La corte falló contra la elección de consejeros de la magistratura

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Ni reforma K, ni vieja justicia

Hay que ubicar el fallo de la corte suprema como parte del análisis de la coyuntura electoral que atraviesa el país. Indudablemente la suspensión de la elección a consejeros de la magistratura supone un límite a la ofensiva K ¿por qué se dio? ¿qué implicancias tiene? Una perspectiva independiente desde la izquierda para abordar el tema

Finalmente se develó la incógnita sobre el fallo de la corte. Después de muchas especulaciones y escenarios hipotéticos, a la postre por 6 votos a 1-el de Zaffaroni por expreso pedido de la presidente- la corte se pronunció por la suspensión de la elección de consejeros. Este no es un dato menor. La corte y de conjunto la institución judicial es efectivamente una corporación políticamente dirigida. El carácter vitalicio de los jueces, invulnerables a todo, los hace dependientes del poder de turno. Pero cuando avizoran «fin de ciclo» en el poder gobernante, como todos los aparatos conservadores del régimen capitalista, se reubican para mantener el statu quo y preparan un nuevo contrato de lealtad con la fracción del establishment que se presente en condiciones de acceder a la sucesión. Esa lógica opera detrás del abandono al kirchnerismo de la corporación judicial en general y de la corte suprema en particular. Por eso, el fallo adverso al oficialismo nacional es un golpe político en varios sentidos:

  • primero, porque le impide avanzar en el proceso de control hegemónico de la justicia como pretendían con mayoría en el consejo de la magistratura.
  • segundo, porque la suspensión de esta elección impide el recurso político con el cual el kirchnerismo pretendía plebiscitarse nacionalmente en un debate nacional y disimular por esa vía las derrotas distritales en las provincias más importantes.
  • en tercer término, el fallo contrario de la corte precedido políticamente por un nuevo desastre social como el de Castelar y posteriormente por la aparición de Massa reagrupando al PJ bonaerense, a sectores de la burocracia sindical y la UIA; deja al kirchnerismo en una situación de aislamiento político muy pronunciado.

Vale decir: la corte le propinó un fuerte cachetazo al kirchnerismo que agudiza su crisis política.

El gobierno nacional pretendía kirchnerizar la justicia

Tal como dijimos más arriba la actual institución judicial no tiene nada de independiente. La existencia del consejo de la magistratura, hijo putativo del Pacto de Olivos, es la consumación del reparto entre las fuerzas políticas tradicionales del control de los jueces. El kirchnerismo, lejos de pretender independizar el poder judicial de la «partidocracia» y ponerlo bajo subordinación social, se jugó a copar la justicia para defenderse en el período de vacas flacas que se le viene. Por eso, nosotros no nos engañamos: el kirchnerismo no planteó más que en el discurso ninguna democratización real, sino un proceso de hegemonización de su fracción política en torno a la justicia. La corporación se defendió, no por independiente, sino porque ve al kirchnerismo en retirada y también porque como aparato conservador que es defiende sus privilegios. Por eso, nosotros lo planteamos con claridad: así como está la justicia, no funciona para el pueblo y hace falta democratizar en serio. Con los K nada de eso es posible.

La oposición reaccionaria defiende el statu quo

Toda la oposición de derecha al kirchnerismo festejó el fallo de la corte. Más todavía: la presión del grupo Clarín jugadísimo contra la reforma judicial fue notoria. La oposición festejó el fallo como una victoria política. Está claro que el oficialismo nacional pierde mucho en esta. También es cierto que el kirchnerismo quería «copar» la justicia. Pero la realidad es que no es menos cierto que desde el PRO, hasta el peronismo disidente, la UCR-FAP y hasta Pino Solanas, no proponen ninguna medida democratizadora en serio de la justicia. Detrás de toda la hojarasca de «la independencia de la justicia» en realidad defienden poder seguir teniendo participación en la elección de los jueces y que el oficialismo controle todo. Por eso, ni el kirchnerismo quiere democratizar ni la derecha defiende ninguna independencia: hace falta un debate a fondo sobre la real democratización de la justicia.

Hacia una reforma integral de la justicia

Efectivamente desde la izquierda planteamos una visión de cambio estructural de la justicia. En principio proponemos arrebatarle el control a los viejos partidos y los intereses capitalistas. Para eso, hay que diseñar un dispositivo de funcionamiento que modifique la naturaleza de esta institución y la ponga bajo control social:

Juicios por jurados

  1. Jueces electos por voto popular, en elecciones separadas de los partidos y sin consejos de la magistratura sujetos al poder político
  2. Revocabilidad del cargo de todos los jueces como del conjunto de los funcionarios electivos
  3. Separación y pase a disponibilidad de todos los jueces federales de pasado procesista

Estas medidas son la base de una lógica opuesta a la actual justicia ya que pulverizan el carácter vitalicio de los cargos y somete a la justicia al control social. En conclusión: una real democratización de la justicia pasa por invertir la subordinación de esta institución, no ya al poder de turno sino al poder de siempre: el pueblo.

Lacorte


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