Gendarmería nacional: Centinela de la patria capitalista

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El decreto de Macri que autoriza la intervención de la esa fuerza militar en conflictos internos es un cambio de calidad. El contexto actual de ajuste está asociado a la necesidad de fortalecer el aparato de represión. Repaso histórico y actualidad de la gendarmería. Una posición anti-represiva, transicional democrática y socialista.

En otro artículo de esta prensa detallamos los aspectos técnicos del decreto del presidente. A nosotros nos toca explicar en principio, el marco político que le da sentido a esta medida. Para empezar, la novedad radica en la intervención directa en la conducción económica del país del FMI, lo cual significa decir la injerencia directa del capital financiero y el imperialismo hegemónico. La incertidumbre sobre la dinámica del proceso de lucha de clases domina a la burguesía. Con razón, claro, pronostica conflictividad social. Detrás de las ampulosas apreciaciones técnicas de los economistas del sistema, opera la previsión política de los que mandan. Ante ese panorama, entonces, el decreto que analizamos tiene dos propósitos:

  • Dar una fuerte señal de autoridad política al capital, mostrar predisposición a reprimir.
  • En el plano material concreto, supone organizar la fuerza del aparato estatal para responder a la reacción obrera y popular.

No es ninguna casualidad que el propio diario Clarín informe que el macrismo tiene diseñado un plan de saturación preventivo en el Conurbano con doce mil efectivos de Gendarmería. En paralelo, la decisión del gobierno de Cambiemos se orienta a la protección militar de la propiedad capitalista extractiva tal como Vaca Muerta y otros enclaves del saqueo. Las crisis son en política, antes que nada una revelación del contenido de clase de todas las posiciones.

Historia de la crueldad burguesa

La clase dominante en Argentina trató por todos los medios de proteger socialmente a la Gendarmería después de la revolución democrática que barrió a las fuerzas armadas como opción de poder en 1982. Construyó desde entonces un relato que disocia a esa institución del genocidio. La historia oficial dice que la Gendarmería Nacional Argentina nace como una nueva fuerza de seguridad militar con funciones de policía para proteger las zonas de frontera. Sin embargo, la verdad es otra: siempre tuvo el rol de intervenir en los conflictos sociales dentro del territorio nacional como brazo armado del Estado para sofocarlos y restaurar el “orden”. Radicales y peronistas la usaron para eso. Yrigoyen, por ejemplo, en 1921 reprimió la huelga de los peones patagónicos utilizando las llamadas “gendarmerías volantes”, de jurisdicción provincial. Lo mismo hizo ese mismo año con las protestas de los obreros de La Forestal en Chaco. Sin embargo, formalmente esta fuerza se crea en 1938 en la llamada Década Infame casi a pedido de la firma Bunge & Born para combatir a bandidos rurales como Mate Cocido y otros, que actuaban en sus propiedades en el norte del país. A partir de entonces, la larguísima enumeración de represiones salvajes instrumentadas por los “centinelas de la patria” daría para un interminable registro. Vamos a señalar algunas de las más emblemáticas:

Masacre de los Pilagá (1947). Todavía Formosa no era provincia, pero el territorio era explotado por grandes latifundistas. Un grupo de originarios de esa comunidad fue expulsado por el terrateniente azucarero Patrón Costa de Salta. En el camino, el empresariado de la región solicitó la intervención militar. Perón avaló un verdadero fusilamiento en el paraje conocido como Rincón Bomba. Se estima en casi 1000 los asesinados. La investigadora Valeria Mapelman reconstruyó la historia. La Gendarmería ejecutora. Perón, responsable político. Represión obrera en Mataderos (1959). Ahora el turno es de otro gobierno radical, Frondizi. Los trabajadores del frigorífico estatal Lisandro de la Torre se oponen al plan de privatización del gobierno ocupando la empresa. En enero de aquel año micros, carros de asalto, tanques Sherman respaldaron la incursión de Gendarmería. Los obreros de la carne resistieron casi 4 horas el desalojo. Después de eso el barrio de Mataderos se llenó de barricadas organizadas por los vecinos. Ledesma, Jujuy (1976). La semana del 20 al 27 de julio la Gendarmería encabezó un operativo de secuestro de más de 400 personas a pedido de los Blaquier, dueños del Ingenio Ledesma. Ese enclave de organización clasista de base, fue intervenido por la fuerza represiva con listas confeccionadas en el directorio de esa empresa. Durante 7 noches, de 22 a 6 hs la fuerza estatal interrumpía el suministro eléctrico y tomaba por asalto los barrios obreros. Todavía hay 55 desaparecidos. Cutral Có (1996-1997). La desocupación bajo el menemismo emergió como un fenómeno nuevo y explosivo. El piquete, como histórico método de lucha usado por el movimiento obrero, fue usado en los 90 para reclamar trabajo digno. La Gendarmería intervino en la mayoría de estos conflictos como fuerza de choque del gobierno nacional para desalojar las rutas nacionales. En 1997 una bala policial mató a una empleada doméstica de 25 años, mamá de 3 nenes: era Teresa Rodríguez. Fue en el marco del primer levantamiento bajo el menemismo, el Cutralcazo. Con De la Rúa y la Alianza, la Gendarmería probó su condición pronto: debutó reprimiendo en el puente General Belgrano que une Corrientes y Chaco asesinando en una protesta a dos manifestantes: Francisco Ojeda y Mauro Escobar. El primero murió desangrado, el segundo de un balazo en el corazón. El kirchnerismo en esto también desplegó un denso doble discurso. Derrochó consignas anti-represivas, pero reforzó el aparato de espionaje interno y puso al comando de todo, a Milani, represor de la última dictadura. Además de intervenir en varias huelgas y conflictos, se supo que Gendarmería montó un esquema de inteligencia sobre las organizaciones de lucha: el nefasto Proyecto X. Todos los partidos patronales usaron como instrumento de represión a esa institución.

Coyuntura y estrategia socialista

Sobre el final queremos trazar un planteo en dos sentidos conectados. Por una parte, es decisivo desplegar un amplio y extendido movimiento anti-represivo con la más amplia unidad democrática, para rechazar todo reforzamiento represivo del poder que se prepara para respaldar el plan de ajuste digita el FMI. Esto compromete nuestra actividad militante con acciones de lucha en común con otras fuerzas políticas, sindicales, estudiantiles y sociales en todos los frentes. En simultáneo, queremos dejar enunciada nuestra estrategia sobre el aparato de represión. Para empezar, exigimos la apertura de todos los archivos de la última dictadura. El propósito es que se conozcan todos los responsables civiles y militares, para juzgarlos como criminales de lesa humanidad. Planteamos que rija el principio de “inversión de la prueba”: que sean esos personajes por la institución que integraron, culpables hasta que demuestren lo contrario ante tribunales populares. Luchamos por el desmantelamiento de todas las cúpulas comprometidas con la represión y el espionaje al servicio del capital. Y en la perspectiva de nuevas confrontaciones sociales, levantar un programa transicional clave: incentivar la desobediencia a los mandos del personal de base, proponiendo el derecho a la autoorganización, la sindicalización y a agruparse en tendencias políticas de forma abierta y libre. Los socialistas tenemos la obligación de utilizar todas las grietas del aparato estatal que se agudizan en las crisis, como punto de apoyo secundario de la movilización obrera y popular en lucha por el poder. Esta es nuestra perspectiva estratégica.

Mariano Rosa

 


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