El discurso falaz de un modelo que se acaba

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El 4 de febrero, en un acto transmitido por cadena nacional, la presidenta CFK intentó mostrarse dura contra los que amasan fortunas, compran dólares y aumentan los precios. Lo increíble de tan pobre actuación mediática, es que CFK habla como si el gobierno no tuviera nada que ver con esta situación. Se pone en un rol de analista que no le cabe y desde ahí critica y se enoja por una situación de la cual no es espectadora sino protagonista y responsable central.

Entre tanto discurso, tuvo la triste idea de intentar convencernos de que los trabajadores somos los que compramos dólares y que eso demuestra que el salario alcanza y sobra. Un insulto indignante a la realidad que vivimos millones de asalariados, cansados de largas horas de trabajo y de hacer malabares para intentar llegar a fin de mes. CFK habla como si la realidad no existiera. Solo sus últimas medidas devaluatorias y la inflación que no cesa dejaron el triste dato de 500.000 nuevos pobres. Ni esos miles ni tantos otros millones compramos dólares. Y si una parte de trabajadores tiene la posibilidad de hacerlo no es por exceso de riqueza sino por la preocupación que le causa ver que el peso se viene abajo. Es un intento desesperado de una franja de la población por tratar de ahorrar algo antes que todo se desmadre.

Además, lo que a duras penas pueden hacer una parte de los asalariados, no tiene ninguna relación con la verdadera fiesta de acumulación de dólares que viven los grandes empresarios, los grandes exportadores y la propia CFK y sus funcionarios del gobierno. El grueso absoluto de la torta se la llevan los mismos de siempre a costa de una brutal desigualdad social. Los grandes capitalistas que sacan la plata del país, los que juegan y especulan en la timba financiera (incluido Capitanich) los que realizan negocios millonarios desde el estado y los que –como CFK- pasan por la función pública y salen de la misma inmoralmente más ricos de cómo entraron. Esa es la fiesta que hay que parar, en lugar de atacar a los trabajadores y pedirles nuevos sacrificios.

CFK dijo también con vehemencia: “no vamos a permitir que sigan saqueando el bolsillo de los argentinos” Y convocó a “apostar a lo que nunca hubo en la Argentina: una burguesía con conciencia nacional”. Lo que no dijo es la verdad. Primero porque es su gobierno quien permite y alienta que nos saqueen el bolsillo. Lo hace directamente con la inflación que no controla, con el impuesto al salario, con el aumento del transporte, el combustible y los peajes. Y es su gobierno quien además permite que las grandes trasnacionales petroleras y mineras se lleven afuera nuestras riquezas y a la vez sus cuantiosas ganancias. Y ese enriquecimiento es el sueño de la “burguesía nacional” y no otro. El lograr que el poder de turno le conceda la posibilidad de engrandecerse. Por eso siempre en la historia (y así será en el futuro) no tendrá conciencia “nacional” sino “conciencia económica y de clase” para hacer lo que haga falta y obtener más ganancias. Como lo hace a diario un Cristóbal López, Vila-Manzano, la familia Macri y la propia familia Kirchner en su lujosa cadena hotelera. O los gobernadores enfeudalizados (sean del PJ o la UCR) con sus jugosos negocios provinciales.

Mientras nos intentaba convencer de esta falacia, la presidenta anunció el aumento a los jubilados provenientes de la ley de movilidad jubilatoria. Bombos y platillos para anunciar que desde marzo el 70% de nuestros viejos cobrarán… $2.757. Por suerte no se le ocurrió denunciarlos por intentar comprar dólares con “semejantes salarios”. Nuestros abuelos, que trabajaron toda su vida, no merecen migajas sino un sueldo digno mediante el 82% móvil del salario real de los trabajadores. Quienes a su vez necesitan un salario mínimo acorde a la canasta familiar. Nada de esto les da el modelo. Y por eso hay que pelear por otro proyecto y otra salida.

Una salida que no puede estar emparentada en lo más mínimo con la oposición patronal de un Macri, Massa, De la Sota o el FAP y la UCR. Todos han gobernado siempre en la misma dirección. La realidad actual de crisis profunda del kirchnerismo y sus recetas devaluatorias y represivas ponen más que nunca por delante la tarea de construir una salida desde la izquierda. Para eso, y como desarrollamos en estas páginas, desde el MST convocamos a apoyar las luchas en curso comenzando por reclamar verdaderos aumentos salariales y a construir un gran frente o movimiento político unitario que se juegue a gobernar, acordando un programa anticapitalista común y usando mecanismos democráticos como una gran interna de toda la izquierda, para garantizar la unidad que hace falta y que hoy no existe. Para pelear por todo esto te invitamos a sumarte al MST-Nueva Izquierda.

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