De la primavera árabe al mayo español

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Escribe: Gustavo Giménez

El movimiento de los Indignados obtuvo su primer gran triunfo: el gobierno ajustador del PSOE sufrió una contundente derrota en las elecciones municipales del domingo 22 y su suerte pende de un hilo.

“El peor resultado desde que se produjo la transición democrática después de la muerte del dictador Franco”, dicen los diarios de estos días. No es para menos. El PSOE perdió dos millones de votos, muchos más que los 400 mil que sumó el ganador Partido Popular.

Tal crisis plantea ese resultado, que el pedido de adelantamiento electoral -que se puso en el candelero tras la tremenda derrota del primer ministro Zapatero- es posible pese a la vieja mayoría parlamentaria que tiene el PSOE. Las pocas voces que quedaron con alguna autoridad dentro de ese partido, como Guillermo Fernández Vara, presidente de Extremadura, lo reclaman. Josu Erkoreka, vocero del Partido Nacionalista Vasco -con el cual el PSOE pretende conservar esa mayoría-, dijo que no descarta pedir elecciones anticipadas.

Tan débil quedó el gobierno que hasta un vocero del imperialismo yanqui, el diario Financial Times, tuvo que salir a plantearle a Mariano Rajoy, dirigente de la derecha y el PP, que apoye a Zapatero, “que lo ha hecho bien y merece otros diez meses para continuar con sus reformas”.

Más allá del triunfo electoral circunstancial del PP, España no giró a la derecha. Lo que reflejan distorsionadamente las elecciones, ante la falta de una alternativa clara con peso de masas, es el hartazgo con un gobierno que dejó 5 millones de desocupados, llevando a más del 40% el desempleo juvenil y a sueldos miserables de 600 euros. Es el cansancio ante el festival de los banqueros y las penurias de una generación condenada a vivir mucho peor que sus padres. El ajuste de Zapatero nada tiene que envidiarle a la derecha. Contra eso fueron decenas de miles de Indignados y millones que le dieron su espalda en estas elecciones al líder de los ajustes de derecha: el PSOE.

Del norte africano al sur europeo

La grave crisis que atraviesa el capitalismo mundial desde el comienzo del descalabro financiero que estalló en el 2008 golpea muy duro a los trabajadores, la juventud y el pueblo pobre de los países europeos. Cuando esa crisis estalló, desde el MST en el Movimiento Proyecto Sur planteamos que se abría una nueva etapa revolucionaria en el mundo, que más temprano que tarde las masas y los pueblos oprimidos iban a salir a la calle para que los costos de la crisis no recaigan en sus espaldas y que eso iba a provocar nuevos fenómenos políticos: luchas, movilizaciones, revoluciones, guerras civiles, etc. donde las viejas estructuras de los regimenes gobernantes iban a sucumbir a manos de las masas movilizadas.

La “primavera árabe” dinamizó la revolución europea. Sus raíces profundas están en la miseria y degradación, en la falta de oportunidades para los jóvenes y, como contrapartida, en el enriquecimiento de los banqueros, las multinacionales y los gobernantes.

En el Magreb y los países árabes, a nivel político exigen libertades democráticas y la caída de los regímenes dictatoriales. En la Europa “democrática” buscan la caída de las viejas formaciones políticas agentes de los bancos y corporaciones, del “bipartidismo”, sus agentes sindicales y aparatos tradicionales.

Ambos procesos son parte de un mismo levantamiento mundial. Las semejanzas entre la Plaza Tahrir y la Puerta del Sol van mucho más allá de su componente joven y el uso de internet: expresan una lucha que, buscando derrocar el viejo orden político, tiene una dinámica anticapitalista. Es que no puede realizar sus anhelos sin derribar los pilares del capitalismo salvaje que domina a sus países y al mundo.

La simpatía mundial que despertó el movimiento de los Indignados expresa que millones tienen los mismos sentimientos y necesidades. Y una parte de ellos, fuera de las lógicas confusiones al inicio de los procesos, buscarán una nueva alternativa política para terminar con los viejos regímenes que provocan hambre y miseria. Es una gran oportunidad para los que queremos terminar con el verdugo de todos los pueblos: el capitalismo imperialista.


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