Polarización y cambios políticos en Europa

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La crisis global y sus consecuencias

Las elecciones al Parlamento Europeo hicieron temblar el viejo continente al destacar nuevos triunfadores a derecha e izquierda y el derrumbe de los partidos que aplican las recetas de austeridad. En el trasfondo de esos resultados electorales polarizados y cambios en curso está la crisis capitalista que desde hace varios años afecta a Europa y el mundo entero. Se abren perspectivas de mayor tensión social y política.

Al concluir las elecciones europeas del 25 de mayo, los medios de comunicación del mundo se plagaron de noticias alertando sobre los cambios producidos y, en especial, sobre el Frente Nacional de Marine Le Pen, la expresión de extrema derecha que se alzó con una clara victoria en Francia, el segundo país de Europa continental. Desde ya, ese triunfo es un hecho muy importante y a tener en cuenta en la perspectiva pero no el único. En este artículo intentamos realizar un análisis integral que saque a luz el conjunto de conclusiones que arrojan los resultados y sus motivos.

La crisis capitalista como disparador de los cambios políticos

En primer lugar, no se pueden comprender los resultados sin el escenario de crisis capitalista que lleva ya siete años. La crisis global se preveía a largo plazo e incluso en el último período fue llegando a nuevas regiones del mundo. Golpea también a las economías emergentes como Brasil, que hoy vive el mundial de fútbol más conflictivo que se hubiera imaginado entre huelgas y movilizaciones de protesta contra el gobierno y los mega-negocios de FIFA.
En ese contexto que afecta a todas las potencias, desde que Europa se metió de lleno en la crisis no encontró cómo salir de la misma. Ya son años de países en recesión o casi nulo crecimiento económico. Millones de parados, jóvenes sin futuro, pérdida de las conquistas sociales de posguerra, la inmigración como consecuencia de crisis extrema y guerras en países y continentes cercanos. Cientos de millones sufren esta situación mientras los organismos políticos y económicos del poder europeo, comandado por Alemania, insisten con planes de austeridad, recortes sociales y pagos millonarios de las deudas nacionales a los organismos de crédito.
En el afán de hacerle pagar a los trabajadores y los pueblos los costos de esta tremenda crisis, la burguesía imperialista europea aprieta las clavijas mientras se debate qué rumbo seguir. Y en esa situación irrumpió este primer cambio político de magnitud expresado el 25M, que arranca del castigo contundente a los partidos gobernantes, responsables de aplicar en nombre de la Unión Europea los planes de austeridad impuestos por Alemania. Los resultados electorales han sido un reflejo directo en la superestructura política, de la crisis capitalista que al interior de Europa lejos está de su final. Y que además se combina con la crisis política, militar y social que desde el oriente también afecta el corazón europeo por sus fuertes lazos comerciales y gasíferos, como es el conflicto de Rusia y Ucrania o las revueltas en Bosnia, por citar dos ejemplos.

Se resquebrajan viejos partidos y gobiernos

Al compás de la crisis capitalista, los históricos partidos de cada país se fueron poniendo a tono con las necesidades del poder político y financiero, disponiéndose a ser garantes de sus medidas. Como nunca antes se vio, partidos liberales y la socialdemocracia se mimetizaron en función de aplicar planes similares de ajuste. Le tocó hacerlo al PS en Francia, al PP en España, a Nueva Democracia y el PASOK en Grecia o al Partido Conservador en Gran Bretaña, por tomar cuatro importantes ejemplos. Unos y otros fueron derrotados en las elecciones, sufriendo graves golpes políticos y profundizando la etapa de ruptura de franjas de masas con esos partidos históricos.
En algunos casos, esta brutal derrota trajo consigo un problema mayor para los regímenes, como es el retroceso general de varios bipartidismos. En España, el PP y PSOE no llegaron a sumar el 50% de votos. Algo similar les ocurrió a los laboristas y conservadores en Gran Bretaña. La UMP y el PS francés no llegaron juntos ni al 40%. Distinto es el caso de Alemania, país imperialista que comanda la Unión Europea en base a una gran coalición entre liberales y socialistas que volvió a ganar alrededor de Angela Merkel como caudillo del proyecto en Europa.
En resumidas cuentas, los nuevos triunfadores electorales existen y se desarrollan sobre la base de la crisis capitalista que no cesa y del derrumbe de los partidos gobernantes que aplican los consiguientes planes de austeridad. Y su triunfo se combina con una alta abstención que es otra expresión de rechazo popular a la situación actual y a los partidos de gobierno superando en varios países el 40 o 50%. Aunque este dato no elimina el hecho concreto de que hay distintos ganadores apuntalados por franjas de la población que en adelante aprovecharan su triunfo para tratar de fortalecer sus posiciones.
Mientras tanto, una parte la burguesía imperialista sigue en alianza con la Alemania de Merkel para ver si logra ordenar la situación, y otra parte comienza a apostar por la salida del Euro y la UE y eso hoy lo expresan las fuerzas de la derecha o llamadas “euroescépticas”. Pero aún no vemos que sectores de la gran burguesía respalden directamente salidas fascistas, habrá que ver los próximos años si eso es o no posible, en torno a un salto en la lucha de clases. Lo que sí está claro es que hay un fuerte debate en torno a la continuidad de la Unión Europea y el Euro y que se ha abierto una polarización política y una búsqueda de grandes franjas de la población de nuevas opciones tanto a derecha como a izquierda. Así ha ocurrido también en crisis anteriores. El futuro también dependerá del desarrollo de alternativas a uno y otro polo.

