MST - Movimiento Socialista de los Trabajadores Lunes 27 de Agosto, actualizado hace 4 hs.

Escándalo en la FIFA. En el fútbol también hay que dar vuelta todo

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Lo que era un secreto a voces estalló un día como si se tratara de una revelación divina. La corrupción gobierna el negocio del fútbol, los sobornos y compra de partidos son moneda corriente y los principales dirigentes, junto con empresarios y gobernantes dirigen el proceso en el que la pelota finalmente se mancha y con ella el deporte más lindo del mundo.

Movida en las alturas

La justicia yanqui lanzo la bomba a pocos días del congreso de la FIFA que debía renovar autoridades. Sobornos, cometas, arreglos de partidos. Los principales dirigentes de la FIFA involucrados directamente en todo tipo de corruptelas. La bomba exploto, no porque los hechos sean novedosos, sino porque por primera vez las principales potencias del mundo fútbolístico y de los gobiernos imperialistas coincidieron en pedir la cabeza de Blatter.
Las vacas sagradas del fútbol se van extinguiendo y las nuevas camadas exigen su parte del negocio, esa es sin duda la explicación más racional al estallido. Sin embargo, cuando la podredumbre esta tan instalada es difícil controlar los alcances de estas operaciones, que involucran la organización de varios mundiales (pasados y por venir), partidos de eliminatorias e incluso, sobornos para que los perjudicados por arreglos de partidos no se quejen del perjuicio.
Una gran movida en las alturas prepara un cambio en la conducción de la FIFA, para salvar el sistema un par de cabezas tienen que rodar y esa es la explicación de que, a pesar de su triunfo en el congreso, Blatter renunciara pocos días después, al ver que las grandes potencias del fútbol le soltaban la mano.

La pelota embarrada

Los escándalos de corrupción repercuten como casos policiales pero las explicaciones son profundamente sistémicas y sociales. El capitalismo ha logrado embarrar casi todo lo que existe, de la única forma en que sabe hacerlo, transformándolo en un producto que se compra y se vende, en una mercancía.
La pasión de un gol, la adrenalina de una gambeta o la alegría de disfrutar del juego se empaquetan y se venden y es así como personajes que jamás pisaron un potrero, acomodan el juego a la medida de sus bolsillos.
Mientras nosotros observamos anonadados las cabriolas increíbles de Messi o las heroicas estiradas de Mascherano para recuperar una pelota, hay quienes le ponen un precio, una marca, un modo de vestirlas, una bebida que los energiza y la obra social que los cuida. Una increíble maquinaria de negocios, una burbuja especulativa donde un puñado de empresarios multiplican sus ganancias, un negocio violento, donde las mafias se adueñan de las tribunas y se entrenan los matones a sueldo de las distintas facciones de los partidos tradicionales. El fútbol ya no es un juego, al menos no el que controla la FIFA, y no se trata solo de la corrupción, se trata de la obscenidad de que el contrato de un tipo que corre con una pelota alcance para miles de chicos que hoy no comen, puedan hacerlo. Nos robaron el fútbol y lo hundieron en el barro, para recuperarlo va a ser necesaria una verdadera revolución, que poco tiene que ver con el recambio de Blatter por algún otro gerente.

La corrupción, la violencia y los negocios son el reflejo de un sistema social decadente

Julio Humberto Grondona, Gobernó la AFA y co gobernó la FIFA porque tuvo el aval de los gobiernos de turno, desde los militares hasta el kirchnerismo. Supo ser radical, peronista y de ninguno de los dos cuando le convenía y por eso fue la síntesis del funcionamiento del capitalismo aplicada al fútbol. Donde la corrupción es el lubricante de un sistema de por si perverso, donde los pibes valen de acuerdo a sus posibilidades de ser vendidos y así unos pocos “triunfan” mientras que miles quedan en el camino. La ilusión de ser Messi, transforma el derecho de cualquier pibe de barrio a jugar en una carrera por ser el mejor. La “profesionalización” del juego transformó a los clubes, que eran lugares de desarrollo social y comunitario, verdaderos centros de organización popular en empresas hiper mercantilizadas que venden hasta el pasto de las canchas. Los gobiernos alentaron la televisación masiva y al mismo tiempo la elitización del acceso al estadio, donde además de los palcos vip y el aumento de las entradas, además hay que convivir con el control de los barras, dueños y señores del “territorio” que transformaron los estadios en base de operaciones para todo tipo de actividades delictivas.
Recuperar el fútbol es entonces mucho más que enfrentar la corrupción, es recuperar el control social de los clubes, es pelear por una política de igualdad en el acceso al deporte en cada barrio y escuela, para que los pibes recuperen su derecho a jugar. Recuperar el fútbol es ponerle un tope a la especulación, transparentando las cuentas y prohibiendo la privatización y los contratos millonarios. Recuperar el fútbol es echar a patadas a los barras y a los dirigentes corruptos y socios de los gobiernos. Recuperar el fútbol es, en definitiva, parte de la pelea por terminar con el capitalismo y construir una sociedad donde una gambeta no valga más, ni menos, que un aplauso.

Martín Carcione

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