2012: año de quiebre y bronca

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La Plaza llena de trabajadores en la tarde de ayer es el símbolo del año que termina. Un año que condenó al recuerdo aquel 54% que tanto se nombraba en los palcos oficiales, como si se tratara de un permiso para hacer lo que se les dé la gana con todo y con todos. 2012 ha sido el año del quiebre. Una seguidilla de hechos políticos de gran envergadura ha demostrado que el gobierno perdió la mayoría social. Esto tiñe todo y se hará sentir hacia delante.

Quiebre de los sectores medios

Cacerolazo 8N.
Cacerolazo 8N.

El cepo al dólar, el escándalo de corrupción Boudou-Ciccone y las apariciones en cadena nacional mostrando un país sin inflación ni inseguridad venían generando malestar en grandes franjas de la sociedad. La descalificación del gobierno tildando de derechista o golpista a cualquier reclamo o crítica le fueron agregando leña al fuego. Hasta que el intento de re-reelección terminó por colmar la paciencia. A poco menos de un año del segundo mandato, los principales funcionarios aparecían desesperados por otros cuatro años en el poder. El 13 de septiembre cientos de miles hicieron un cacerolazo en las ciudades más pobladas del país. Se mezclaron reclamos justos con propuestas reaccionarias y políticos de derecha buscando quedarse con algo. Pero, aún con esas contradicciones, se trató de una manifestación masiva de la bronca en los sectores medios. Cristina recurrió al discurso acostumbrado: ‘Son los dueños de la Argentina’, ‘Clarín y las corporaciones están detrás de los cacerolazos’. La demostración se repitió el 8 de noviembre. Fue más grande y extendida, logrando incorporar más sectores populares y reclamos concretos. Se consumaba así el quiebre de una franja significativa de los sectores medios de las grandes ciudades con el gobierno K.

Bronca de los trabajadores

Paro 20 N.

Con un impuesto al salario y la pérdida de las asignaciones familiares afectando a millones, entre los trabajadores creciendo el debate sobre el rumbo que llevaba el país. Impuestazos en provincias y municipios, aumentos en el transporte público y los servicios y sobre todo una inflación que se come aceleradamente el salario motivaron meses de conflictos a lo largo y ancho del país. El alejamiento de Moyano del gobierno potenció estos debates por abajo. Vino el paro nacional de CTA el 8/6 y después el paro CTA-CGT y la movilización de camioneros el 27/6. El cambio en el mapa sindical colocaba la posibilidad de lograr importantes medidas en unidad de acción, que fortalezcan el reclamo de los trabajadores. Así se avanzó con el paro de CTA y la movilización conjunta del 10/10. Y se vio contundentemente en el parazo del 20/11 que dejó al país como si fuera un domingo. Sin desconocer las importantes diferencias existentes entre los sectores, la unidad de acción CTA-CGT es un hecho nuevo e importante, ya que posibilita la realización de medidas de mayor alcance. Incluso sectores cuyos dirigentes están en la CGT cristinista se terminaron sumando a algunas medidas. En este proceso la CTA de Micheli ha jugado un papel positivo, ayudando a concretar las medidas de lucha, por eso se ha fortalecido. Hablar de un quiebre entre los trabajadores es doblemente importante. En primer lugar por el peso de la clase obrera en nuestro país. En segundo término, porque aquí el respaldo al gobierno era notorio y eso cambió.

La crisis entró y mostró que el modelo K no sirve

Masacre de Once.
Masacre de Once.

