El cielo se toma por asalto

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En una carta a su amigo Kugelman, Marx se refería con aquella frase a la Comuna de 1871:”El cielo no se toma por consenso, se asalta”. Somos parte de la generación que tiene enormes desafíos para encarar. Hay batallas ideológicas para dar y la necesidad de un proyecto de lucha para construir. Cientos nos autoconvocamos en todo el país para deliberar sobre los asuntos que desarrollamos en estos artículos.

El capitalismo es el sistema con menos tiempo histórico de todos los que transitoriamente pasaron en la vida de la humanidad. Pero es el que más avances concentró al igual que contradicciones y altísimo entrenamiento en el control político del poder por parte de su clase dominante. En la historia de las revoluciones y las contrarrevoluciones, se da recurrentemente una ley. La misma consiste en la ofensiva ideológica de la burguesía para anestesiar a las generaciones posteriores a esas revoluciones que no prosperan con el veneno del conformismo escéptico, el posibilismo conservador. Lxs socialistas tratamos de ser estudiosos de la historia del movimiento obrero para identificar ciertas astucias de los que mandan. Después de la Comuna de París (1871) los capitalistas desataron una doble acción simultánea. Fue represión sobre los sectores de avanzada de la militancia de izquierda y cooptación reformista sobre la masa general, con la inteligente decisión de hacer concesiones. Se dieron cuenta de que tenían que ceder un poco, para no perder todo. Fueron los años de apogeo de la ideología falsa del tránsito pacífico en los marcos de la democracia capitalista hacia el socialismo. La revolución bolche de 1917 fue bisagra otra vez. Restauró la autoridad de las ideas revolucionarias. Mostró que era posible la expropiación, el gobierno obrero y el autogobierno de mayorías. Sin embargo, la estalinización de ese proceso, el aislamiento de lxs revolucionarixs y finalmente la caída del Muro (1989) abrieron una nueva etapa de confusionismo organizado con la restauración capitalista en los ex –países socialistas y todas las versiones de bajón planificado que se difundieron. En resumen: no es nuevo el desafío de tener que retomar la pelea política por la estrategia de cambiar el mundo, en un contexto de falta de referencias palpables, de descreimiento fomentado desde arriba.

Revolucionarixs en defensa propia

Ser militante anticapitalista, socialista como nosotrxs no es una religión. Tampoco nuestro planteo de cambiar el mundo es una aspiración abstracta, al revés. El funcionamiento del capitalismo suma perjuicios sociales graves, insoportables. Derechos extremadamente elementales de la humanidad, conquistas del progreso social de hace mucho, en el siglo XXI aparecen cuestionados. Lo que queremos decir es que la lógica de este sistema económico y político, subordinado al exclusivo objetivo de garantizar rentabilidad creciente a las 200 corporaciones que concentran los resortes de la economía mundial, distorsiona todo. No proponemos la expropiación de los grandes capitalistas por que sí. Ocurre que defendemos, por ejemplo, el derecho social básico a tener trabajo. También a tener un ingreso por ese trabajo igual al costo de vida. Y además tener tiempo libre para que la ecuación sea “trabajar para vivir y no vivir para trabajar”. Entonces lo que sucede es que la manera concreta de garantizar ese derecho, no estratosférico, sino bien básico y terrenal es repartir todas las horas de trabajo, reducir la jornada laboral, usar la tecnología de avanzada para alivianar la carga social (y no para reemplazar personas por máquinas), garantizando siempre un salario equivalente a lo que hace falta para vivir. Todo esto que es básico como derecho y aspiración elemental, y posible como resultado de una planificación pública de la producción, implica tocar la ganancia capitalista. Entonces, esa consecuencia inexorable confronta intereses antagónicos de clase: la burguesía propietaria, los patrones y lxs trabajadorxs. Por lo tanto, hay dos escenarios posibles: 1) que los dueños de empresas, fábricas y bancos, acepten ceder la plusvalía; 2) que no lo hagan, y por esa razón, haya que decidirse a hacerlo contra su voluntad. El escenario 1 es improbable, casi utópico. El 2 es inevitable. Esto supone confrontación de clase, lucha de fuerzas opuestas. Así podríamos enumerar ejemplos de cada derecho social de mayorías y quedaría en evidencia que son incompatibles con el capitalismo. Por eso, no hay salidas intermedias y hay que organizar la ruptura anti-sistémica. Esta es nuestra concepción razonada de la realidad actual.

