Sobra derecha, hace falta un nuevo proyecto de izquierda

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Ningún analista hubiera arriesgado que en pleno enero se abriera una crisis política de dinámica todavía impredecible. En ese marco, la disputa electoral sigue su curso.

Las tensiones aparentes entre Scioli y el kirchnerismo de «paladar negro» consolidan la idea de que Cristina impulse finalmente un candidato de su riñón para competir en las PASO dentro de la interna oficial. En ese marco, aparece Randazzo como el bendecido con la idea de montar una ingeniería político-electoral con todos los candidatos del FPV con una misma lista de legisladores y con Cristina como candidata al Parlasur. Así, ella podría evitar aparecer como derrotada, terminando «indemne» –en esta variante- y con poder de fuego para el próximo período controlando parte del bloque de diputados en la sucesión. Esta variante también evita –al no elegir un sucesor claro- trasladar de manera anticipada autoridad al interior del oficialismo a esa nueva referencia. Sin embargo, Scioli también está logrando robustecer su candidatura en base a retener lealtades del aparato. Su visita al stand de Clarín en Mar del Plata, más allá de las elípticas críticas del impresentable Capitanich, despertó más bien «opiniones comprensivas» de hasta hace poco «anti-sciolistas» a muerte como Mariano Recalde o el propio jefe del Evita, el «Chino» Navarro. Ocurre que finalmente, más allá del doble estándar discursivo del kirchnerismo, la orientación estratégica -no para la tribuna- es dar cómo señal a los corporaciones del capital financiero que Scioli es candidato oficial, y en esto el establishment saluda con tranquilidad. Por lo tanto, hay una política común frente a la transición: en lo económico aguantar lo más posible trasladando a los asalariados el peso de la crisis capitalista en desarrollo -con inflación, atraso salarial e impuestazos-, con concesiones fiscales a las petroleras -para compensar la caída del precio del crudo- y con un implícito aval a las patronales para ajustar personal en la medida que lo requiera la ecuación por rama de la producción. Sin embargo, en un 2015 que preanunciaba mayor tranquilidad –por cómo había terminado el año anterior- el oficialismo arranca con la crisis por AMIA/Nisman y con una interna no resuelta teniendo que pilotear una situación económica y social que acumula contradicciones explosivas. Previendo este escenario, los caudillos provinciales avanzaron en varios lugares en desdoblamientos electorales para cuidar el pago chico frente al incierto panorama nacional.

Macri, Massa, UNEN: el hambre y las ganas de comer

La primera razón de fondo que explica que el kirchnerismo pese a todo no se desplome -además del pacto de gobernabilidad que incluye al gran capital, la burocracia y la iglesia- es la inconsistencia de una oposición burguesa que no ofrece entre sí diferencias y que se parecen en lo esencial: no expresan ningún programa alternativo al de la continuidad del modelo reprimari-zador de saqueo, depredación y entrega del oficialismo. Podrá haber matices tácticos en la aplicación de esa política, pero en lo fundamental hay acuerdo. Por eso, ninguna de estas opciones enamora socialmente y alguno -como UNEN- desilusionan antes de ilusionar demasiado. El kirchnerismo levanta a Macri para planchar a Massa y UNEN transita hacia su virtual descomposición con fugas hacia Macri y Massa. Este último amesetado en las encuestas, ya que el oficialismo procesaría su interna con dos candidatos por lo menos –Scioli y Randazzo-, detuvo la fuga de gobernadores e intendentes hacia el Frente Renovador. Por eso, Massa deja correr la propuesta de unas PASO de toda la oposición anti-K e incluso fórmula compartida con Macri –que por ahora éste descarta ya que lentamente pero crece. Sin embargo, de conjunto tienen un escollo y es que ninguno lograría hoy por hoy frente a un kirchnerismo unificado derrotarlo electoralmente, e incluso hasta por separado el oficialismo con Scioli podría ganar en primera vuelta si lograra 40 % y un virtual segundo no llegará a 30 puntos. Por eso, está todo por verse en un país con un sistema político en crisis, con un movimiento de masas desconfiado y sin mayores ilusiones y una situación de conjunto precaria frente a la crisis capitalista.

Bodart-Ripoll en el país

Este contexto plantea claramente una oportunidad política para la izquierda. El curso tendiente a la descomposición de lo viejo es la precondición para poner en pie lo nuevo. Sin embargo, hay un limitación muy grande concentrada en la política de direcciones que como el PO-FIT se niegan rotunda y funcional-mente a un proceso de confluencia en la izquierda política y social. Por el lado de UP y De Gennaro la realidad es que sin explicitar una negativa a la unidad, tampoco hay señales en el orden nacional hacia una política de unidad que integre expresiones de la diversidad de la izquierda argentina. Por eso, nuestra organización continúa desarrollando su propuesta política nacional y levantando en todo el país las pre-candidaturas de Alejandro Bodart y Vilma Ripoll, como portavoces de una propuesta de ruptura con el modelo de las corporaciones del saqueo y la entrega nacional, y el régimen de privilegios políticos y económicos de capitalistas y burócratas. Con una perspectiva anticapitalista, ecosocialista y antipatriarcal para un nuevo proyecto de izquierda en el país que se plantee acumular masa crítica para ser gobierno y no un mero testimonio parlamentario que no altera ninguna correlación de fuerzas en Argentina.

                            Mariano Rosa

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