México: elegir entre morir por el virus o de hambre

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Escribe: Gustavo Giménez

Días pasados fue un tema de debate mundial la posición del presidente de centroizquierda López Obrador (AMLO) de negarse a promover el aislamiento, minimizando la peligrosidad del Covid-19. “Salgan a comer afuera”, recomendó. Luego, cuando la cifra oficial trepa a más de 1.000 infectados registrados y 28 muertes, finalmente declaró la cuarentena. Pero nada se sabe sobre cómo van a alimentarse más de media población azteca, que vive en la informalidad y la pobreza extrema.

Las medidas lanzadas con la cuarentena no tienen la rigurosidad de otros países. En su primer día, la baja del movimiento en las ciudades fue de apenas un 30% y si bien el país fue reconocido por la OMS por la utilización de tests en forma temprana, el número de testeados es inferior al realizado en otros países como España. Ni hablar de la total falta de insumos de su sistema de salud, largamente desfinanciado por las políticas neliberales privatistas que AMLO, pese a su discurso progresista, no ha revertido.

En una economía estancada, la burguesía mexicana se ha dividido en torno a la política para enfrentar la crisis. Sectores importantes de la vieja derecha que gobernó el país durante las últimas décadas vienen criticando las demoras del gobierno en lanzar una cuarentena masiva. Aprovechan el nocivo discurso de López Obrador, que hasta hace poco llamaba a ir a comer a las fondas y se besaba y abrazaba con todo el mundo (la última vez con la madre del Chapo Guzmán) para minimizar el peligro en ciernes. Una política para dilatar en forma muy peligrosa el aislamiento social para no detener la actividad económica con la excusa de no parar las fuentes de recursos del 57% de la población que vive del trabajo informal.

En este sentido, uno de los magnates más importantes del país, Ricardo Salinas Pliego, asesor de López Obrador, señaló hace pocos días: “Nos han metido a todos el miedo a morir por el Covid-19… Este virus existe, sin duda, pero no es de alta letalidad. Como van las cosas, parece que no vamos a morir de coronavirus, pero sí de hambre. En México, la inmensa mayoría de la población no vive de un sueldo, de sus ahorros o del gobierno, la mayoría viven al día. Si esa población deja de generar ingresos hoy, mañana no tiene qué comer, como tampoco tendrán qué comer si paralizan todas las actividades de tajo. Eso desatará pronto la delincuencia, la rapiña y el caos porque el estómago no sabe esperar…” (Infobae, 26/3/20).

En sus últimas frases debe buscarse una de las razones de su “humanitaria” preocupación. A falta de subsidios sociales y distribución de alimentos garantizada por el Estado, lo que se aproxima en México son saqueos para combatir el hambre. Y ya existen: “Saqueos siguen en el Edomex y la CDMX: van 69 casos y 138 detenidos” (Expansión política, 28/3/20), aunque las autoridades pretendan minimizarlos diciendo que son robos comunes porque no se sustraen mayoritariamente alimentos.

La otra razón que tienen los capitalistas para esto es inconfesable. Con la excusa de sostener todo lo que se pueda la economía, pretenden esquilmar al máximo a sus trabajadores, aunque la falta de medidas de prevención para enfrentar la pandemia tenga un gran saldo de enfermos y muertos evitables.

Así la burguesía mexicana se divide entre los que presionan para que los pobres se mueran de hambre aislados en sus casas sin la asistencia necesaria y los que prefieren que se contagien, se enfermen y se mueran trabajando.

 


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