FUBA: Debates sobre el rumbo del movimiento estudiantil

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La semana pasada el Consejo Superior de la UBA dominado por la representación de las castas profesorales y la burocracia estudiantil, convalidaron una nueva conducción en la FUBA. Se abrió una nueva etapa política para el movimiento estudiantil. Es clave afrontar un debate de fondo en el campo de la izquierda.

El primer planteo categórico que formulamos lo sostuvimos siempre: rechazamos todo avance de cualquier gobierno patronal sobre la FUBA. De hecho, nuestra corriente política encabezó en el Argentinazo la recuperación de esta Federación de manos de Franja Morada enfeudada a De la Rúa y Cavallo. Por lo tanto, la necesidad de la más amplia unidad de acción en la trinchera de la universidad pública, está descontada. Más todavía cuando se trata de enfrentar un avance fraudulento montado por las fuerzas del privatismo macrista para hacerse con el control de una herramienta clave del estudiantado de la principal universidad del país.
Sin embargo, ninguna maniobra superestructural se monta sobre la nada. Siempre tiene un punto de partido en relaciones de fuerzas más o menos reales dadas al calor de las luchas políticas de tal o cual sector. En la UBA es evidente que las fuerzas derechistas progresaron en el último período acumulando base electoral en las facultades más numerosas y controlando 7 de los 13 Centros de Estudiantes. Este dato no es irrelevante. Hay que integrarlo al análisis y sacar conclusiones. Ahora, lo que tenemos es al Rectorado y la burocracia estudiantil institucionalizados conduciendo la FUBA en condiciones de fraude, pero sin una contraparte movilizada de forma activa.

¿Y ahora qué? Un cambio político necesario

En este punto lo decisivo consiste en la posición política de las fuerzas con mayor responsabilidad política. El Partido Obrero junto a La Mella-Patria Grande conducían la FUBA. En reiterados artículos insistimos con críticas y propuestas alternativas para salir de un inmovilismo peligroso. Criticamos la no realización de Congresos de la Federación durante cinco años. Dijimos una y otra vez, que la rosca por arriba no podía encubrir una realidad: las relaciones de fuerza estaban cambiando a favor de las fuerzas derechistas y para enfrentarlas había que acumular fuerzas en un polo independiente, rival y unitario.
Sin embargo, ni PO ni La Mella cambiaron. Este último grupo se alió al kirchnerismo oficial, y el PO reafirmó una línea de cerrado sectarismo y exclusiones. Durante los últimos años insistimos en la necesidad de apelar a dos recursos para este escenario:

  • Estimular un protagonismo de la base estudiantil apelando a su movilización permanente, democratizando Centros y la FUBA.
  • Vertebrar un bloque de fuerzas políticas que integrara al conjunto de la izquierda en un impulso común de relanzamiento de la Federación.

Ni lo primero, ni lo segundo. Peor todavía: en cada proceso electoral estudiantil, en facultades donde el PTS milita, siempre el PO cedió al veto absurdo, infantil y extorsivo de ese grupo a fuerzas como la nuestra. Lo llamativo es que el PTS e incluso Izquierda Socialista, que es una pequeña organización, se ubicaron como comentaristas alejados en la pelea contra el fraude macrista en la FUBA, mientras el “vetado” MST tuvo una acción principista de lucha junto al PO y otras fuerzas en rechazo a las maniobras del Rectorado. Vale decir: el Partido Obrero debería revisar su esquema de alianzas en la UBA, ya que los socios electorales para juntar votos se ausentan cuando se trata de enfrentar la ofensiva derechista de Nuevo Espacio y sus aliados.

Nuestra propuesta una vez más

Lxs socialistas del MST consideramos que las mayorías y minorías en los cargos de representación sindical son transitorios. El movimiento de la lucha política y de clases (y su refracción en la universidad), opera como factor para determinar ubicaciones en Centros o Federaciones. En sí mismos los cargos no son nuestra estrategia.
En esto (salvando las siderales distancias) estamos con el ejemplo de Trotsky que al frente del Ejército Rojo, retrocedió con el reflujo de la clase y el proceso revolucionario, frente al cambio de las relaciones de fuerzas que representó el estalinismo. Es decir: no se atornilló al frente de esa institución como una finalidad, sino que se avino al repliegue de la clase para preparar (con ella) y no en su lugar, una nueva ofensiva. Es nuestra concepción.
Por eso ahora proponemos a toda la izquierda un acuerdo político de unidad para detener el avance de la derecha estudiantil; enfrentar con la clase obrera el ajuste de Macri y el FMI; luchar por un programa de democratización de los Centros, la FUBA y la UBA. Convoquemos un proceso fuertemente deliberativo en la base del movimiento estudiantil, para refundarlo como sujeto independiente, protagonista como supo ser de enormes procesos políticos en la universidad. Nuestro compromiso militante, tiene esa perspectiva.

Jesica Gentile y Jea Cisneros, Juventud Socialista UBA

 


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