Impunidad biológica
Videla fue el mayor exponente de la dictadura más sangrienta de la historia. Su nombre es sinónimo de terrorismo de Estado, 30 mil desaparecidos, robos de bebés, miseria social y deuda externa.
Sin lugar a dudas que haya muerto preso y condenado a perpetua refleja una conquista popular que no puede atribuirse ningún gobierno de los que se sucedieron desde 1983. Tuvo perpetua y cárcel común pese a la política de «reconciliación» con los genocidas e impunidad que intentaron las instrucciones a los fiscales y leyes de Obediencia Debida y Punto Final del alfonsinismo, a los indultos menemistas y la «derogación» falsa de esas leyes de impunidad promovida por la Alianza.
Murió preso pese a toda esa política. Gracias a la condena social, a la movilización popular, a la lucha de los organismos de derechos humanos y de la izquierda. Que tuvo un punto de inflexión en la anulación de las leyes de impunidad promovida por Izquierda Unida (y no por los K que lo utilizaron al servicio de su doble discurso) que integrábamos desde el MST y apoyada por la amplia movilización de todos esos sectores. Gracias a eso una parte de los genocidas fueron condenados.
Pero las condenas no llegaron al 10% de los genocidas denunciados, a quienes se sigue juzgando a cuentagotas y como «ladrones de gallinas» y no como verdaderos crímenes de lesa humanidad. Por ello la lucha contra la impunidad sigue siendo una tarea presente y pendiente.
Por eso el mayor símbolo de la represión criminal, como antes Martínez de Hoz, murió de viejo, con privilegios y se llevó información a la tumba. Porque no se siguió avanzando con los juicios, permitiéndoles a quienes violaron los derechos humanos y son responsables de 30 mil compañeros desaparecidos se mueran en sus casas y tengan «impunidad biológica» hasta sus últimos días.
Para terminar con la impunidad de ayer y de hoy, hay que abrir los archivos de las fuerzas, acelerar y concentrar las causas por regiones e implementar juicios por jurados.
Vilma Ripoll
El pueblo de Mercedes gritó fuerte:
El 17 de mayo murió el genocida Jorge Rafael Videla, en el penal de Marcos Paz, condenado a prisión perpetua gracias la movilización y la lucha por los derechos humanos contra los responsables de la dictadura. El repudio en la ciudad donde nació y donde quisieron enterrarlo, no se hizo esperar para quién encabezó la Junta Militar que instauró un modelo económico, social y cultural, de entrega y saqueo, que para imponerlo persiguió, torturó y asesinó a más de 30.000 compañeros. Por eso, el miércoles 22-5 en la plaza central de Mercedes, se realizó un acto en su repudio, que contó con la presencia de todas las fuerzas políticas y sociales locales.
Desde el MST participamos con nuestros compañeros mercedinos, junto a nuestra candidata a diputada por la provincia Vilma Ripoll. Con nuestra bandera con los más de 100 compañeros asesinados y desaparecidos del PST, nos sumamos al rechazo de que nuestros muertos compartan un mismo espacio con quien fue el jefe de sus asesinos. Nuestras banderas y pancartas lo decían bien claro: «Juicio y Castigo a todos los genocidas» y «Videla acá no». Creemos que quién gozó de ‘impunidad biológica’, murió de viejo, con privilegios y se llevó información al cajón, no merece ser enterrado en un espacio público. Que resuelva el ejército y las fuerzas armadas, donde lo entierran. Pero Videla no fue el único, también Martínez de Hoz murió de viejo. Por eso, no olvidar es seguir la lucha por juicio y castigo a todos los genocidas, avanzar ya en la apertura y publicación de todos los archivos de la dictadura, y acelerar las causas que en su mayoría hoy están paralizadas y parcializadas, funcionales a ocultar la magnitud del genocidio.
Ingrid Urrutia