Apenas arranca la campaña electoral y ya dirigentes y cuadros del PO-FIT se muestran nerviosos, en las redes sociales, en su periódico y hasta personalmente. Quizás les preocupa no ser esta vez la única lista de izquierda, a diferencia de la elección de 2011 que fue una excepción en ese sentido. Ponemos a debate algunas cuestiones:
1. PO rechazó la unidad de la izquierda y también las internas. Para el MST, el desafío de la unidad para enfrentar a los partidos tradicionales sigue planteado. Y entendemos a la izquierda en un sentido abarcativo, que incluye a la izquierda independiente, a la izquierda cultural y social, a la izquierda no marxista, o sea que va más allá de la izquierda marxista en general y la trotskista en particular. En cambio para el PO basta y sobra con la unidad del FIT, que ni siquiera incluye a toda la izquierda trotskista.
Desde el MST vemos necesario unir a la izquierda y a un espacio más amplio, por ejemplo a los compañeros de la CTA opositora. Por eso en Provincia de Buenos Aires formamos el frente Podemos con Unidad Popular y otras fuerzas. Y por eso en Capital les propusimos la unidad a Altamira y a Lozano, con la opción de ir a internas en caso de desacuerdo en las candidaturas. Si la derecha se une, ¿por qué no la izquierda? ¿O no sirvió la unidad de la izquierda para ganarle una decena de seccionales del Suteba a la burocracia K? Lamentablemente, ambos dirigentes rechazaron ese mecanismo democrático.
Como Altamira sólo piensa en su ombligo y no en cómo construir una herramienta fuerte para mejor enfrentar a todas las variantes de la derecha, rechazó nuestra propuesta de unidad e internas (y hasta se las rechazó a su socio el PTS). Es como esos colegiales pedantes, que presumen de tener la regla más larga del grado pero se niegan a medirla con las de sus compañeritos…
2. No a los candidatos eternos. Todo partido tiene derecho a postular a quien quiera. Pero creemos que la izquierda necesita un profundo cambio cultural para deshacerse de todo dogmatismo y personalismo. Y eso incluye las cabezas de listas, donde el PO perpetúa desde hace décadas a su figura histórica en vez de promover candidatos jóvenes. Ni siquiera los partidos patronales muestran semejante inmovilismo auto-referencial a la hora de postular candidatos.
3. FIT: un frente electoralista. Toda la vanguardia obrera y juvenil sabe que el PO y el PTS difieren en casi todos los temas. No tienen ningún acuerdo estratégico, de modo que el FIT es sólo una cooperativa táctica para juntar votos. Ninguno de ellos se plantea siquiera la hipótesis de un movimiento más amplio y ambos se limitan a llevar agua a su molino, sin perspectiva de futuro.
4. PO: amalgamas para mentir. Como el MST formó el frente Nueva Izquierda con los compañeros del Partido Social porteño, con quienes venimos compartiendo muchas luchas justas y que a nivel nacional se referencian en la gobernadora fueguina Fabiana Ríos, el PO nos acusa de hacer un frente “con un partido de Estado y represor”. Ese método de la amalgama es repudiable, más aun cuando no se miden ellos con la misma vara. Cuando por ejemplo en el 2005 el PO proponía un frente con nosotros y el PC, que siempre defendió al oficialismo soviético, ¿acaso deberíamos haber acusado al PO de ser cómplice de todos los crímenes y traiciones del stalinismo, que no gobernaba Tierra del Fuego sino varios países del mundo? Realmente penoso.
5. ¿Qué “izquierda sojera”? ¿La que está adentro del FIT? Cuando en el conflicto de la 125 el MST apoyó a los pequeños y medianos productores agrarios, el PO nos acusó de izquierda sojera. Primero, todo impuesto que grave igual desde las agroexportadoras hasta los chacareros es regresivo y concentrador. Por eso el MST planteó retenciones segmentadas. Con su ni-ni, el PO fue funcional al gobierno K. Pero lo peor es que su socio menor en el FIT, Izquierda Socialista, tuvo exactamente la misma línea que el MST. Asombra entonces que el PO -y el PTS- hablen de izquierda sojera simulando no ver la que tienen adentro.
6. En pleno Argentinazo, frentepopulismo Que una corriente “troska” caiga en errores sectarios u oportunistas no es raro. Como a otros partidos, al MST nos ha pasado. Que el PO sea nacional-trotskista en vez de internacionalista también es un problema, aunque no insalvable. Pero cuando en una crisis revolucionaria, como la que vivimos a partir de diciembre de 2001, un partido que se dice revolucionario propone cogobernar con la burguesía ya la cosa pasa de castaño oscuro. Es la nefasta política del frente popular, típica del stalinismo, que Trotsky siempre combatió.
En el proyecto de ley que presentó el 28 de diciembre de 2001, el entonces legislador Altamira proponía una Asamblea Constituyente que sustituyera a los poderes Ejecutivo y Legislativo, y entretanto el poder lo ejercería un gobierno provisional de todos los bloques. Pero en la Legislatura porteña había 15 bloques burgueses y 4 de izquierda. ¡Eso sí que es cruzar una frontera de clase, con partidos de Estado y represores!
Llamamos a los dirigentes del PO a cambiar sus métodos e invitamos a sus cuadros y militantes a reflexionar sobre estas cuestiones. A nuestros lectores les proponemos no fortalecer con su voto esas prácticas sectarias y a apoyar a las listas del MST para ir por una nueva cultura de la izquierda, que no se limite a lo testimonial sino que busque incidir en la realidad.
Pablo Vasco, dirigente del MST