9 de julio: La independencia (pendiente) y definitiva

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En 1816 se legalizó la separación del imperio español. Ese episodio conecta con una potente revolución como fue la de Mayo de 1810. El proceso termina pocos años después con la integración dependiente de Argentina al mundo capitalista. De entonces a hoy, con etapas más contradictorias, se consolidó esa naturaleza de nuestro país. Nuestro recorte de análisis para la actualidad. Nuestra plataforma de tareas políticas.

Existía hacia 1810 una contradicción entre el desarrollo capitalista concentrado en algunas zonas del imperio español en América y el carácter monárquico-feudal de su sistema político y toda su superestructura institucional. En concreto: zonas como Venezuela o el propio Virreinato del Río de la Plata, experimentaron un desarrollo capitalista que dio origen a una burguesía local que chocó en sus intereses específicos con el imperio de España.
Ese es el contenido social de figuras antiimperialistas del alcance de Bolívar en Venezuela o la radicalidad jacobina de Moreno o San Martín en el Río de la Plata. Eran la representación de burguesías criollas que aspiraban a establecer relaciones directas con el mercado capitalista mundial sin la mediación de España. Se constituyó así frente único anti-colonial que después de la primera etapa de la Revolución atravesó una lucha de fracciones que se terminó resolviendo a favor los sectores más conservadores.
En 1816 ese curso político se estaba consolidando y era fuente de tensiones, por ejemplo, con la estrategia latinoamericanista de San Martín (por eso el boicot sistemático a la campaña del Libertador por parte de la burguesía porteña). El imperio español había dejado su impronta en esta región del mundo, limitada a la provisión de precarias materias primas, aunque de enorme rentabilidad. Se fue perfilando así un tipo de propietario rural ligado a la exportación ganadera sin reinversión en la innovación tecnológica o industrial, y aceptando una ubicación en la división internacional del trabajo capitalista como eslabón semi-colonial, de un mercado ya dominado por la potencia hegemónica del siglo XIX: Inglaterra.
Después de la IIª Guerra Mundial ya en el siglo XX la hegemonía se desplazó a EE.UU. y Argentina entonces, terminó de furgón de esa potencia capitalista. Entrado el siglo XXI, con una revolución inaugural como fue el Argentinazo sin embargo, el país bajo la gestión de una burguesía rastrera y parasitaria, acumula contradicciones que preparan una nueva catástrofe nacional. Los socialistas alertamos sobre esa perspectiva y trazamos un rumbo alternativo como propuesta a toda la clase obrera y el pueblo pobre.

2018: radiografía del sometimiento

Nuestro país atraviesa hoy bajo el gobierno de Cambiemos una crisis aguda. Los voceros del macrismo e incluso la prensa burguesa, imputa a causas internacionales de forma exclusiva las turbulencias del país. Es una obviedad que la economía nacional es una expresión particular de la crisis capitalista internacional.
Sin embargo, lo relevante radica en la indefensión colonial frente a esos vaivenes. Que la suba de la tasa de interés de la Reserva Federal yanqui o la guerra comercial de Trump precipite al país a una pendiente de explosión económica, revela toda la fragilidad de una economía completamente sometida. Ese carácter está dado por el control transnacional de los principales resortes soberanos de un país para afrontar coyunturas de desorganización capitalista:

  • El sistema financiero está totalmente extranjerizado y oficia de garante de los especuladores que compran dólares para fugarlos de Argentina.
  • El comercio exterior estimula la exportación de soja que cobra en dólares apreciados y liquida en pesos devaluados con ganancia extraordinaria, y con baja de impuestos. Las empresas dominantes en el rubro son Cargill, Monsanto y Nidera.
  • La industria nacional es una verdadera armaduría con insumos importados, sin desarrollo tecnológico local.
  • La oferta de bienes de consumo masivo está cartelizada, en manos de pocas empresas que controlan la comida, la energía, el transporte. En resumen: todo.
  • El territorio concentrado y extranjerizado con el latifundio más presente que nunca.
  • Todo el sistema político y judicial es una casta de privilegiados, con garantía de impunidad, corruptos y millonarios. Son los gerenciadores del país como territorio controlado en sus resortes soberanos básicos por corporaciones. Por lo tanto, para enfrentar los vaivenes del capitalismo y desplegar un plan de salvataje social de mayoría, la clave es recuperar el control independiente del país. Esa tarea implica desalojar a Macri y desmantelar todo el entramado del poder capitalista del país.

Nuestra plataforma para la independencia definitiva

Frente a la bancarrota nacional hay dos salidas posibles: salvar a los especuladores y las corporaciones, o luchar por las causas obreras y populares. Los socialistas levantamos un conjunto de causas que priorizan en la crisis la defensa del trabajo, la salud, la educación, la democracia real y todas las libertades. Esa orientación social requiere medidas muy concretas:

  • Contra los fugadores de divisas, corralito a la especulación: suspender el pago de la deuda externa y estatizar el sistema financiero para disponer con sentido de mayoría de todo el ahorro nacional.
  • Priorizar el acceso al consumo básico de la población, estatizar el comercio exterior, controlar socialmente qué se vende y qué se compra en la relación con otros países sin la distorsión de la ganancia capitalista como referencia.
  • Shock de inversión industrial, para reactivar toda la economía y diseñar un plan global de desarrollo (empezando por recuperar el sistema ferroviario estatal con control social).
  • Estatizar todos los servicios públicos, bajo gestión social para garantizarlos como derechos, no como negocio privado.
  • Invertir toda la carga impositiva, eliminando el IVA, gravando la renta financiera y a las grandes fortunas.
  • Impulsar todos los derechos democráticos del pueblo a decidir: toda la agenda feminista / disidente; desmantelar el sistema de casta y que todos los funcionarios ganen un salario equivalente a una directora de escuela, que sean revocables y que usen lo público.

Esta agenda de derechos básicos, implican ruptura, confrontación política, de calle (y de clases), de ideas y física. Por eso, requiere un tipo de plataforma programática antiimperialista, anticapitalista, socialista y de alcance internacional, de coalición de pueblos de la región, para empezar. Estos propósitos entonces, suponen preparar un instrumento para ganar esa disputa, una organización de lucha de miles de profesionales de la emancipación social, del cambio del mundo por la base, estructural. Nuestra concepción y militancia revolucionaria, obedece a este diagnóstico y a este sueño: de libertad social, de progreso colectivo. Sin FMI, sin casta, sin burócratas sindicales, sin curas, sin corporaciones. Así concreta la independencia definitiva.

Mariano Rosa

 


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