Bronca por abajo, crisis por arriba

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Una tregua oportuna. El 23 de octubre Lilita Carrió decidió otorgarle una tregua a Macri en la interna que viene generando chispazos entre los aliados fundamentales de la coalición de gobierno Cambiemos. No pudo venir en un momento más oportuno para el presidente: al día siguiente se trataría el Presupuesto 2019, un presupuesto de ajuste, a pedido del FMI, debatido y aprobado entre escándalos y movilizaciones multitudinarias, con represión y detenciones en los alrededores del Congreso.

Lilitabomba. Ésta más reciente disputa del PRO con Carrió estalló con la absolución de Carlos Menem de la causa por tráfico de armas. El día antes del anuncio de la absolución, el ministro de Justicia Garavano dijo que no es bueno que un expresidente sea sometido a prisión preventiva. Carrió respondió pidiendo su renuncia y anunciando que pediría iniciarle un juicio político. Para la diputada, lo más grave es el precedente que serviría para evitar que avancen las causas contra Cristina Kirchner, y que esto sería una situación deseada y hasta facilitada por sectores del gobierno que ven beneficioso que sea Cristina la candidata que compita con el oficialismo en las elecciones del año que viene.

Todos chorros. El ataque de Carrió a Garavano fue el comienzo de un cuestionamiento más global que, para el escriba del establishmen Joaquín Morales Solá, “terminó por colocar a la coalición gobernante en la situación de mayor tensión desde que existe”. Carrió cuestionó el rol de Angelici como “operador” judicial macrista, el trato diferenciado que recibió el empresario Rocca en las causas de los cuadernos, y fustigó a medio gabinete. La interna deja entrever el hecho de que la corrupción y el manejo político de la Justicia son endémicos del capitalismo. Los empresarios y los políticos de todos los partidos patronales están en los mismos negocios y sólo una comisión investigadora realmente independiente podría avanzar contra la corrupción. Carrió, detrás de su aura moralista, es una más de ellos. Así que, en pos de la necesidad de aprobar el presupuesto del FMI, otorga la tregua a sus aliados y friza su cruzada.

Heidi quiere plata. Carrió no fue el único problema interno de Cambiemos en estos días. Después de acordar con diversos gobernadores, en su mayoría del PJ, el reparto del ajuste entre provincias y Nación, a Macri le saltó una rispidez donde menos se lo esperaría. El ministro de gobierno de Vidal criticó públicamente la falta de actualización del Fondo del Conurbano: “No es razonable que el dinero de los bonaerenses lo reparta el ministro del Interior con los gobernadores a espaldas de la provincia”. Tuvo que intervenir el propio Marcos Peña para calmar la polémica.

El problema está abajo. En el fondo, los problemas de Cambiemos reflejan el creciente malestar social que genera su política de ajuste. El gobierno está cumpliendo con el FMI. Se aprestan a aprobar el Presupuesto 2019 con $500 mil millones en recortes, perjudicando fundamentalmente la salud, la educación y lo público en general. Sus cómplices están en el PJ que acordó semejante proyecto y lo votó, y también en el kirchnerismo que le dio el quórum para sesionar. Pero abajo sigue creciendo la bronca y la resistencia, que se hizo notar en los miles que se movilizaron a Congreso y enfrentaron la represión el 24 contra el Presupuesto del FMI.

Los traidores de siempre. La CGT convocó a un paro de 36 horas contra “las políticas de este gobierno que nos están llevando a una debacle social”, como declamó Daer. Eso sí, el paro sería para noviembre, y todavía no tiene fecha. Es decir, para después que los diputados del mismo espacio político le votasen el Presupuesto 2019 al gobierno, que no es ni más ni menos que el plan de gobierno que dicen enfrentar. Obvio que en la movilización del 24 brillaron por su ausencia. Un cinismo sin límites. Hay que reclamar en todos los lugares de trabajo que ya mismo se le ponga fecha al paro. Más que nunca, el sindicalismo combativo tiene la responsabilidad de ponerse a la cabeza de las luchas, exigir la concreción del paro y garantizar que sea activo y tenga continuidad en un plan de lucha consecuente.

Se tienen que ir. Los trabajadores no podemos esperar al año que viene. Cada día que dure este gobierno y su plan de ajuste es más hambre y miseria. Macri y el FMI se tienen que ir. Hacen falta elecciones anticipadas, y a una Asamblea Constituyente libre y soberana, para decidir no sólo sobre quién gobernará, sino sobre cómo refundar el país sobre nuevas bases.

 


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