Con patotas y represión, Macri consumó su ataque al Estatuto docente

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En la madrugada del viernes 2 de diciembre fuimos testigos de un nuevo ataque a la educación pública: la eliminación del sistema de clasificación docente ejercido entre pares.

Esa sesión fue una clara demostración de lo que es la «democracia» del PRO. Se negó a escuchar el categórico rechazo de los docentes a la reforma del Estatuto y votó la ley a fuerza de patotas de barrabravas, gases lacrimógenos y balas de goma. Y criminalizó nuestra legítima protesta mediante el descuento compulsivo de los días de paro.

No nos asombra que un gobierno procesado por espionaje, que puso al frente de su Policía Metropolitana a un represor y que desfinancia la educación y la salud públicas quiera controlar la designación y toda la carrera de los docentes. Pero el PRO no estuvo solo en su ataque: los diputados kirchneristas y sus pares de la Coalición Cívica fueron cómplices de la maniobra.

Fue una dura lucha que duró dos meses, con paros y moviliza-ciones masivas, y de la que participó un importante número de docentes, organizados desde los distritos y escuelas y dispuestos a dar la pelea a fondo.

El proyecto aprobado, si bien mantiene siete Juntas de Clasificación, expresa lo esencial de la voluntad del PRO: designar los cargos desde el Poder Ejecutivo, a dedo por el gobierno de turno, y relegarnos a los docentes a un rol de espectadores. Su objetivo de fondo es disciplinar a la docencia, en un año que será de fuertes pujas salariales ante los ajustes de tarifas resueltos por Macri y Cristina.

El macrismo aprovechó su momento

El momento político no nos fue favorable a los docentes. El macrismo viene de ganar las elecciones con un amplio margen, que le aseguró un nivel de legitimidad suficiente que ayudó a neutralizar la adhesión y la solidaridad activa de la comunidad al reclamo. Esto le permitió circunscribir el conflicto a una disputa entre los docentes y el gobierno, e impedir que su reforma se visualice como parte de un ataque global a la educación pública.

Otra particularidad del momento en que se despliega esta ofensiva fue el recambio legislativo. La gestión de Macri logró comprar voluntades de legisladores salientes y ansias de conseguir algún cargo, así como lo hizo en la votación del Presupuesto 2012 y en las designaciones para la Auditoría porteña.

Un caso conocido es el del diputado Sergio Abrevaya, de la Coalición Civica, que en canje por su propuesta sobre las juntas funcional al PRO obtuvo -entre otras cosas- el apoyo macrista a su proyecto de un «congreso pedagógico».

El kirchnerismo: malabares entre la espada y la pared

No es secreto que el kirchnerismo y el macrismo vienen sellando pactos: en los primeros cuatro años de gestión PRO, los K votaron el 70% de las leyes clave que le garantizaron a Macri su plan de gobierno.

Si bien votaron contra esta reforma, el quórum dado por tres diputados K (Claudio Palmeyro, Mateo Romeo y Silvina Pedreira) le abrió la puerta al PRO para aprobar su proyecto anti-juntas. Además, siguen intercambiando votos a nivel nacional y local. En la votación del Presupuesto porteño, una semana antes, los votos K aprobaron dicha ley de Macri que recorta los fondos para infraestructura escolar, aumenta los subsidios a la educación privada y congela nuestra partida salarial.

Se trata de acuerdos por necesidad, donde ambas fuerzas se pelean furiosamente de la boca para afuera, pero luego se garantizan la gobernabilidad uno al otro a cambio de votos y cargos. El desembarco de la crisis económica mundial, con su correlato de suba de tarifas, intensifica esa necesidad de ambos gobiernos de “no hacer olas”. Por eso Sileoni, ministro de Educación de la Nación, se aprestó a disciplinar a los docentes, oponiéndose a los paros y preanun-ciando la dura advertencia de Cristina en su último discurso. Por la misma razón, la conducción de CTERA, aliada del gobierno nacional, se mantuvo al margen y no convocó a paro nacional, traicionando la lucha y dejando pasar una reforma que es un retroceso histórico en nuestros derechos laborales.

El rol de los sindicatos

La conducción Celeste de la UTE quedó presa de la contradicción que acabamos de señalar. Sin la venia del gobierno nacional para jugarse a fondo en la pelea, se limitó a convocar paro con cuentagotas (de hecho hubo tres semanas sin medidas de fuerza hasta la votación definitiva) y no se jugó a impulsar la organización de sectores más amplios de la docencia. UTE apostó a la negociación… y perdió. Esto llevó a que la movilización se estancara en su magnitud inicial, sin avanzar en un salto cualitativo. A pesar de la intensa actividad desplegada por centenares de activistas docentes, lamentablemente no se pudo sortear este verdadero corralito a la lucha.

Las correctas medidas tomadas por ADEMyS, impulsando la participación activa en los distritos y las escuelas y convocando asambleas para resolver los pasos a seguir, lo han postulado como una conducción sindical alternativa y dinámica. Esto, sumado al buen resultado en las elecciones de Juntas de Clasificación, lo colocan como un actor fundamental de cara a las próximas peleas. Su desafío será consolidarse como una herramienta gremial en base a un modelo sindical democrático, participativo y de lucha.

Debatir, prepararnos y organizarnos

La aprobación de la reforma macrista cerró un capítulo y abrió otro. Es momento de debatir entre todos el balance de esta lucha histórica, mientras reclamamos el reintegro de los injustos descuentos por los días de paro. El 2012 planteará seguramente la pelea salarial y la resistencia a la aplicación de la reforma del Estatuto. Organizados desde abajo, en cada distrito y cada escuela, los docentes podemos encarar los desafíos que se vienen.

 

Alternativa Docente (Capital)