Para maquillar el ajuste. ¿Retorno al doble discurso?

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Los últimos días que han pasado confirman que la situación del país está empeorando. El crecimiento de la brecha entre el dólar paralelo y el oficial pone de manifiesto dos cosas importantes, De un lado, que el gobierno ha seguido imprimiendo billetes para tratar de compensar la falta de dinero en sus arcas. De otro, la presión de sectores capitalistas para lograr un salto en la devaluación del peso, igual o mayor al que vivimos a principios de año.
Si no tuviéramos otros indicadores por demás evidentes, nos alcanzaría con analizar estas conductas para confirmar la caída en la actividad económica. Pero los tenemos. La construcción y la industria metalúrgica han informado sobre la pérdida de miles de puestos de trabajo. Hubo una ola de suspensiones en las automotrices y puede haber nuevas en los próximos meses. Crecen los locales en alquiler en los centros comerciales de las grandes ciudades y de pequeñas localidades. Se sufren importantes tarifazos en los servicios, como el gas, y la inflación se come los salarios y deteriora el nivel de vida de sectores muy amplios de la sociedad. La percepción de que estamos en una pendiente es compartida por la inmensa mayoría de la población y se expresa en un crecimiento del conflicto social en las fábricas y sectores de la administración estatal, las escuelas, etc.

El gobierno está muy lejos de sus momentos de vitalidad, sobre todo porque la entrada inmensa de dinero de la que pudo servirse en su llegada al poder ya no está. Pero ante el tremendo costo político que le trae al gobierno su “giro a la derecha” con ajuste ortodoxo, desde la Rosada ensayan una serie de acciones para reposicionar al oficialismo. La nueva versión de los “Repro” para la industria, el plan de viviendas, el crédito para comprar autos 0km. Y acompañando estas iniciativas, el discurso y la campaña “anti-buitre”, con actos y el recién anunciado proyecto de ley sobre la deuda. También se presentó un proyecto para aplicar la Ley de Abastecimiento y abrir los libros de las empresas y se habla de utilizar la Ley Antiterrorista contra la patronal de la gráfica Donelley, por cerrar intempestivamente.
El kirchnerismo tiene absolutamente claro que los trabajadores y el pueblo repudian la seguidilla de medidas de ajuste que se vienen implementando y apuesta sus fichas al desgastado doble discurso. La leve mejoría de CFK en las encuestas, cimentada sobre todo por el sentimiento antiimperialista y el repudio popular a los buitres, muestra que el ánimo popular no va precisamente hacia la derecha.

Pero, como dijimos antes, las cosas ya no son lo que eran. Y contra una realidad tan contundente, no es fácil sostener escenarios de fantasía. Todos los días amanecen con conflictos obreros y populares. Los accesos a la Capital se van poblando de cortes y reclamos. Hay huelgas docentes en Buenos Aires y varias provincias más. Frente a eso, la represión vuelve a ser una herramienta privilegiada. Las patotas de las burocracias sindicales adictas acompañan a la Gendarmería y hacen el resto del trabajo sucio, para dejar en la calle a quienes no regalan su dignidad. Solicitadas de la CGT oficialista y discursos de ministros culpando a los obreros y a la izquierda de la crisis económica, los despidos y los cierres de empresas. Como dice el refrán popular, en la cancha se ven los pingos. Y en esta cancha, se ve que el kirchnerismo gobernante vocifera contra los buitres, pero después les paga peso sobre peso; critica a los empresarios, pero después reprime a los trabajadores que defienden sus puestos de trabajo.
En este escenario, los principales referentes de la oposición capitalista se colocan una y mil veces del lado de los empresarios. Corriendo por derecha al gobierno y mostrando lo que tantas veces hemos dicho: son proyectos que nada tienen que ver con los de abajo. Algunos se pelean, otros tratan de unirse con cualquiera para tratar de llegar al gobierno. Esta patética actuación les impide aparecer como una alternativa fuerte y no despiertan grandes simpatías.

Lo que arriba afirmamos es lo que explica que siga existiendo y se amplíe el espacio político para una fuerza que levante un programa que dé salida frente a la crisis. Porque para realizar las transformaciones que tanto necesitamos, hay que salir de este modelo de saqueo, ajuste y contaminación.
Se tienen que prohibir por ley las suspensiones y despidos, estatizando toda fábrica que cierre o despida personal, y poniéndola bajo control de sus trabajadores. Se debe otorgar un aumento general de emergencia para salarios, jubilaciones y ayuda social. También aumentar el presupuesto para salud y educación pública. Hay que dejar de pagar la ilegítima deuda externa y terminar con los Monsanto, Barrick, IRSA y demás corporaciones, para defender el medio ambiente y avanzar en un rumbo de independencia.

A quienes acompañaron al kirchnerismo pensando que iba a encabezar los cambios que tanto anhelamos y hoy se alejan con desilusión, a quienes ya definieron apoyar una salida por izquierda pero reclaman que se consiga la unidad y a quienes buscan una propuesta diferente a la vieja política que ha hundido el país, los invitamos a sumarse al proyecto del MST Nueva Izquierda. Acompañando la fórmula de Alejandro Bodart y Vilma Ripoll, y a los compañeros/as que en las distintas provincias encabezan esta propuesta de unidad y lucha.

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