Comer churrascos, asado o milanesas sigue siendo casi un lujo y en las carnicerías de los barrios más pobres se compra picada por algunas monedas. Mientras los mejores cortes se exportan o son accesibles cada vez a menos personas.
Es necesario aplicar ya mismo la Ley de Abastecimiento, congelada en el Congreso, castigando con fuertes multas, decomisos, suspensiones y cierres a todos los que aumenten los precios de los productos esenciales de la canasta familiar.
Hay que cobrar impuestos progresivos a los que más ganan y meter presos a los que evadan impuestos o no respeten límites establecidos de control de precios y abastecimiento.
Si todavía hay quién insiste en atentar contra los intereses de la población, hay que expropiarle los campos, los animales, las fábricas y frigoríficos sin indemnización alguna, con el único resarcimiento de un justo castigo y la cárcel, para que los establecimientos funcionen bajo control obrero.
Para aumentar la producción de ganado, de leche, de trigo y todos sus derivados, es necesario que haya una economía planificada en función de los intereses de las grandes mayorías y no de los pocos dueños de la Argentina, que concentran la propiedad de los bienes de producción en sus manos.
No se puede meter en la misma bolsa a los pequeños productores agropecuarios y los pueblos que dependen del campo y se movilizan para salir del agobio que sufren por las cargas impositivas y la presión de las grandes empresas.
Desde el MST apoyamos su protesta y reclamos específicos, señalando que la única salida de fondo para este sector es la unidad con la clase obrera, los sectores populares y sus luchas.
Estás son medidas que no fueron tomadas por Alfonsín, Menem, Duhalde y De la Rúa. Tampoco van a ser ejecutadas por Kirchner. Solo puede materializarlas un gobierno y un plan económico de los que nunca gobernaron, los trabajadores y el pueblo, apoyados en la movilización.
Lo demás, es puro verso o su nueva traducción: “doble discurso”.
Rubén Tzanoff