Cuando anunciaron la quita de los subsidios al transporte, los ministros K adelantaban el rumbo que tenían pensado transitar. Aquel discurso que hablaba de un país blindado de la crisis internacional, dio paso a otro, que informaba que el mundo se nos venía encima. La caja se achicaba y había que recortar o meter mano de donde se pusiera para preservar los negocios de los capitalistas. Por eso se apaleó a los pueblos del norte, mientras se defendía a las mineras; por eso se le dijo vagos a los docentes mientras se les daba un aumento miserable por decreto; por eso vino la masacre de Once y no hay ningún responsable, pero las empresas privadas siguen recibiendo millonarios subsidios. El choque del tren generó una onda expansiva que cuestionó el modelo de privatizar todo, dejando que empresas hagan grandes negocios sin poner un peso. Después vino el caso de la Fragata, confirmando que la política sigue siendo pagar la deuda. Y en noviembre hubo un apagón importante que colapsó Capital, pero el ministro De Vido dijo que alguien ‘bajó la palanca’. Cada una de estas cosas puso en evidencia que el modelo K no ha solucionado ningún problema estructural en 10 años y encima se avanza en medidas de ajuste contra el pueblo para descargar la crisis internacional.

Represión en Tinogasta.

 

El gobierno más aislado y débil

Aunque tuvo y tiene iniciativas para posicionarse, lo que marcó la salud del gobierno es su creciente aislamiento y, por consiguiente, su debilidad. Su doble discurso perdió peso y sus iniciativas no lograron el impacto de otros momentos. El proyecto de comprar el 51% de acciones de YPF se presentó con bombos y platillos, pero ni recuperó la soberanía hidrocarburífera y el gas ni logró tapar los problemas cotidianos. Luego vinieron meses de desorientación y finalmente se lanzó el 7D para tratar de reponerse de los cacerolazos y paros masivos. Pero incluso esa última puesta en escena terminó fracasando, convertida en un festival artístico con un gobierno que no pudo festejar. Párrafo aparte debe darse al pacto PRO-K que se vió en el Congreso con la ley de ART y en la Legislatura porteña con varios negociados inmobiliarios de los dos gobiernos.
Sin nada nuevo que mostrar, el gobierno apostó a una defensa cerrada del modelo, justificando el impuesto al salario, la negación del 82% móvil, el vaciamiento del Banco Ciudad, la destrucción de los ferrocarriles, el pago de la deuda externa. Como resultado sólo mantiene el diálogo con su núcleo duro de seguidores, aislándose de la mayoría.

Crece el espacio político

Quiebre político, bronca de los de abajo, modelo en crisis y gobierno sordo a los reclamos. En este contexto crece el debate sobre cómo salir de esta situación. En los lugares de trabajo, de estudio, en los barrios, en la calle, cada vez más discuten que hace falta un cambio. De la Sota, Scioli, Macri y otros referentes apuestan a encabezar un espacio conservador, para disputarle al gobierno sin poner en riesgo los negocios capitalistas. También se juega la UCR a una ‘nueva alianza’ con Binner y otros sectores. Estas opciones ya las hemos probado y no resolvieron los problemas del pueblo trabajador. Son proyectos que no tienen una propuesta transformadora para oponerle al gobierno K y sus referentes están gobernando contra el pueblo en sus provincias. Por eso no logran sumar a los trabajadores, jóvenes, vecinos, etc. Y con la profundización de los problemas estructurales y de los efectos de la crisis, será más difícil que lo logren.

2013 re-cargado

El MST en Plaza de Mayo.

Sin dudas, lo que antes se afirma nos coloca en vísperas de un año movido. La pelea por salario y condiciones de trabajo se va a colocar a la orden del día. Allí se seguirán poniendo a prueba las políticas de unidad de acción y la propia ubicación de la CTA y las nuevas organizaciones como la Federación Nacional Docente; a su vez se probarán nuevos dirigentes de los trabajadores que tendrán el desafío de potenciar el proceso de lucha contra la burocracia sindical. Habrá procesos de organización y lucha en la juventud, en los barrios, en los frentes de género y diversidad, en todos ellos habrá que participar y ayudar a que se pueda avanzar. Pero habrá una tarea central que cruzará todo el 2013 y es la batalla político-electoral. La necesidad de fortalecer una alternativa como la que estamos construyendo (ver nota aparte) es fundamental para disputarle al kirchnerismo, al Pro y los viejos partidos, poniendo en pie una herramienta fuerte que pueda contener a muchos compañeros. Cada paso que podamos dar en función de estas tareas será clave para las futuras confrontaciones y desafíos que seguro vendrán.

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