Una lucha emblemática: Echamos a Monsanto

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El 3 de agosto empezó a circular en la prensa el retiro definitivo de la multinacional de la localidad cordobesa de Malvinas. Acorralada por la resistencia, sin licencia social, la empresa decide irse de la zona. Un gran triunfo. Conclusiones y tareas.

La información vertida por algunos medios, se multiplicó rápidamente en las redes sociales. Como era de esperar, no hubo comunicado oficial que confirme o desmienta la información. La empresa y los distintos estamentos gubernamentales optaron por el silencio como respuesta para pasar después a ensayar una tibia operación mediática con el objeto de confundir a la población. Una práctica habitual y harto conocida que no ha hecho otra cosa que aumentar el descrédito ante la población y fortalecer la resistencia popular. Lo concreto, más allá de las especulaciones e informaciones cruzadas, son los innumerables hechos que fueron configurando el desenlace, inevitable a esta altura:

La construcción está detenida desde fines de 2013 a partir del bloqueo permanente en el predio.
En enero de 2014 producto de la presión social la Justicia hace lugar al amparo presentado por la Asamblea Malvinas Lucha por la Vida y se suspende la construcción de la planta.
En febrero del mismo año es rechazado el estudio de impacto ambiental presentado por Monsanto. Retiro de personal y materiales del predio. Son desplazados de sus cargos los directivos de la empresa.
En junio de 2015 la lista Malvinas Despierta queda al borde de ganar las elecciones municipales, el pueblo vota mayoritariamente a los candidatos que proponen el retiro de la empresa.
En julio de 2016 son imputados penalmente los 16 funcionarios que otorgaron las habilitaciones (entre ellos, el ex intendente Daniel Arzani-UCR y el ex secretario de ambiente de la provincia, Luis Bocco-PJ).
La empresa Astori es contratada para desmontar la estructura y materiales del predio. Horas después es anunciada la decisión de poner fin al proyecto.

Algunas claves del proceso de lucha

Durante cuatro años el movimiento desarrolló muchas acciones que fueron ampliando y consolidando apoyo social. Incluso ahora no nos relajamos y más que nunca seguimos hasta que el último tornillo sea retirado del predio y los responsables empresarios y políticos vayan presos. Este triunfo fortalece al conjunto de las luchas socioambientales que atraviesan nuestros pueblos. En ese sentido, queremos plantear dos reflexiones: 1) no hay posibilidad de derrotar los planes de saqueo y contaminación de corporaciones y gobiernos sin una política que apueste a unir, sobre la base de acuerdos programáticos al amplio y diverso arco de organizaciones y militantes socioambientales. Sin sectarismo, prejuicios ni exclusiones. 2) para ello es crucial el funcionamiento de espacios democráticos para el debate y la acción, independientes de todos los gobiernos y que apunten a lograr acuerdos y consensos, y cuando la urgencia lo exige resolver por mayoría.
Los desafíos que se vienen: desmantelamiento total y Ley de Semillas.
Dimos un paso importante, muy grande. Demostramos que se le puede ganar a una corporación enorme como Monsanto y todo el bloque político-económico-mediático que la sostuvo. El agronegocio de conjunto, obviamente, se mantiene como orientación capitalista para la región. Sin embargo, en base al impulso de este paso importante nos trazamos algunas tareas:

  • Mantener el alerta hasta el desmantelamiento total de la planta y lograr que los empresarios y políticos responsables paguen penalmente.
  • Iniciar una campaña nacional contra la “Ley de Semillas-Monsanto” que el macrismo y la oposición capitalista quieren aprobar en el Congreso.
  • Al servicio de todo eso, es fundamental poner en pie un Movimiento Nacional en Defensa de los Bienes comunes, para darle fuerza y volumen a la resistencia. Y a la vez construir una opción anticapitalista y ecosocialista por otro modelo productivo, social y político.

Mario Manscupio y Vicente Linares

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