29 de mayo de 1974: La Masacre de Pacheco

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El mes de mayo de 1974 pasaría a la historia como un mes bañado en sangre desde sus primeros días. El 1º de mayo Perón echó de la Plaza a los Montoneros y a los militantes de la JTP que son acusados por el viejo general de “estúpidos e imberbes”. En los días siguientes, una ola de secuestros y asesinatos en manos de las bandas fascistas amparadas por el poder político, sacude el país. Tratan en vano, de frenar una marea que crece, obreros y estudiantes que enfrentan a la burocracia sindical y al nuevo Código Penal que intenta imponer el gobierno. Y una vez más, el PST, partido antecesor del MST, es también destinatario de la furia asesina.

En Campana aparece muerto y salvajemente mutilado nuestro compañero Inocencio “Indio” Fernández. El “Indio” tenía 26 años, era trabajador metalúrgico de CORMASA, en Gral. Pache-co. CORMASA, junto con las otras dos fábricas CORNI, eran parte de la oposición metalúrgica en la seccional Vicente López, que el PST dirigía. 500 compañeros despidieron su cuerpo mutilado por las balas en el local de Pacheco y después escucharon las palabras de los dirigentes del PST en el cruce de Panamericana y la ruta 197.

El terror siguió en Pacheco contra el PST

En la zona norte del Gran Bs As, el PST tenía 4 locales. El de Munro, el de Beccar (que había sufrido varios atentados), el de San Miguel y el de Pacheco. En todos ellos se nucleaba mucha juventud y sobre todo, vanguardia obrera que enfrentaba a la burocracia y los planes del gobierno peronista.

El 29 de mayo de 1974 sucedió un nuevo hecho. La sede de un partido político legal, el PST, fue asaltada y ocupada por un grupo comando de la Triple A. Con un intenso tiroteo, el grupo comando logró quebrar la resistencia de la guardia del local, y mientras varios compañeros pudieron escapar por los fondos, seis compañeros del PST fueron secuestrados. Tres eran compañeras, y fueron liberadas unas horas más tarde. Los tres compañeros aparecieron fusilados.

Oscar “Hijitus” Meza tenía 26 años, era obrero de Astilleros Astarsa. Antonio “Toni” Moses tenía 24 años y era obrero metalúrgico de Wobron. Y Mario “Tano” Zidda tenía 22 años, era estudiante. Eran tres jóvenes militantes del PST de Pacheco. Sus vidas estaban llenas de alegría, de pasión, de fuerza y de rebeldía. Querían cambiar sus fábricas, sus gremios, sus colegios y sus barrios. Querían cambiar el país y el mundo. La Triple A y el gobierno peronista no los dejaron. Pero su sangre sembró más rebeldía y más pasión en la lucha.

La “Masacre de Pacheco”, como se la conoció en esa época, fue un golpe durísimo para el PST, pero fue la señal de alerta de lo que se venía. Por eso, nuestro partido organizó un gran acto unitario para despedir a nuestros compañeros asesinados. Y en ese acto, ofrecimos la palabra a todas las organizaciones, las políticas, las guerrilleras, las clasistas. En ese acto, Ortega Peña, asesinado posteriormente por la Triple A, dijo que las muertes de Pacheco tenían nombre y apellido: Juan Domingo Perón. Y en ese acto, Nahuel Moreno, en nombre de la dirección del PST, propuso a todas las organizaciones presentes dejar de “juntarnos solo para velar nuestros muertos, y organizar, ya mismo, piquetes de autode-fensa armada para impedir que la bestia de la Triple A, amparada por el gobierno, pueda seguir creciendo. No queremos la unidad de acción para acompañar nuestros muertos. La queremos para aplastar al fascismo!”. Lamentablemente la propuesta del PST no fue escuchada.

Hoy, 38 años después, los mismos que se llenan la boca hablando de derechos humanos votan una nueva Ley Antite-rrorista. Pasaron casi 4 décadas, pero la sangre de Oscar, de Antonio y de Mario, no se derramó en vano. Ellos siguen presentes con nosotros. Están en Pacheco y en todo el país. Están la puerta de Kraft, del Rioplatense o de la Ford. En la esquina de 197 y ruta 9, a metros de donde los secuestraron. Están en todas y cada una de las luchas. Y nunca, nunca, los vamos a olvidar. Llevaremos su nombre a la victoria final de la clase obrera.

Carlos Maradona