En el día de ayer, el Consejo de Administración de Repsol informó en un comunicado que rechazaba las propuestas hechas por YPF. La oferta argentina consistía en hacer ingresar a Repsol a una sociedad conformada por activos de la formación de shale Vaca Muerta con el 6,4% del total del yacimiento. En dicha sociedad YPF tendría el 51%; Repsol, 47% y Pemex, 2%.
Del otro lado, se presentó un escrito que afirma que «YPF destaca la actitud de Repsol de manifestarse abierto al diálogo para alcanzar una solución negociada y satisfactoria para los intereses de ambas compañías». Allí, se niega que la propuesta de sociedad se haya realizado en nombre del gobierno nacional. Si se tiene en cuenta que el estado tiene el 51% de las acciones, lo que se afirma es una mentira absoluta.
Simplemente estamos frente a una muestra más de la verdadera política del kirchnerismo en materia de energía y recursos naturales.
Para tener soberanía energética, YPF 100% estatal con control social
El gobierno dijo que con su proyecto de «nacionalización de YPF» íbamos a recuperar la soberanía energética. La realidad es que hoy necesitamos comprar energía en el exterior por 10.000 millones de dólares. Y una cantidad muy grande de la población aún tiene que abastecerse con gas envasado en una garrafa cara y muchas veces difícil de encontrar.
Lejos de avanzar en mayor independencia, apenas pasado el circo que montó el gobierno, los directivos de YPF comenzaron a realizar viajes para concretar reuniones con Chevron, Total y otras multinacionales del petróleo. No sólo dejamos intacto el control de más del 60% de la producción petrolera que tienen las grandes corporaciones en el país, sino que además las vamos a buscar para ofrecerles que hagan ganancias con los nuevos pozos que se van descubriendo en país. Ahora aparece también Repsol. La misma empresa que ha sido responsable del retroceso global de YPF durante los años en los que estuvo a su cargo. Una muestra clara de que entre el discurso y la política real del kirchnerismo hay una distancia enorme.
Si queremos lograr soberanía energética, hay que terminar con este modelo que, aunque hable de nacionalizar, mantiene a las multinacionales en el manejo de nuestros recursos naturales. Hace falta una YPF 100% estatal con control social, que tenga el control de toda la producción e industrialización del petróleo y el gas que hay en el país. Si no avanzamos por este camino, la soberanía estará cada vez más lejos.
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