Cambian ministros, pero… Lo que no va más es el gobierno

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Haciendo las cosas bien. El FMI finalmente aprobó el préstamo stand by de US$ 50.000 millones y la entrega de un primer tramo de US$ 15.000. Además, la sociedad Morgan Stanley Capital International (MSCI) reclasificó al país como “mercado emergente”. Lo primero estabilizaría las “turbulencias” cambiarias y lo segundo habilitaría a importantes fondos de inversión a destinar fondos a acciones de empresas argentinas, abriendo las compuertas de la tan esperada “lluvia de inversiones”. Macri celebró que “hoy el mundo reconoce que estamos haciendo las cosas bien”. Luis Caputo, feliz, dijo que “no hay mal que por bien no venga”. Para el nuevo presidente del Banco Central, la “turbulencia” de la corrida del dólar fue lo mejor que nos podría haber pasado, ya que “nos obligó a ir a pedir el crédito al Fondo Monetario, que nos da mucha mayor certidumbre, particularmente con el financiamiento”.

La crisis sigue. Mucho optimismo para un gobierno que hace pocas semanas, en medio de la corrida del dólar, se autocriticó, justamente, de ser demasiado optimista. La verdad es que estas novedades no resuelven en absoluto las causas ni cambian el curso de la crisis. La turbulencia en realidad es tormenta y sigue moviendo el tablero. A los capitalistas no les resulta rentable invertir en Argentina. El plan de Macri para ayudarlos fracasó ante la resistencia del pueblo movilizado y se llevaron los dólares a EE.UU., provocando la corrida. Ninguna clasificación del MSCI va a hacer que inviertan si sigue sin convenirles. Y el préstamo del FMI solo patea la pelota para adelante, aumentando la deuda en el camino. La clave para empezar a estabilizarse está en que logren “paz social” y todo indica lo que se avecinan son confrontaciones sociales.

Equipo que gana, no se cambia. Aunque no lo reconozca, el gobierno asume el fracaso de su plan. Para darle una señal al capital de que va a cambiar de rumbo, tuvo que echar un par de piezas claves de su equipo. Voló el capitán del Central Federico Sturzenegger, que venía tironeando con el resto del equipo económico desde que Cambiemos llegó al gobierno. Y voló el hombre de la Shell, J. J. Aranguren, del ministerio de Energía. Es quien venía manejando los tarifazos, esa pieza clave del ajuste macrista, tan necesaria como nociva para las encuestas. Los cambios tienen una clara lectura: controlar el dólar, reconfigurar tarifas y estabilizar la balanza de pagos. Significan el fracaso de un modelo. Claro que pretenden recomponerlo a expensas de los de abajo.

Se quebró la confianza. La corrida del dólar revela una crisis política, además de económica, ya que indica el quiebre del bloque patronal que venía sosteniendo al gobierno; un sector de la burguesía busca otra alternativa a Macri. Sacada la conclusión de que el gobierno no les puede garantizar los cambios necesarios para lograr rentabilidad, no retiran solo los dólares, sino también su apoyo político. El frente burgués que venía sosteniendo a Cambiemos se quiebra y algunos ya buscan alternativas por otro lado. También se produjo una ruptura con el movimiento de masas, que es lo decisivo. Entre la reforma jubilatoria, la corrida del dólar y el acuerdo con el FMI -rechazado por casi un 80%- Macri se ha desplomado en las encuestas, sumando entre 60% y 70% de imagen negativa. Claro, como el problema es político, el PJ se postula como recambio para la tarea en 2019, aunque deberá remontar la crisis originada en ser parte de lo viejo.

Paro activo. Al final, la CGT convocó un paro. Actuó la presión de abajo, y también refleja la ruptura del frente burgués pro-gobierno. El paro no tiene un claro programa y se pretende que sea como un feriado, con todos en casa. Igual y pese a esos dirigentes, será un parazo por la bronca y la necesidad de lucha. Pero no va a alcanzar. Hay que hacerlo activo, saliendo a las calles, y planteando un programa económico alternativo: anular el acuerdo con el FMI, no pagar la deuda, prohibir los despidos y suspensiones, paritarias sin techo y aumento general de salarios, anular los tarifazos y reestatizar las privatizadas y nacionalizar la banca y el comercio exterior. Y plantear la continuidad con un plan de lucha. Al servicio de ello está el plenario del sindicalismo combativo del 23J.

Así no va más. Ninguna parte del ajuste macrista formó parte de su campaña electoral. Al revés: prometió que no haría todo lo que está haciendo. Es un gobierno ilegítimo y el pueblo debe tener derecho a revocarlo, en elecciones anticipadas. Pero hay que también poner todo en discusión, por eso hace falta una asamblea constituyente para que el pueblo decida cómo refundar el país sobre nuevas bases. Ahora, si Macri no va más, tenemos que pensar qué poner en su lugar. El PJ que defiende intereses parecidos y le garantizó la gobernabilidad todo este tiempo no tiene nada que ofrecer. Por eso es hora de levantar una gran alternativa política unitaria desde la izquierda, antiimperialista y anticapitalista, que se oponga a todas las variantes del sistema y levante el programa alternativo que hace falta.

 


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