Crecen la extrema derecha y los “euroescépticos”

Lógicamente, en este contexto no se puede ignorar el salto electoral de partidos de derecha y extrema derecha. Son la expresión más tangible de la crisis de la Unión Europa como proyecto y engendran un peligro latente que desde la izquierda debemos enfrentar de acuerdo a la realidad de cada país. En general tienen un discurso nacionalista de derecha, anti-inmigrantes y en algunos casos directamente racista.
La vedette electoral es sin duda el Frente Nacional francés de Le Pen. Ubicado en la extrema derecha y con orígenes fascistoides, intenta aparecer algo moderado para poder ir ganando más terreno. El UKIP de Gran Bretaña es un poco distinto: ubicado a la derecha es la expresión más acabada de los euroescépticos y fogonea la salida de la UE, apoyado en ese sentimiento de una parte de la población. En Grecia, donde el fenómeno político central es a izquierda, la variante de extrema derecha Aurora Dorada cosechó alrededor del 10% y expresa claramente un proyecto fascista que merece ser enfrentado en las calles y con todos los medios al alcance. En Dinamarca, el derechista Partido del Pueblo logró el voto de una de cada cuatro personas.
Como podemos ver, la crisis abrió espacios para estas expresiones a derecha y más allá. Aparte de los matices entre ellas, que incluso le traerán debates al interior del Parlamento Europeo -el Frente Nacional francés no puede tener bloque propio porque necesita 25 bancas de 7 países-, sería un error ignorar el alcance político de estos sectores. Como subproducto de la crisis capitalista, la Europa que viene será un continente polarizado y en tensión, dentro del cual la derecha será un actor de cierto peso que se debe combatir y no minimizar. Y el crecimiento de los “euroescépticos” puede incluso continuar, ya que precisamente su base social está dada en los millones que han visto por años que la UE solo ha traído más austeridad y pérdida de conquistas.
Al mismo tiempo, sería errado creer que todo gira a derecha porque no es así. Las elecciones europeas mostraron también el crecimiento del polo opuesto, el de la izquierda. Y a este fenómeno político tenemos que apostar a futuro con toda fuerza, porque hay condiciones para su desarrollo más allá de su desigual crecimiento actual.

Syriza y Podemos expresan una tendencia de corrimiento a izquierda que crece

El otro dato significativo de las elecciones es la importante votación que distintas fuerzas de izquierda han logrado, la otra cara del fenómeno de polarización surgido del derrumbe de los partidos tradicionales. La principal referencia del salto de la izquierda es sin duda Syriza de Grecia, ya que esta coalición logra ganar las elecciones con el 27% y colocarse en proyección de gobierno en el país helénico. La burguesía imperialista europea ha tomado nota de este hecho y muestra gran preocupación, no sólo por el futuro de Grecia si quedara en manos de Syriza sino por el efecto contagio hacia otros países. Fuera de los debates que hay al interior de Syriza sobre qué rumbo tomar de llegar ese momento, el ejemplo de un gobierno de izquierda es lo último que quisiera el poder imperialista.
Sobre el efecto contagio hace bien la gran burguesía europea en preocuparse, dado que en estas elecciones ya hubo elementos de esta posible perspectiva. Como siempre, para que la izquierda crezca y sea visible como opción es necesario movimiento en las calles, luchas y procesos políticos. Por eso no es casual que junto a Grecia el otro país que mostró un salto y un nuevo fenómeno político a izquierda sea España, recorrida estos últimos años por la crisis económica, movilizaciones, huelgas y por el alentador surgimiento del movimiento de indignados. Hijo de esta situación es el fenómeno político de Podemos, que se alzó con cinco eurodiputados y el tercer lugar en Madrid y otras importantes ciudades, siendo junto a Syriza el otro gran triunfador de estas elecciones.
Podemos ha sido, sin duda, la expresión nueva más positiva de la izquierda. Aunque no es menor destacar que Izquierda Unida también saca una alta votación y entre ambas fuerzas muestran que en España cientos de miles buscan positivamente una salida por fuera del PP y del PSOE; quedando planteado a un futuro cercano la necesidad de unidad electoral sobre la base de un programa radical y anti austeridad. También otras fuerzas de izquierda lograron interesantes votaciones, como el PTB de Bélgica (5.5%), o Die Linke en Alemania (7.5%) que se mantiene como actor político, o el conjunto de listas de izquierda de Portugal que incluido el PC llega al 18%.
Lamentablemente, en Francia no hubo expresión positiva por izquierda. El NPA, que años atrás ocupó un importante espacio y era merecedor de una simpatía internacional, ha retrocedido como nunca. Tendrán los propios compañeros que lo construyen la tarea de sacar conclusiones de este mal momento y dotarse de una orientación y reimpulso en la próxima etapa, para ver si es posible recolocar a este partido anticapitalista en la disputa por grandes franjas. En Francia tampoco otra fuerza de izquierda ha logrado gran peso ya que el Frente de Izquierda, ubicado en posiciones más moderadas, no creció y está estancado.

