Grecia, Europa y la decadencia capitalista:

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La crisis no se detiene

La crisis del sistema capitalista entró en un nuevo momento. Puede verse que los segmentos decisivos de la economía mundial navegan hacia la recesión o mínimo a un estancamiento prolongado.

Todos los parámetros para medir la situación actual revelan retracción y declive: las tasas de crecimiento del producto bruto interno, en el tercer trimestre, fueron del 0,9% para los EE.UU., el 0,8% para la zona euro y Gran Bretaña, 0,5% para Alemania, 0% para Francia, y -1,2% para Japón. Con la caída de la demanda, el exceso de producción ha vuelto a aparecer en las fábricas, donde se informó de un aumento de las existencias de productos terminados. Los pedidos de exportación de la eurozona cayeron brutalmente a su tasa más baja desde enero de 2009, mientras que los nuevos pedidos en los EE.UU cayeron abruptamente durante el último trimestre, como señal de la afección estructural que atraviesa a la mayor economía del mundo. Como botón adicional que grafica la debilidad de la economía yanqui señalemos que las ventas de Wal-Mart, la mayor cadena minorista del mundo, registró nueve trimestres consecutivos de caída en sus ventas. Existen indicadores de acumulación de tensiones en China y aunque sigue creciendo a altos niveles, la retracción de los principales mercados mundiales anticipa consecuencias sobre la potencia oriental.

La crisis del capitalismo se ha profundizado en todos los aspectos y presenta un horizonte altamente incierto. Si bien puede haber recuperaciones parciales, hay un declive general. Hay sobrante de stock productivo con retracción mundial de la demanda de exportaciones. El cuadro se combina con altísimo endeudamiento público y privado; alto desempleo y acumulación ociosa de stock. Las seis economías más grandes del mundo presentan niveles productivos que están por debajo de la situación pre-crisis del 2008. De conjunto, la economía presenta una situación sin salida a la vista del estancamiento de las fuerzas productivas y con una burguesía monopolista frente al dilema de ajustar para afrontar el endeudamiento y por esa vía retraer más el mercado; o expandir el gasto, aumentando el endeudamiento y el déficit. La burguesía intenta ganar tiempo para poder golpear al movimiento de masas y reiniciar el ciclo “virtuoso”, pero se enfrenta a terribles contradicciones para salir del pozo: la respuesta de masas al ajuste en Europa y la debilidad política del imperialismo.

El mediterráneo en el centro de la tormenta

Como respuesta a la crisis, la burguesía intenta a la desesperada descargar el peso del desplome sobre el conjunto de las masas y de forma combinada, seguir beneficiando a los ricos con mayores exenciones fiscales presentadas como “incentivos”. Como un ángulo adicional se habilita la especulación sobre la deuda pública y además, se avala la especulación sobre el precio de los alimentos y de las materias primas. También se liquida el gasto social y la inversión pública, como garantía de que los Estados tendrán dinero para pagar los intereses y el capital de esa deuda pública. Este combo de medidas de “gestión anticíclica” no hace más que agudizar la crisis. Y Europa es uno de los mejores exponentes. En la eurozona el promedio oficial de desocupación está en el 10%, con países como España con una marca del 20%. Hablamos en suma de más de 20 millones de personas sin trabajo en el bloque económico de Europa. Mientras la crisis griega hace pender de un hilo al viejo continente. Ayer, aún sin garantías, tuvieron que girarle un nuevo préstamo para evitar que entre en default.

Los ojos del mundo se han puesto de nuevo sobre Grecia y las movilizaciones europeas, meses atrás habían sido las revoluciones democráticas del Magreb. Estos son hechos nuevos de la situación mundial y la perspectiva es que así sea los próximos años. Los principales procesos de lucha, de organización política y sindical se están desarrollando o van a desarrollarse en esta zona del mundo. El proceso de revoluciones democráticas no se detiene y abarca a nuevos países y a la continuidad de movilizaciones y organización en Egipto, Túnez y Libia. En la Europa Mediterránea se están dando huelgas, movilizaciones y desbordes en Grecia, huelgas en Inglaterra y un proceso nuevo de la juventud que marcó los últimos meses: los indignados españoles que tomaron el centro político de Madrid y otras ciudades. Lejos de ir acabando es solo un anticipo de lo que puede venir en la medida que no se solucione la crisis. Hay una disputa del imperialismo contra las masas europeas del cual veremos su resultado. Por ahora, nada indica que el proceso se detenga.

El programa y la construcción política

En la situación actual tienen mucho peso las propuestas que den respuesta a los problemas sociales más sentidos. Y por el marco de la crisis capitalista deben ir siempre acompañadas de propuesta que ataquen los puntos neurálgicos del poder imperialista y capitalista. Ya que sin esto no hay manera de solucionar los problemas sociales. Estamos en las antípodas de una época reformista y de desarrollo de las fuerzas productivas. Vivimos la etapa de mayor degradación, saqueo y penurias humanas. Y en medio de esto las grandes potencias pretendiendo descargar sobre millones el costo de la crisis. A esa realidad tenemos que responder. Dándole fuerza a medidas como la oposición al salvataje de entidades financieras y a los ajustes tipo Grecia. Plantear ante la crisis que se les cobre grandes impuestos a los que más tienen y se cumpla con el salario y el trabajo de la población. Que no se paguen las deudas externas y se utilicen los recursos en demandas sociales. Que se pongan en manos del estado y sus trabajadores las empresas que despidan o quiebren y los grandes recursos y riquezas nacionales. Esto tiene mucho peso en Latinoamérica y en todo país dependiente. La pelea contra el robo del petróleo, las grandes mineras, la depredación de selvas y bosques, son tareas y luchas concretas en toda Sudamérica. Y deben ser un eje claro de nuestra política. En Argentina contra la megaminería y por la nacionalización del petróleo. Y en Bolivia, donde se desarrolla un movimiento contra la construcción de la autopista hacia el pacífico, estamos del lado del pueblo que defiende sus recursos, la naturaleza y el medio ambiente frente a la equivocada posición del gobierno de Evo Morales que terminó reprimiendo a los manifestantes y en una crisis política con renuncia de varios ministros y funcionarios.

Para responder a la crisis además es necesario construir grandes alternativas que disputen franjas de masas. Es imposible llegar a millones sino es teniendo una política audaz sobre nuevos fenómenos políticos, intentar acuerdos con sectores que provienen de otras culturas políticas y levantan puntos positivos, con organizaciones que giran hacia izquierda y otros fenómenos que por la crisis mundial seguirán apareciendo. Nuestros partidos, cuya construcción es una tarea estratégica, tienen que fortalecerse y extenderse al calor de la intervención en la lucha de clases y en la disputa política. Tendiendo puentes o siendo partes de fenómenos amplios que tendrán distintas característica según cada país. En algunos casos tendrá más claramente componentes de izquierda, otros pueden ser combinaciones con sectores nacionalistas o antiimperialistas. No hay que atarse a esquemas sino ver la realidad y los actores reales que existen en cada país, y que pueden jugar un rol positivo ubicándose objetivamente a la izquierda de los gobiernos y viejos partidos. En esa política tenemos que construir organizaciones socialistas y revolucionarias.

Carlos Tobías

 


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