Ni dios, ni patrón, ni marido… ni nadie nos hará bajar nuestras banderas. No a la presión celeste anti-derechos

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La ola feminista y disidente enfrenta una fuerte presión retrógrada. Se vio con claridad en la última plenaria de la Comisión Organizadora del Encuentro de octubre en La Plata, también en la presentación del proyecto de IVE en el Congreso y, de otra manera, en las marchas del 3J por Ni Una Menos. De dónde viene esa presión, a qué apunta y cómo enfrentarla.

En su desarrollo, en varios espacios unitarios la marea verde choca con el freno de los aparatos políticos y sindicales. Con maniobras, éstos ponen en riesgo la unidad de acción del movimiento y con ello nuestros avances, necesidades y reclamos.

En La Plata, en medio de un debate aún sin saldar y sin ninguna votación ni mecanismo democrático, un sector de la Comisión Organizadora resolvió un ambiguo logo verde-celeste, abrir redes sociales y enviar notas formales al gobierno bonaerense como “Encuentro Nacional de Mujeres”. Niegan así de plano el amplio reclamo de que el 34° Encuentro se pronuncie por el aborto legal y que sea plurinacional y con las disidencias; es decir, que además de las mujeres incluya explícitamente a las lesbianas, bisexuales, trans, travestis y no binaries. Este sector (PCR, Patria Grande, el PJ y grupos K) niega esta realidad y promete que “el nombre se resolverá en el Encuentro”. Pero al no decir cómo ni cuándo resolver, no es más que una nueva maniobra para no cambiar.

En la plenaria del sábado 1º, como dichos métodos fueron muy cuestionados, estos sectores se retiraron abruptamente llevándose el audio y encima excluyeron de los grupos de wasap y redes a todes les compañeres que hicieron críticas. ¡Una brutalidad burocrática y divisionista! Pero no les vamos a dar tregua: seguiremos batallando por un 34º Encuentro inclusivo, de lucha, sin cabida para los anti-derechos y donde las decisiones en las que no se logre consenso se puedan resolver con métodos democráticos.

A su vez el 28 de mayo, cuando por octava vez se presentó el proyecto de IVE en el Congreso, la conducción de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto también aplicó el freno. Mientras que los “martes verdes” del año pasado fueron siempre participativos, plurales y democráticos, con radio abierta y libre expresión, esta vez la Campaña no permitió que ninguna organización pudiera hablar y en el acto en Congreso tampoco leyó los brevísimos textos de adhesión que supuestamente iba a leer. En contraste con esta censura a quienes siempre movilizamos, sí permitió en el palco intervenciones artísticas donde se llamó a “votar bien” en octubre. Encima, la Campaña viene retrasando lo que siempre se hizo en toda elección: exigir a les candidates que hagan pública su postura sobre el aborto legal.

Sí, detrás están les Fernández

En ambos ejemplos, la presión retrógrada y su correlato burocrático provienen del mismo espacio político: PCR, PJ, K, PG, que no casualmente son aliados a nivel electoral. Ya tiempo atrás Cristina bajó la orden política de unir los pañuelos verdes con los celestes. Y el ahora presidenciable Alberto Fernández propone despenalizar el aborto en vez de legalizarlo. Como si fuera poco freno, agrega que no hay apuro en discutirlo, que no es momento de tratar este tema…

Pero en el movimiento feminista y disidente hace rato que sabemos la diferencia entre nuestros pañuelos verdes, que no obligan a nadie sino que luchan por un derecho, y los pañuelos celestes, que niegan todo derecho: al aborto, a la ESI, a la ILE, a la anticoncepción, a la disidencia sexual y de género. No se pueden igualar ni unir: son antagónicos. Y hace rato que también sabemos que despenalizar es seguir con unas 150 muertes año tras año, 50.000 internaciones y decenas de miles con secuelas.

En conclusión, estos sectores políticos y sus socios sindicales quieren borrar lo más posible al aborto como tema de campaña y, si llegaran a ser gobierno, no tendrían ningún apuro en debatirlo. Son amigos del Papa, la Iglesia Católica y los sectores evangélicos, todos ellos militantes anti-derechos. Pero por más que algunos sectores quieran seguir tragando sapos (y escuerzos), la única verdad es la realidad: ningún proyecto político que sea mínimamente transformador puede darle la espalda a un derecho tan básico como el aborto legal.

3J: cuando no ganan, boicotean

El nuevo 3J inundó las calles de todo el país por Ni Una Menos. La preparación y las propias marchas no escaparon a esa presión del frente anti-Macri.
En el caso de Buenos Aires, estos sectores trataron de imponer sus maniobras. Desde un inicio se negaban a incluir en el documento unitario la consigna central de la bandera de arrastre No al ajuste de Macri, el FMI y les gobernadores. Con la excusa de que “el enemigo principal” es Macri querían lavarles la cara a sus cómplices del PJ, que le votan las leyes, el Presupuesto 2019 de ajuste y además lo aplican en todas las provincias donde gobiernan. Tampoco querían incluir críticas a la Iglesia.

Sin embargo, por presión conjunta de nuestra agrupación y el resto de la izquierda, en el texto final leído en Plaza de Mayo estas falencias se pudieron revertir. Por eso, por ejemplo, allí correctamente se afirma: “Gane quien gane en octubre, el movimiento de mujeres travestis, trans, no binaries, seguirá copando las calles porque ningún gobierno nunca nos regaló nada”. Y se vuelve a definir al movimiento como “antiimperialista, anticapitalista, antipatricarcal, anticlerical, antirracista y antibiologicista”.

Pero entonces, cuando estos sectores pierden el debate político, boicotean la movilización: el 3J las agrupaciones K directamente no marcharon (Movimiento Evita, Nuevo Encuentro, Kolina, La Cámpora y otras) o tuvieron floja presencia (Patria Grande). Y el Evita, que como el 8M no puso su aporte ahora se había comprometido a traer el escenario, ni siquiera apareció. Una vergüenza.

Para enfrentar esta presión: feminismo anticapitalista consecuente

Para nosotres no hay reclamos “de ocasión”, adaptados o descafeinados según la conveniencia electoral o las presiones de la coyuntura. Tampoco aceptamos bajar las banderas.

Estos sectores ceden y capitulan fácilmente porque son fuerzas políticas que sólo proponen algún cambio parcial, alguna reforma, pero de hecho defienden este sistema capitalista y patriarcal. Para su línea cuentan con una ayuda funcional: algunos grupos que con tal de anteponer sus identidades (disidencias, originarias, afros) cuestionan al resto por supuestos “privilegios”, lo que no sólo alimenta falsos divisionismos sino que invisibiliza el antagonismo fundamental de esta sociedad: la clase social.

Nosotres, consecuentes, proponemos movilizar con la más amplia unidad pero siempre identificando claramente al enemigo de todos nuestros derechos: el patriarcado y el capitalismo, que son un solo sistema, con todas sus instituciones. Por eso te invitamos a compartir esta lucha para dar vuelta todo, hasta que los hagamos caer juntos.

Andrea Lanzette

 


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