Conclusiones sobre Europa y algunos debates en la izquierda argentina

Las elecciones europeas dejan varias conclusiones importantes que aquí intentamos socializar. Entre ellas, una fundamental es el avance de algunas fuerzas de izquierda. De nuestra parte creemos decisivo hacer conocer experiencias como la de Syriza en Grecia o Podemos en España, no obstante las diferencias entre ambas y las que nosotros podemos tener con ellas. El punto de partido no es ése, sino la constatación de tres fenómenos: 1) la búsqueda objetiva a izquierda de millones de personas, 2) la existencia de alternativas visibles de izquierda que capitalicen esa búsqueda, 3) la necesaria unidad en la diversidad de quienes las conforman, cuestión esencial para llegar a millones. Sobre estas cuestiones tenemos que profundizar el debate y ver su refracción particular en nuestro país.
Con el Frente de Izquierda vuelven a darse estos debates en el balance de las elecciones europeas. No es casual que PO en su prensa saque como conclusión que en Grecia “ganó una izquierda democratizante y no de la forma categórica como se preveía” en un claro intento por denostar y minimizar el triunfo de la izquierda. Y el PTS en la suya, en igual sentido, dice que en Grecia “avanza la izquierda reformista y que las ilusiones en Syriza han servido para desviar la necesidad de movilización”. No ven nada positivo en Syriza y su triunfo, salvo su propia necesidad de cuestionarlo.
Nosotros creemos que son otras las conclusiones a sacar y las tareas que tenemos por delante.
La primera tarea es ayudar a que millones sepan que la izquierda puede ser gobierno en Grecia. Desde ya esa posibilidad trae un gran debate. Dentro de Syriza habrá posiciones más moderadas y más radicales. Nosotros acompañaremos las posturas anticapitalistas y de ruptura con los planes de la Unión Europea y rechazaremos las que busquen caminos de conciliación. Pero que existan distintas posiciones no elimina el hecho objetivo y clave que es la posibilidad de que una coalición de izquierda sea gobierno, y esa batalla se da dentro de Syriza y no por fuera. Será tarea de los revolucionarios griegos pelear por un gobierno de Syriza junto a todas las fuerzas de izquierda y las organizaciones obreras y populares. Quien se ponga contra esta posibilidad de hecho favorecerá, pese a sus intenciones, los objetivos de los partidos capitalistas griegos y de la Europa imperialista.
A la vez, mostrar otra conclusión importante: el surgimiento de Podemos en España es altamente progresivo como expresión del movimiento de indignados y de búsqueda por izquierda. Como IU es más moderada y hace acuerdos locales con el PSOE, quien más crece a izquierda es Podemos. Eso no significa que su programa sea acabado ni que toda su construcción sea ideal. Habrá en su seno debates, tendencias más revolucionarias y anticapitalistas, y otras más moderadas o que cuestionen la construcción organizada. Pero el lugar de los revolucionarios de España es dentro de ese fenómeno, desde allí buscar avanzar, construir y fortalecer la formación de cuadros y de una corriente revolucionaria organizada, partiendo de saber convivir con diversas opiniones, dirigentes y sectores que son protagonistas en Podemos.
La otra tarea es mirar a nuestro país a la luz de las elecciones europeas y de Grecia en particular. Eso nos lleva a constatar las enormes posibilidades que aquí también existen si supiéramos encontrar caminos de unidad, por encima de los fuertes debates que recorren a la izquierda. Desde el MST-Nueva Izquierda bregamos por la construcción de un gran movimiento político de toda la izquierda política y social, con un programa anticapitalista y de ruptura con el régimen y el sistema imperantes, y bien amplia para contener a diversas culturas y tradiciones de izquierda; que ponga por delante los acuerdos políticos y, sin ocultarlas, debata las diferencias lógicas que existen. Estamos convencidos que en una construcción así podríamos pelear por el poder político del país en las futuras convulsiones sociales que vendrán. No es un debate menor, sino una estrategia revolucionaria para pelear por gobernar el país.
Para avanzar en esa perspectiva peleamos por tener también unidad electoral. Por eso, a pesar de su negativa hasta ahora, le volvemos a proponer al FIT y a todas las fuerzas de izquierda y populares que aprovechemos las internas abiertas para garantizar la unidad. Y que eso sirva para construir en común a mediano y largo plazo. Desde ya, si no se tienen voluntad de unidad daremos la pelea por nuestra propia cuenta. Ojalá las conclusiones de las elecciones europeas, con las oportunidades que muestran para la izquierda, hagan que otras fuerzas de nuestro país se animen a una reflexión común y positiva al respecto.

Sergio García y Pablo Vasco

GRECIA


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