La revolución se pinta de mujer y disidencia

Después de describir más arriba las contradicciones que provoca el capitalismo, también queremos decir que tenemos para plantear una buena noticia: este sistema es partero de revoluciones. Lo que pasa es que la explotación y opresión que despliega provocan sufrimiento social, experiencia, conciencia y acción de masas. La astucia de la revolución encuentra siempre formas de manifestarse, aunque la taponen desde arriba. Hoy es la ascendente y multitudinaria ola de mujeres y de la disidencia el movimiento social más importante del mundo. Y en Argentina tiene uno de sus epicentros planetarios. Se desenvuelve con enorme combatividad, cuestiona gobiernos, instituciones retrógradas como la iglesia, la familia, las heteronormas. El sujeto más radical del proceso es la generación más joven, lxs secundarixs. Este sector del movimiento estudiantil cuestiona todos los cánones, todas las formas de encasillamiento burgués. Son la vanguardia más decidida de la revolución sexual en curso. Obviamente, hay un heterogéneo espectro de corrientes ideológicas que actúan en el movimiento. El posibilismo de los que pretenden domesticar la movilización y apostar al pasilleo parlamentario. En este polo se ubican todas las organizaciónes de la vertiente kirchnerista y afines (Patria Grande, un caso). Están las corrientes del polo opuesto, que por ejemplo niegan el peso de la disidencia en el movimiento feminista porque “diluye la agenda de las mujeres”. Así subestiman causas centrales de la lucha antipatriarcal. Las Rojas del Nuevo MAS son un ejemplo de esto e incluso el propio PTS con su agrupación Pan y Rosas. Ni hablar el PO, economicista al extremo que posterga y hasta niega la relevancia integrada del colectivo LGBTIQ. Otro tanto polemizamos con pequeños grupos anarquistas, que fomentan la falsa polarización varones-mujeres, en lugar de ubicar el sistema machista y patriarcal como centro. Toda una maniobra para militar contra las organizaciones de izquierda. Nosotrxs identificamos como tarea en este campo, desarrollar una corriente de ideas y acción con Juntas y a la Izquierda y Libre Diversidad en todo el país, para luchar por un feminismo anticapitalista, revolucionario, disidente y antipatriarcal que integre todas las opresiones a su plataforma de causas. En simultáneo planteamos unir la disputa contra el patriarcado a las luchas generales de lxs trabajadores y el pueblo por reorganizar toda la sociedad sobre nuevas bases.

Militar en el MST no es para cualquiera

La aguda contradicción que tenemos para resolver radica en la potencia de las luchas parciales que tienden a generalizarse y la ausencia de una fuerte organización que les dé perspectiva estratégica, positiva, con aspiración de gobierno. Las revoluciones que se expresan como acciones independientes de las mayorías cuando ya no soportan más y concentran su odio contra el poder burgués de turno, logra maravillas. Pero hay una cosa que no pueden resolver: gobernar, aplicar una hoja de ruta de medidas que garanticen las causas de la mayoría y las asegure, las consolide. Para eso se necesita una organización especial, entrenada, con inserción en los sectores sociales clave, como lxs trabajadorxs, la juventud, el movimiento de mujeres. Ese colectivo de especialistas del cambio social, de la revolución, esa herramienta de profesionales del anticapitalismo, es el partido revolucionario que nosotrxs estamos construyendo en todo el país. El MST se orienta con esa visión de las cosas. Lucha en tiempos de paz relativa en lugares de trabajo y estudio por reformas, no las desprecia. Pero toda su militancia explica incansablemente que esas reformas bajo el capitalismo siempre van a estar en riesgo. Para asegurarlas hace falta un cambio estructural. Por eso la revolución social para cambiar la base económica, el sistema político y la relación entre las personas. Y la escala de este proyecto no es nacional, es internacional, como el capital. Por eso el MST es la expresión argentina de una corriente en proceso de organización con colectivos similares en programa, método y estrategia en varios países de América Latina y Europa. En particular en este país, el MST lucha por unir en las luchas toda la fuerza posible para derrotar los planes del gobierno capitalista de Macri. Y propone unir en un frente político a las dos expresiones nacionales de izquierda del país: Izquierda al Frente y el FIT. La negativa de los dirigentes del FIT a esa unidad refuerza la necesidad de hacer grande la organización que tiene como un propósito esa bandera crucial. Es decir, fortalecer el MST es potenciar la unidad de la izquierda como tarea. Pero claro, no es una organización para cualquiera. Hay que ser rebelde, irreverente, tenaz, bancarse ser minoría circunstancial, poner lo colectivo por sobre lo individual y sobre todo, ser capaz de remar contra la corriente. Lxs que estén de acuerdo con la visión general que planteamos y se reconozcan en esos rasgos, les damos la bienvenida a esta asociación voluntaria para dar vuelta todo. Eso somos.

Mariano Rosa / Jessi Gentile

Nuestras causas, una plataforma para reorganizar todo

Las operaciones ideológicas y políticas de los capitalistas con sus aliados para tratar de aislar a lxs socialistas son permanentes. Con los partidos tradicionales, los burócratas de los sindicatos, la iglesia y las empresas mediáticas, se difunden toda clase de estereotipos y falsificaciones contra el proyecto por el que luchamos. En particular, nosotrxs con el MST representamos una fuerza de izquierda especialmente preocupante para los que mandan. Esto es así porque junto con un programa de cambios que implican tocar intereses de clase de la minoría que tiene el poder, tenemos propuestas tácticas para hacer de la izquierda una fuerza mayoritaria, no testimonial y comentarista de la realidad. Por eso nos intentan deslegitimar siempre, sobre todo con los sectores de mayor vitalidad revolucionaria de la sociedad como son lxs trabajadores y la juventud. De todas las falsificaciones hay dos que son recurrentes: 1) la izquierda propone cosas imposibles, de otro mundo y 2) no se pueden concretar en la realidad actual. Queremos polemizar con esas dos imposturas.

