UBA: Ante la renuncia del vicerrector Richarte

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El ex espía que ocupó la Subsecretaría de la SIDE, bajo el gobierno de De La Rúa, renunció a su cargo de Vicerrector en medio de la crisis del aparato de inteligencia y ante una fuerte campaña del movimiento estudiantil en su contra. El 25 de marzo, el Consejo Superior de la UBA votó por unanimidad aceptar la renuncia de Darío Richarte. El hecho se enmarca en la profunda crisis en la que se encuentra la inteligencia estatal desde la muerte de Nisman, y representa un triunfo del movimiento estudiantil, que viene desarrollando una fuerte campaña por su separación desde su nombramiento el año pasado.

¿Quién es Darío Richarte?

Fue el principal dirigente de la agrupación Franja Morada en los 90 en la facultad de Derecho de la UBA, y desde esa ubicación jugó un importante papel en el denominado «grupo Sushi», un selecto espacio de funcionarios que se reunía habitualmente en el naciente Puerto Madero y era el principal sostén político de la jefatura de gobierno de De La Rúa en la ciudad de Buenos Aires. Ya en el gobierno nacional de la Alianza ocupó la Subsecretaria de Inteligencia Interior de la SIDE, el segundo cargo en importancia, y fue uno de los principales responsables de la represión y el encubrimiento al accionar policial en las sangrientas jornadas de diciembre de 2001, que dejaron más de 40 asesinados.
Caído en desgracia tras el Argentinazo, se retiró por más de una década de la función pública, pero gracias al pacto de gobernabilidad entre el gobierno nacional kirchnerista y las autoridades radicales de la universidad, consolidado a partir del 2006 para frenar las luchas estudiantiles por la democratización de la UBA y recomponer el poder de las camarillas universitarias, el estudio del abogado Richarte fue premiado con varios casos ligados al poder político. Entre ellos, la defensa de Amado Boudou ante las múltiples denuncias de corrupción que enfrenta. Richarte mantuvo una estrecha vinculación con el aparato de inteligencia controlado por Jaime Stiuso, tanto bajo su mandato en esa agencia, como durante todo el período de matrimonio sin contratiempos del gobierno kirchnerista con el mencionado espía y el propio fiscal Nisman. Eso es lo que explica que el año pasado, ante el nombramiento de Richarte como Vicerrector, solo la izquierda haya denunciado esto y el kirchnerismo universitario, reducido a las gestiones de tres facultades haya hecho la vista gorda a este nombramiento.

La crisis de la ex SIDE impacta en las cúpulas de la UBA

Ante la ruptura y el desplazamiento de Stiuso por parte del gobierno K, Richarte comienza a correr la misma suerte. Al punto que el gobierno le retira a su buffet de abogados la defensa de Boudou y otros casos resonantes como el de Claudio Uberti o el propio De Vido. Acorralado por las denuncias de la FUBA que recrudecen aún más y ante el hecho de que toman estado público sus vinculaciones con los servicios, pide licencia por tres meses en un intento por negociar una salida gradual del cargo. Pero la presión se hace cada vez más fuerte y finalmente, el mismo día en que la imagen heroica del fiscal Nisman se apaga en el medio de negocios espurios en cuentas en el exterior y fotos comprometedoras, Richarte presenta su renuncia.

Un triunfo de un reclamo que debe continuar con una profunda democratización

Aprovechando ese escenario, el movimiento estudiantil logró golpear con una insistente campaña de denuncia, y generar la presión suficiente para que sea insostenible la continuidad de Richarte. Sin embargo, queda pendiente la separación de éste de sus demás cargos en la UBA, de su puesto como consejero superior y de sus cargos docentes en la Facultad de Derecho y el CBC.
Además, este es un triunfo que plantea un interrogante más profundo. ¿Cómo llega a ser Vicerrector de la Universidad un personaje que representa todo lo que la inmensa mayoría de la UBA repudia? Esto solo puede suceder porque las autoridades universitarias se eligen de una manera anacrónica y antidemocrática, siendo reducidas camarillas de profesores, que no reflejan ni responden a ninguna presión de la base docente, estudiantil y no docente las que terminan eligiendo a quienes gobiernan la mayor universidad del país.
Hace falta una profunda democratización del régimen de gobierno universitario, que contemple el voto directo e igualitario (una persona, un voto) de los decanos, el rector y el vicerrector, una mayor representación estudiantil en todas las instancias de cogobierno, la unificación de todos los docentes en un único claustro y la revocabilidad de todos los cargos. Sólo así se abrirá el camino para construir una universidad productora de ciencia al servicio de la transformación social.

JS del MST de la UBA

richarte


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