Nahuel Moreno: Para saber adónde vamos, reconocer de dónde venimos

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Hugo Bressano era su verdadero nombre. Nació en Argentina en 1924. Asesinado Trotsky en 1940, fue uno de los principales dirigentes del movimiento mundial que desarrolló sus principales ideas. Le tocó un siglo durísimo para ser trotskista: peronismo fuerte, guerrilla fuerte, estalinismo prestigiado y por eso mismo, dialécticamente, atomización y confusión en el marxismo revolucionario. Su mérito: haber construido una corriente de miles de militantes en todo el mundo.

¿Qué tomó Moreno de los maestros del marxismo? El antidogmatismo. Un revolucionario es primero que nada un rebelde del pensamiento, de la lucha de ideas, una persona de valentía intelectual para pensar su tiempo, su realidad a partir de un método científico probado. Eso hizo: ni pedantería fundacional de “inventor de la pólvora”, ni repetidor de fórmulas inamovibles. Por eso, probó, ensayó, acertó, se equivocó y contribuyó al aprendizaje colectivo de varias generaciones de revolucionarios. Le tocó el peronismo, después la guerrilla, el fascismo, nuevos fenómenos políticos como las caídas revolucionarias de regímenes políticos fascistas-capitalistas. Y claro, mucho más: pegarse a la clase obrera y sus luchas, ser internacionalista ante todo y construir organización militante basada en “la más plena democracia para deliberar y decidir” y una “voluntaria pero férrea disciplina” para enfrentar a capitalistas, burócratas y sus gobiernos.

El diablo se llama Moreno: el PO y el PTS a propósito del morenismo

La dimensión de un tema, su importancia relativa, lo da la dedicación con la que se lo discute, defiende o ataca. Con la corriente política que fundó Moreno a escala internacional en el movimiento trotskista sucede precisamente eso: se ha escrito y dicho muchísimo. Por ejemplo, Jorge Altamira dedicó muchas décadas al morenismo. Su partido, el PO, surgido recién en la década del 60 a partir del profesor Silvio Frondizi -hermano del presidente radical Arturo. Litros de tinta destinados esencialmente a demostrar el “oportunismo” de la corriente de Nahuel Moreno. Así explica la presunta historia de “claudicaciones” de Moreno: al peronismo, al maoísmo, al guevarismo, al estalinismo e incluso llegando a la barbaridad de atribuir una suerte de “expectativa” en Videla por parte del morenismo -esto ya directamente una canallada política. Pero, en definitiva para Altamira habría una tónica permanente en el morenismo, un rasgo de identidad: “los típicos virajes oportunistas”. Para el caso del PTS el pecado original del morenismo sería su “abandono de la ortodoxia trotskista”, el “revisionismo”. El PTS como grupo surge de la propia corriente de Moreno, por eso le dedicó años a la construcción de un relato anti-morenista para encontrar su propia identidad. El centro de la crítica del PTS tiene que ver con la actualización de la teoría revolucionaria que emprendió Moreno analizando el desarrollo de la segunda mitad del siglo XX y reconociendo pronósticos errados de Trotsky. Esto en el registro del PTS supone un imperdonable crimen.

Trotskismo al palo: audacia de ideas e independencia político-organizativa

Obviamente toda la actividad de la corriente política impulsada por Moreno se dedicó por entero a intentar contribuir a un objetivo prioritario: construir una organización internacional revolucionaria y partidos nacionales con peso masivo para intervenir en la lucha política y de clases con chances de tomar el poder. A esa estrategia central subordinó no “sus virajes oportunistas” sino la plasticidad táctica necesaria para lograr encontrar unidades positivas, confluencias, acuerdos que permitieran a los revolucionarios progresar en la tarea de derrotar al capitalismo siempre manteniendo su independencia política y de organización. Y en esa búsqueda también fue que siempre intentó –y educó a miles de cuadros- en el afán teórico-político por comprender a partir del método científico del marxismo la compleja y cambiante realidad del mundo que nunca es igual a sí misma, una foto estática. Así lo hizo con el fenómeno del peronismo en sus orígenes, más tarde y después de luchar rabiosamente contra las posiciones foquistas, apoyó la experiencia campesina en el Cuzco de Hugo Blanco y participó con una brigada de combatientes –“La Simón Bolívar”- de la revolución en Nicaragua. Construyó un aguerrido partido antidictatorial con el PST en los ’70, y vanguardia después en la movilización antiimperialista de la guerra de Malvinas. Fue un inclaudicable antiestalinista y a la vez precursor de frentes políticos de izquierda en los ’80 con el PC y sectores provenientes del peronismo. Por otra parte, la imputación de “revisionismo pecaminoso” que le dedica el PTS, en realidad resalta otro mérito de Moreno: intentar moverse con la cabeza completamente abierta a los nuevos fenómenos y actuar como revolucionario, y no como bibliotecario que busca en las obras completas de los clásicos respuesta a todo. Así, seguramente si Altamira hubiera vivido en 1917 hubiera acusado de “frente sin principios” o “típico viraje oportunista” el acuerdo de Lenin y los bolcheviques con el “ex – menchevique y antipartido” Trotsky. Y obviamente el PTS hubiera dedicado decenas de tomos de libros a imputar “revisionismo reformista” a Lenin y Trotsky que cometieron la “osadía” de actuar a contramano de Marx y tomar el poder en un país como Rusia, el más atrasado de Europa, pese a que la ortodoxia de Marx decía que la revolución “iba a empezar por los países capitalistas más desarrollados”. Esta posición en 1917 fue defendida por los ortodoxos en la izquierda rusa…los menches. Y el ataque a Trotsky por su pasado “oportunista” fue el corazón de la campaña del estalinismo una vez muerto Lenin. En fin: coincidencias de la historia.

Con la misma obsesión en el 2016

Los y las integrantes del MST Nueva Izquierda reivindicamos lo esencial del legado de Moreno. Lo que desarrollamos en este artículo y lo que cada año desde el 25 de enero de 1987 cuando murió seguimos explicando. La actualidad nos pone ante desafíos enormes en un mundo y un país también con continuidades y nuevos fenómenos. Ni oportunistas, ni sectarios. Ese es un parámetro. Audaces para buscar convergencias, porque “ni los bolcheviques tomaron el poder y lo consolidaron solos”. En eso insistimos: hace falta un programa de ruptura antiimperialista y anticapitalista que tenga una masa crítica de apoyo entre trabajadores, jóvenes y sectores populares para vertebrar un movimiento político unitario de toda la izquierda política y social. Luchamos por eso. Ese movimiento hoy no existe. Por eso queremos convocar a trabajadores y jóvenes, a militar por esa tarea construyendo esta organización anticapitalista, antipatriarcal y ecosocialista que es el MST en cada lugar de trabajo, en cada facultad, profesorado o colegio. Con nuestro periódico como portavoz multiplicador de esas ideas y con más y más militancia rebelde por otro mundo necesario y posible. Esa es la tarea prioritaria que proponemos.

Mariano Rosa

morenoN


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