El Garrahan en un momento bisagra

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Este hospital con cerca de 6000 trabajadores es un centro de alta complejidad infantil, único en su tipo en Argentina y de los pocos de carácter público en Sudamérica. Acaba de cumplir 35 años y es un patrimonio social enorme. Sin embargo, la política de ajuste en salud con todos los gobiernos, ha ido deteriorando de forma progresiva el hospital. Hoy, con salarios por debajo de la canasta familiar, la emigración de jóvenes especialistas, prevalece. De esto se alerta desde la Asociación de Profesionales y Técnicos (APyT) que conduce la agrupación “Otra Voz”. Con este artículo reflexionamos sobre la etapa que atraviesa el equipo de salud de nuestro Garrahan.

Escribe: Lic. Norma Lezana, secretaria general de APyT

Solo el año pasado, todavía en pandemia, atendimos 571.495 consultas ambulatorias, se realizaron 9841 cirugías, 106 trasplantes, 30% de las cirugías cardiovasculares del país. Se atienden 35% de los pacientes pediátricos con enfermedades oncológicas, 18.000 consultas de esta especialidad y 5888 sesiones de quimioterapia. Todos estos números son el resultado de un coordinado, arduo y consciente trabajo en equipo. Pero todas las semanas un nuevo especialista emigra porque no puede vivir con lo que cobra en el Garrahan. La carga laboral es durísima, en condiciones salariales al límite de la canasta de pobreza. Es directamente insostenible y, por lo tanto, nuestro reclamo de $180 mil pesos de piso salarial para todos y todas, junto a una recomposición de 80% en un solo pago para el conjunto, es una reivindicación económica del equipo de salud, y a la vez implica la defensa del Garrahan, ya que en estas condiciones la degradación del hospital es inevitable. Y eso lo paga la comunidad, no los funcionarios del hospital que tienen sueldos de privilegio. ¿Sabían? El Consejo de Administración del Hospital, que no elegimos las y los trabajadores sino que son puestos a dedo por acuerdos de cúpula entre los gobiernos nacional y de la CABA, como los diputados y senadores deciden su propia remuneración, que multiplica por muchas veces la de los profesionales que estamos todos los días en la primera línea. Ya en pandemia pusimos sobre la mesa este debate, para nada secundario, ya que hace a una ética elemental para decidir sobre quiénes tienen que cargar el hospital sobre sus hombros, con pluriempleo y la frustración de tener que irse porque el sueldo no alcanza.

De dónde venimos, hacia dónde vamos: un poco de contexto

El Garrahan vivió un momento crucial en 2009, cuando el Consejo y la conducción de UPCN pactaron la llamada “carrera hospitalaria”, que dividió a los profesionales del equipo de salud en un tramo médico y un tramo “no médico”, quebrando los equipos interdisciplinarios. La era conducción de nuestra Asociación en aquel momento traicionó la voluntad de cientos de profesionales que expresaron en 3 asambleas multitudinarias el rechazo a esta carrera injusta y discriminatoria. En ese momento, nos reagrupamos quienes, como profesionales médicos y no médicos altamente capacitados, entendimos el daño que significaba la ruptura del modelo de atención interdisciplinario, con el que veníamos trabajando en un hospital de referencia como el nuestro. Al calor de ese movimiento surgió la agrupación “Otra Voz”, de la que formo parte, y desde 2010 nos toca conducir este sindicato al que le pusimos y ponemos todo de nosotros, para que practique un sindicalismo pluriprofesional, democrático, diverso e independiente de todas las gestiones. Todo esto, que contamos explica el recorrido de más de 10 años para tratar de “suturar” las heridas que dejó aquel proceso de 2009, aquellas traiciones y para recomponer en el plano de la organización gremial, la lógica de “equipo de salud” sin estratificaciones ni élites. Estas fueron parte de nuestras “obsesiones” en la construcción de una nueva etapa de la APyT, que ahora me toca encabezar.

Una articulación clave, desequilibrante: APyT y Autoconvocados

Lógicamente, las burocráticas estructuras sindicales tradicionales generan desconfianza, desánimo y rechazo, siempre pactando a espaldas de la base. A la vez, hay otro modelo de práctica sindical que, aunque se define antiburocrático, recurre a formas de intervención que alejan a los sectores que no toleran, ni la imposición, el dogmatismo y ni cierta visión muy cerrada de la unidad de acción. Este panorama que siempre entendimos, nos llevó desde hace varios años a intentar interactuar con los movimientos de mayor espontaneidad que de forma esporádica fueron surgiendo en el hospital en la última etapa: el potente y heterogéneo movimiento de Autoconvocados. Profesionales jóvenes, residentes también, administrativos, mantenimiento, que por prevenciones con todas las organizaciones sindicales actuaban quizá de forma independiente, pero que aunque tenían fuerza, no terminaban de expresar al universo completo del equipo de salud, combativo, luchador y también harto de las prácticas no democráticas. Así, tendimos puentes y finalmente fuimos logrando este año una confluencia que puede cambiar la relación de fuerzas al interior del hospital, y lo más importante: lograr nuclear a la mayoría de las y los trabajadores. ¿La fórmula? Muy simple:

Escucharse y trabajar sobre los puntos de acuerdo, sin desconocer los matices y diferencias.
Respetar los ritmos de cada colectivo, sin forzar, ni imponer nuestros propios ritmos y “verdades”.
Discutir sin “romper” lo que no nos toca orientar o encabezar circunstancialmente.
Democracia de base: asambleas para decidir, donde se distribuye la palabra de forma igualitaria y al final, si no hay consensos, la mayoría define y todos llevamos adelante.

Este formato de interacción nos permitió construir un poderoso paro la semana pasada, precedido de una histórica asamblea (por lo numerosa y representativa) y una movilización emocionante. Ahora vamos a profundizar todo esto, porque el Garrahan es de las y los trabajadores, y de todo nuestro pueblo que lo necesita y valora.

Que el Garrahan se muestre para defenderlo, porque está peligro

Las últimas dos o tres semanas parecen haber cambiado el clima social y la agenda política: empezó a gravitar con fuerza el reclamo salarial y el verdadero plan anti-inflacionario que conocemos las y los trabajadores: luchar con fuerza en las calles y que nuestro reclamo se concrete sí o sí. Los obreros del neumático, marcaron un rumbo, pero la docencia, los secundarios en CABA, los movimientos sociales que nos recibieron al coincidir con su acampe la semana pasada, incluso la lucha socioambiental por la Ley de Humedales que hace falta, toda esa hoja de ruta de reclamos demuestra que pelear sirve, que es organizados desde abajo, por el salario y el modelo de hospital de alta complejidad que defendemos y queremos como patrimonio de todo nuestro pueblo. Por eso, no se trata meramente de una reivindicación económica (aunque lo es, y con justicia): el Garrahan se juega su modelo de atención, su nivel, el grado de especialización del servicio que prestamos como derecho social. De allí que seguramente, la semana que viene, en una nueva asamblea, ojalá otra vez masiva y representativa, vamos a decidir los pasos a seguir, con una perspectiva estratégica: que el Garrahan salga a mostrarse para que, junto a nosotros/as como equipo de salud, el pueblo entero lo defienda como propio. Así lo sentimos. Así lo queremos. Así lo vamos a sostener hasta el final.

 


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