Causas básicas y posibles: trabajo, modelo económico y ecología

La primera causa tiene que ver con la subsistencia, con garantizar un piso básico consistente en el derecho a trabajar, a un salario equivalente al costo de la vida y una jornada laboral que garantice tiempo libre para la realización personal. Nos parece elemental, un derecho humano. ¿Se puede materializar? Por supuesto: repartir las horas de trabajo, garantizar salario acorde a lo necesario sin precariedad. Ningún escollo para hacerlo más que los capitalistas y su ganancia. La segunda causa es el modelo de economía, sobre todo en lo referido a de dónde sacar los recursos. Nuestra explicación es simplísima y fundamentada: hay que suspender el pago de la deuda externa (360 mil millones de pesos en 2018); restituir impuestos a pooles de soja, megamineras y aportes patronales. En el mismo sentido, aplicar un impuesto especial a la renta financiera. Eso daría un total de 550 mil millones de pesos. Con esa cifra se podría duplicar los presupuestos en salud y educación, blanquear los 90 mil trabajadores del Estado con un salario de $ 30 mil mensuales y financiar un plan de construcción de viviendas a gran escala. Un shock de la economía. Finalmente, la causa de la producción compatible con la naturaleza. Prohibir agronegocio y reemplazarlo por producción de alimentos con técnicas agroecológicas. Están probados los rindes productivos. Comercializar con intervención estatal para cortar la intermediación especulativa. Prohibir la megaminería, el fracking y reconvertir la matriz de energía a limpias y renovables. Así además generaríamos más trabajo (son modalidades intensivas en mano de obra). ¿Son causas absurdas, exageradas? Para nada. ¿Son de aplicabilidad práctica? Categóricamente sí.

Derechos democráticos y participación social

Al reducir la jornada laboral se garantiza tiempo libre social, pre-requisito para facilitar la participación social en los temas públicos y colectivos. Pero a la vez, es fundamental promover una conciencia de mayoría libre, abierta, plural y no prejuiciosa. En esto la causa de la educación para la libertad con perspectiva antipatriarcal es clave. Entonces proponemos que los protagonistas de la educación, docentes y estudiantes definan todo: presupuesto y contenidos con parámetros de perspectiva de género y disidencia. Además, creemos en la información como un derecho social básico, por eso los medios de comunicación no pueden ser negocio capitalista. Planteamos el carácter público con control social de los mismos y una distribución de espacios en todas las plataformas proporcional al peso real de cada corriente de ideas. Así se garantiza un choque de ideas que permite a la opinión formarse libremente una posición. En este terreno de derechos también entra por supuesto el desmantelamiento de todo el aparato de represión y espionaje burgués, la democratización de la justicia con la elección de jueces (igual los comisarios), revocabilidad y sin privilegios materiales de ningún tipo. Luchamos también por sindicatos sin burócratas machistas, que después de dos mandatos vuelvan a trabajar, que todo se decida en asamblea, que ganen lo mismo que en su lugar de trabajo original y que sea estatutaria la proporcionalidad de mujeres en todos los órganos de dirección en base al peso que tengan en la base. Y por supuesto, luchamos por legalizar el aborto, presupuesto para emergencia en violencia de género, socializar las tareas de cuidados y toda la agenda de la igualdad real LGBTIQ. Una vez más: causas básicas, simples y posibles de concretar.

Los capitalistas carecen de espíritu deportivo

La lucha de clases es una guerra. Por lo tanto, nunca ninguna clase dominante entregó el poder voluntariamente. La deportividad no forma parte de la conciencia burguesa. De hecho, la actual clase dominante hizo su revolución con la guillotina cortando generosamente cabezas de reyes y cortesanas. Esta comprensión supone preparar el pase de manos del poder social sí o sí con la movilización y una planificación anticipada, achicando los márgenes de improvisación y riesgo de perder las episódicas oportunidades de revolución. Estas, las revoluciones, son acontecimientos excepcionales. El MST se construye cotidianamente con la perspectiva estratégica de asegurar las causas de la mayoría aprovechando esas intervenciones masivas e infrecuentes de las masas. Es la tarea pendiente que dejó el 2001. Que el próximo contra Macri y todos no nos encuentre sin la fuerza suficiente. Es tiempo de acumular ahora. El momento es ya mismo: militar con la razón, la pasión y el corazón por el socialismo.

M.R.

 


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