El programa de les Fernández y Massa. Cambiar algo para que nada cambie

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Entre el activismo obrero, juvenil, del movimiento de mujeres hay coincidencia total en la necesidad de derrotar al gobierno de Macri. Sobre esto no hay debates. El debate comienza alrededor de cuál es la salida. Si el Frente de Todos (FDT) significa una esperanza de cambio positivo o una nueva frustración. Con la difusión de la plataforma electoral de este frente es posible analizar y prever las políticas esenciales de un posible gobierno de ese espacio.

El plan de gobierno está desarrollado en una retórica y con algunas medidas progresistas. En un análisis superficial podría parecer un programa diametralmente opuesto al de Cambiemos y despertar expectativa en algunos sectores. Pero en los grandes temas no hay diferencias sustanciales y por eso pronosticamos una nueva frustración.

El nuevo contrato social

La plataforma comienza poniendo como eje la necesidad de un nuevo contrato social con todos los sectores. Bajo distintas formas se repite varias veces el mismo planteo: amplio acuerdo de los diversos actores sociales, diálogo y concertación, unión de todos los argentinos, concertación social. Es decir, conciliar intereses que son irreconciliables. Una clase capitalista que reclama mayores niveles de explotación (reforma jubilatoria y laboral incluidas) y una clase trabajadora que se resiste a perder derechos y busca mejorar considerablemente sus condiciones de vida. Ya Cristina había puesto de ejemplo en la presentación de su libro el pacto social de Gelbard, omitiendo por supuesto, que significó congelamiento de las paritarias por dos años, un salario mínimo muy por debajo del costo de vida y un aumento de los servicios básicos que desembocó en el Rodrigazo.
Alicia Kirchner también impulsó el acuerdo social santacruceño con los dirigentes de la burocracia sindical. El resultado fue un congelamiento salarial de tres años, la pérdida de conquistas históricas y la persecución y criminalización de todo dirigente que no se someta al pacto.
El marco general del próximo gobierno será muy distinto al del 2003. En aquel momento los precios de los commodities estaban altísimos, y la devaluación realizada por Duhalde pulverizó los salarios en el marco de una hiperdesocupación. Esa fue la base de la recuperación económica, que junto al default permitió tener los fondos para algunas medidas que favorecieron a los sectores populares sin afectar en demasía las ganancias capitalistas. El gerenciamiento del Estado capitalista sin salirse de sus márgenes permitió cierta redistribución, pero al modificarse la situación internacional se hizo evidente que la estructura económica y social no había tenido cambios y los capitalistas salieron a reclamar recuperar sus tazas de ganancias. Esta necesidad de la burguesía que Macri encabezó ya se había iniciado en el último período de CFK (inflación, paritarias a la baja, despidos y suspensiones). Y en una situación como la actual, con una crisis mundial que preanuncia un nuevo período de recesión global, baja de los precios de los comodities y vencimientos multimillonarios de capital e intereses de la deuda no hay margen para concertaciones ni pactos. La crisis caerá sobre la espalda de los trabajadores y el pueblo o como proponemos desde el Frente de Izquierda-Unidad habrá que luchar para que la paguen los capitalistas.

Desarrollo ¿para quién?

“Implementar un programa macroeconómico y productivo consistente que permita generar un excedente genuino de divisas para garantizar el crecimiento económico y afrontar los vencimientos de deuda externa de los próximos años”.
“Generar un régimen especial de inversiones en petróleo y gas, particularmente en Vaca Muerta, dando previsibilidad e incentivos a la actividad privada.”
Dos frases que bien se podrían escuchar de los candidatos de Juntos por el Cambio, pero no, es el centro del proyecto de desarrollo económico de un futuro gobierno Fernández-Fernández señalado en la plataforma. Junto con una “industrialización” que pasa centralmente por crear clusters tecnológicos y productivos en torno al agro, el petróleo y la minería.
No extrañan estas definiciones, cuando el propio Alberto Fernández declaró en su paso por San Juan que iban a hacer “minería como en San Juan” en el mismo momento en que se confirmaba que la Barrick Gold había contaminado cinco ríos de la provincia. O el apoyo a Bordet, que apeló un fallo de la justicia de Entre Ríos para favorecer la fumigación con glifosato cerca de las escuelas. Ni hablar de la Santa Cruz de Alicia Kirchner, que es el paraíso de las corporaciones megamineras y pretende serlo también para las del fracking. Eso sí, mientras se llevaron más de 20 mil millones en los últimos diez años, la provincia no garantiza ni siquiera el pago de los salarios. Riqueza para unos, pobreza para la mayoría. Un modelo que de progre no tiene nada.
Es decir, fracking, agrotóxicos, y megaminería es, al igual que el macrismo, la salida que proponen para el país lxs Fernández. Una vez enfatizada esta propuesta, hablar de soberanía, defensa del ambiente y desarrollo sustentable es un saludo a la bandera.
El plan de gobierno del FDT implica, más allá de la retórica progre utilizada en el texto, llevar adelante el plan de las grandes corporaciones, bancos y organismos financieros internacionales. Las medidas progresistas quedarán supeditadas, en todo caso, a que haya un posible “derrame” lo que es poco (o nada) probable en el próximo período. Los trabajadores y las trabajadoras no podemos tener expectativas en un cambio favorable, al contrario, deberemos prepararnos para defender los derechos que querrán arrebatarnos y pelear por los que nos faltan conseguir, entre ellos la legalización del aborto que fruto del pacto de unión de pañuelos celestes y verdes ni figura en la plataforma.
Y al mismo tiempo pelear por un programa cuyo centro sean las necesidades del pueblo trabajador, las mujeres y la juventud. Sin romper el pacto con el FMI y dejar de pagar la deuda no habrá fondos para desarrollar un masivo plan de obras públicas que solucione las demandas de viviendas, escuelas, hospitales y reactive la industria. Sin la reestatización de las privatizadas no habrá servicios públicos de calidad y accesibles. Sin la prohibición del fracking, la megaminería y los agrotóxicos no habrá proyecto sustentable con el ambiente. Sin ESI, presupuesto para la lucha contra la violencia de género y aborto legal, seguro y gratuito no habrá equidad de género. Sin la prohibición de despidos no habrá defensa de los sectores vulnerables. Sin la elección popular de jueces y fiscales no habrá justicia democrática. Sin control social y participación popular directa en la gestión estatal no habrá transparencia. En definitiva, sin medidas de fondo que avancen sobre los intereses de los capitalistas y los organismos financieros no habrá salida para el pueblo que vive de su trabajo.

Fortalecer el MST y la Unidad de la Izquierda

Para dar la batalla contra el “no se puede” que termina condenando a elegir siempre entre males menores que a la larga resultan mayores. Para fortalecer las peleas por una dirección consecuente y democrática. Para llevar adelante las transformaciones necesarias, es preciso fortalecer una herramienta política que se prepare cotidianamente y tenga como objetivo inclaudicable derrotar este sistema que concentra cada vez mayor riqueza en un polo minoritario, mientras condena a la miseria a las grandes mayorías.
La unidad de la izquierda lograda entre el FIT y nuestro MST es un primer paso. Para fortalecerlo en la perspectiva de desarrollar a la izquierda como una alternativa de poder para un gobierno de lxs trabajadorxs y el pueblo te invitamos a sumarte a construir juntxs el MST.

Emilio Poliak

 


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