San Martín, el Emancipador

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Escribe: Marcelo Parrilli, diputado porteño MST-Proyecto Sur

 

 

“Yo servía en el ejército español en 1811. Veinte años de honrados servicios me habían atraído alguna consideración, sin embargo de ser americano; supe de la revolución de mi país, y al abandonar mi fortuna y mis esperanzas, sólo sentía no tener más que sacrificar al deseo de contribuir a la libertad de mi patria; llegué a Buenos Aires a principios de 1812 y desde entonces me consagré a la causa de América: sus enemigos podrán decir si mis servicios han sido útiles.” (José de San Martín, Proclama a los habitantes de las Provincias Unidas, 22 de julio de 1820)

El 17 de agosto de 1850, aquejado por distintas enfermedades y casi ciego, fallecía en Boulogne-sur-Mer, Francia, José de San Martín. No fue sino hasta 30 años después que sus restos llegaron a Buenos Aires y fueron alojados en el mausoleo que hoy se encuentra en la catedral metropolitana. Allí hay una placa con la siguiente leyenda: “Triunfó en San Lorenzo, afirmó la independencia argentina, pasó los Andes, llevó su bandera emancipadora a Chile, al Perú y al Ecuador”.

Muchas otras cosas podrían haberse agregado. Por ejemplo:

San Martín, el militar que se ganó el repudio de los sectores conservadores del gobierno de Buenos Aires por negarse a desenvainar su espada contra sus compatriotas y otros revolucionarios latinoamericanos como Artigas, a quien le decía: “Cada gota de sangre americana que se vierte por nuestros disgustos me llega al corazón. Paisano mío, hagamos un esfuerzo, transemos todo, y dediquémonos únicamente a la destrucción de los enemigos que quieran atacar nuestra libertad. No tengo más pretensiones que la felicidad de la patria. En el momento que ésta se vea libre renunciaré el empleo que obtenga para retirarme; mi sable jamás se sacará de la vaina por opiniones políticas…” (Carta a Artigas del 13 de marzo de 1819).

El mismo que, estando al mando del Ejército del Norte, juzgó y fusiló al coronel realista Antonio Landívar, criminal de guerra que asesinó y descuartizó a 54 prisioneros, no aceptando que tales crímenes pudieran quedar impunes por el criterio de obediencia debida a sus superiores. El que tuvo siempre como concepto orientador la conformación de un ejército popular destinado a empuñar las armas en defensa de sus conciudadanos y de la libertad de la patria y los pueblos hermanos de América Latina.

San Martín, el político que fogoneó la declaración de la Independencia a través de su operador, Godoy Cruz, el diputado por Cuyo, hasta que fue concretada el 9 de julio de 1816. El que, como gobernador de Cuyo, fomentó la educación, la agricultura y la industria aplicando un régimen impositivo progresivo basado en que pagaran más los que más tenían. El libertador de Chile, en cuyo territorio libró sus dos más grandes batallas. El que declaró la independencia del Perú, abolió la esclavitud y las servidumbres personales (mita y yanaconazgo), garantizó la libertad de imprenta y de culto, creó escuelas y la Biblioteca de Lima.

San Martín, el revolucionario antiimperialista que se puso a disposición del gobierno de la Confederación Argentina ante la agresión de Inglaterra y Francia.

Más allá de la utilización que desde el poder siempre se quiso hacer de la figura de San Martín, todos los hechos que resumimos lo han llevado a ser considerado el Padre de la Patria. Ese bien ganado concepto, que tantas veces hemos visto plasmado en el bronce, no agota, ni aun después de 161 años de muerto, su figura. Es que su principal legado es el programa político que podemos derivar de su conducta y de sus acciones y que nos dice que, por sobre todo, San Martín fue un luchador que consagró toda su vida a lo que él llamó la causa del “género humano”; es decir, a la lucha por la libertad de los pueblos y la igualdad de los seres humanos.

Por eso San Martín vive en todos aquellos que enfrentamos a los poderosos, los opresores del pueblo y los imperialismos de turno, peleando con valentía y tenacidad hasta derrotarlos para lograr nuestra segunda y definitiva independencia en una Latino-américa libre y unida.


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