunidad. No se puede calificar de otro modo la postura del gobierno de Cambiemos.
Así como no hace mucho Mauricio Macri y sus funcionarios negaban el terrorismo de Estado y el genocidio, ahora, en todo este largo mes desde que desapareció Santiago, la ministra de (In)Seguridad Patricia Bullrich, el ministro de (In)Justicia Germán Garavano y el secretario de Derechos (In)Humanos Claudio Avruj niegan lo evidente una y otra vez. Cuando el 29 en la reunión del Encuentro Memoria, Verdad y Justicia con Avruj junto a Alejandro Bodart le preguntamos varias veces cuál era su hipótesis central, reiteró «no descartamos ninguna». Por cierto, para tapar lo principal, nada mejor que «no descartar nada». Es que cuando hay una desaparición forzada corresponde lo que se llama inversión de la carga de la prueba: quien debe demostrar los hechos no es el querellante sino el propio Estado, sospechado de ser el responsable.
A ese ninguneo para cubrir a la Gendarmería se le suman las versiones confusionistas intencionadas. Que hay 5.000 personas desaparecidas. Que a Santiago lo vieron en Entre Ríos, en Tartagal, en Mendoza. Que no estuvo ese día en Cushamen. Que participó de un ataque a un puestero y fue herido. Que cruzó a Chile. Que los testimonios de los mapuches son dudosos… Más barro en la cancha, imposible. Aparte de las pistas falsas plantadas, el hecho de que camionetas de la Gendarmería hayan sido lavadas antes del peritaje basta y sobra para confirmar el intento de ocultamiento.
El tercer componente de esta operación política de impunidad es la brutal campaña mediática, que da vergüenza ajena y repulsión. No hace falta enumerar a esos grandes medios y reconocidos «periodistas» serviles al sistema, al gobierno y a sus mentiras. Demonizan a Santiago que «cobra $ 32.000» de no sé qué dirigente político. A su familia, que «no colabora con la investigación». A los mapuches, que son «terroristas» y «separatistas». Una repudiable caza de brujas ideológica, con el objetivo de desprestigiar no sólo los reclamos sino también la solidaridad con ellos y debilitar las convicciones democráticas construidas en décadas de lucha y arraigadas en la mayoría del pueblo trabajador.
Bullrich misma trata de reflotar la perversa «teoría de los dos demonios», inclusive embelleciendo a los represores de la última dictadura militar al decir que «los demonios no eran tan demonios».
Cada intento reaccionario de este estilo debe ser denunciado y respondido, porque las rueds de la historia no deben volver atrás.

Movilización el 1º y seguirla

Este viernes 1º se cumple un mes desde que desapareció Santiago. En Plaza de Mayo y en todo el país habrá actos y movilizaciones muy importantes.
Desde el EMVJ, colectivo que el MST y el Centro de Abogados por los Derechos Humanos (CADHU) integramos, venimos impulsando una campaña nacional por la aparición con vida ya de Santiago, investigación y castigo a los culpables materiales y políticos de su desaparición forzada, que renuncie Patricia Bullrich y que su jefe de gabinete Pablo Noceti, que condujo la represión en Cushamen, sea apartado del cargo mientras dure la investigación. También reclamamos la libertad de los líderes originarios Facundo Jones Huala y Agustín Santillán. Y ante los problemas en la causa, que lleva el juez Otranto, el mismo que ordenó la represión en Pu Lof, quizás se empieza a colocar en agenda la necesidad una comisión investigadora independiente, integrada por los familiares de Santiago, representantes de organismos de derechos humanos y personalidades intachables.
Viajamos a Esquel, fortalecimos la ronda de las Madres los jueves, editamos un cartel, nos reunimos con funcionarios para exigir respuestas y estamos juntando firmas con un petitorio nacional. Además, días atrás convocamos a un acto el 1º en Plaza de Mayo y llamamos a organizarlo en común con todos los que reclaman la aparición con vida de Santiago. Luego surgió otra convocatoria de Madres, Abuelas y otros organismos de derechos humanos vinculados al gobierno anterior, que plantean un festival y la lectura de un documento «consensuando por las juventudes políticas».
Como hasta hoy ese espacio no nos ha propuesto consensuar nada, desde el EMVJ insistimos en agotar todos los esfuerzos para que haya un acto unitario y masivo, sea con un documento realmente consensuado, con la lectura de dos documentos en el mismo acto o sin ningún documento y que sólo hable Sergio, el hermano de Santiago. Que el 1º resuene en todo el país un solo grito, dirigido al gobierno nacional y al Estado, que son los responsables: ¿dónde está Santiago Maldonado?

Pablo Vasco, CADHU-MST

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