El domingo 19 de mayo el Ministro de Economía Hernán Lorenzino, que se hizo conocido gracias al «me quiero ir», declaraba al oficialista C5N «La economía sigue transitando el sendero del crecimiento. No estamos perdiendo empleo». A las pocas horas el INDEC (cuyo trabajo fundamental es maquillar la realidad para que no perjudique el relato oficial), daba a conocer que en el primer trimestre del año la desocupación aumento del 6,9% al 7,9%, destruyéndose 255.000 puestos de trabajo en tres meses. La crisis económica y política del gobierno K es tan grande, que las mentiras apenas le duran unas pocas horas.
Lo cierto es que si tomamos las cifras que declara el INDEC, de esta cifra de pérdidas de puestos de trabajo, surgen 170.000 nuevos desocupados ya que 85.000 dejaron de buscar empleo, desalentados por las pocas posibilidades de reinsertarse laboralmente. Con estos números existirían en el país 1.300.000 desocupados plenos, a los que hay que sumarles una cifra similar de subocupados (trabajadores que solo consiguen pocas horas de trabajo al mes), con lo cual el 15,9 % de la población económicamente activa, unas 2.600.000 personas tiene graves problemas de empleo. Los índices más altos con cifras superiores al 10% se encuentran en el Gran Bs. AS., Córdoba, Salta, Gran Paraná, Río Grande – Ushuaia, Gran Catamarca, según el informe del organismo oficial.
No está demás decir que para el INDEK no existe casi desocupación, pobreza e indigencia, en gran parte de las provincias del Norte Argentino, lo cual nos habla de la «seriedad» de sus números. Y nos hace reflexionar sobre la magnitud que ha alcanzado realmente la desocupación en el país.
Lo cierto es que el fenómeno de la pérdida creciente de empleos, se ha instalado y de la mano de la crisis que atraviesa la economía y la política de ajuste a los trabajadores y el pueblo, va a agravarse paulatinamente.
La recesión en la industria de la construcción, la falta de inversión y crecimiento en el sector industrial, la fuga de capitales y el desvió de grandes remesas a la especulación, son factores que, en una política que privilegia el pago de la fraudulenta deuda externa y la ganancia de las grandes empresas, lleva a que los pronósticos de crecimiento para este año sean mínimos (menos de un 2% del PBI).
El titular de COPAI (Induastría Alimenticia) Daniel Funes de Rioja ha señalado que el desempleo juvenil llega a duplicar la cifra del desempleo en general (Clarín 21/05/2013). Muchos de ellos forman parte de los llamados ni-ni, jóvenes de entre 18 y 25 años que ni trabajan ni estudian. Y suman alrededor de un millón en todo el país.
El deterioro del empleo no solo es cuantitativo, sino que baja su calidad. Los trabajadores «en negro» (que hoy suman un 35% de la fuerza laboral, 4.000.000 de personas) son los que más sufren. Y este trabajo precario es el que aumenta en relación a la disminución del trabajo a convenio, ya que las patronales necesitan (con la complicidad del gobierno) mano de obra más barata.
La desocupación está a nivel de fin de los años ’80
El Ministro en sus declaraciones intentaba demostrar las virtudes de los gobiernos K, comparándose con los niveles de desocupación del 2001 cuando el país se vino a pique. Pero la realidad es que el nivel de desocupación actual es similar al que teníamos a fin de la década del 80. No hemos avanzado nada en 30 años.
Y si a esto le sumamos los crecientes índices de pobreza, que según consultaras privadas se sitúan en el 27% (muy lejos del 5,4% del INDEK), lo que constituye la existencia de más de 11 millones de pobres. Y si se eliminaran los planes sociales conquistados a fuerza de muchas luchas, que a su vez el gobierno distribuye en forma clientelar, la pobreza superaría en la Argentina el 40% de la población.
Un plan de emergencia para generar empleo
Es necesario un plan intensivo de construcción de Obras de infraestructura y viviendas populares, que como parte de un plan económico alternativo, cree cientos de miles de puestos de trabajo, ya que la Construcción es generadora y multiplicadora del empleo en muchas ramas de la producción. Para ello tiene que haber una fuerte inversión estatal que destine los fondos del pago de la fraudulenta deuda externa y un fuerte impuesto de emergencia a la renta financiera y a las grandes fortunas para financiarlo.
Tiene que desarrollarse con el más estricto control de los trabajadores y la población, para evitar que se construyan rutas que no llevan a ninguna parte o que la inversión nunca se realice una vez que cobren las «cometas» o hagan negocios los empresarios amigos del gobierno. Que son los que se han enriquecido en la última década.
Gustavo Giménez, Coordinador nacional del MST Teresa Vive
