El internacionalismo revolucionario le es ajeno al Partido Obrero

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En su último periódico, el PO dedica un artículo a intentar denostar la política de nuestra corriente internacional de avanzar en un acuerdo junto a compañeros de otra corriente histórica del trotskismo, en el marco de IV° Internacional. Para hacer su crítica, utiliza el método de la mentira y la amalgama, que no está de más recordar es ajena a los revolucionarios. Tras una larga cantidad de falsedades de lo único que no habla es sobre si es correcto o no realizar enormes esfuerzos en construir una organización internacional bajo acuerdos importantes y a la vez conviviendo con matices o diferencias. No es casual, su artículo sencillamente confirma décadas de incomprensión frente a las tareas internacionales y un profundo y pedante nacionalismo.

Sergio Garcia

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La realidad mundial del capitalismo está atravesando una etapa nueva y en cambio constante. Con el inicio en 2008 de este período convulsivo se empezaron a expresar con intensidad –aunque con lógicas desigualdades- importantes respuestas del movimiento de masas a la política de ajuste practicada desde arriba por los gobiernos capitalistas. Durante el 2011 se transitaron grandes confrontaciones, y de hecho los primeros triunfos políticos y sociales del movimiento de masas con las revoluciones democráticas en el Magreb, que generaron el principal cambio político del proceso mundial liquidando dictaduras de décadas que actuaban como agentes del imperialismo en la región. El mapa del norte de África cambió. Estas revoluciones fueron los primeros hitos de esta etapa pero no los únicos: también se combinaron con un continente europeo sacudido por el ascenso de masas y una ebullición que no se detiene hasta ahora, ya entrado el 2012, y una Sudamérica que se levanta en defensa de sus recursos naturales contra las transnacionales.

Sobre este panorama actuamos los revolucionarios y necesitamos desarrollar una política internacional que facilite la disputa de masas y la construcción de organizaciones revolucionarias, en una realidad compleja pero a la vez dominada por enormes oportunidades de crecimiento para alternativas antisistémicas. Es precisamente en esta realidad, en la cual creemos imprescindible hacer los mayores esfuerzos por construir un fuerte polo internacional de los revolucionarios, para fortalecer las luchas y las construcciones políticas. Para esta tarea hacemos un gran esfuerzo. Y a esta tarea el PO le da la espalda.

No hay trotskismo sin construcción internacional

Históricamente, el trotskismo nació combatiendo una traición convertida en política en la Rusia posterior a la muerte de Lenin: el socialismo en un solo país de Stalin y la posterior disolución de la Tercera Internacional. La fundación de la IV, fue el intento de Trotski y sus contemporáneos por mantener la continuidad histórica del marxismo y el leninismo. Ese gran mérito del trotskismo lo hace enorme aún en medio de otros errores. E hizo desde un inicio que la marca del trotskismo, sea en primer lugar la lucha por construir organizaciones internacionales y una política internacional que sirva de base al desarrollo de partidos nacionales. Sin esta base esencial que en realidad es marxismo puro, no hay comprensión de la realidad ni de las tareas. El trotskismo es sinónimo de revolución e internacionalismo militante practicado a través de la construcción de organizaciones internacionales ligadas a procesos reales de lucha de clases en el mundo. Sin el marco de una organización internacional y sin el aporte de diversas experiencias y culturas políticas cualquier construcción nacional es limitada y presa de errores permanentes. Si esto siempre fue así bajo el capitalismo, hoy con la magnitud de la crisis mundial es más vigente que nunca.

Desde esta base esencial del trotskismo, es que hoy el MST y la corriente internacional proveniente del morenismo que integramos, hace enormes esfuerzos por construir una organización internacional. Mientras el PO actúa desde un mesiánico nacionalismo porteño, dedicado a cargar tintas contra el acuerdo de dos corrientes que, con aciertos y errores, hemos construido organizaciones internacionales a lo largo de los últimos 70 años: la tradición referenciada en Mandel y la nuestra surgida con Nahuel Moreno. Hoy intentando confluir junto a otros sectores y culturas políticas en el seno de la IV.

El morenismo en particular, a lo largo de su rica historia estuvo obsesionado por la actividad internacional y actuó siempre aportando en ese sentido. Mientras el PO, surgido como grupo estudiantil allá por 1964, casi 50 años después no puede mostrar ninguna construcción internacional, sencillamente porque no la comprende ni la comparte. Más bien cree que desde Buenos Aires se le puede indicar al mundo entero que se debe hacer. Tal es su distorsión nacionalista, que se limita a corresponsalías en algunos países mediante unos pocos simpatizantes que mal colaboran con abstractas opiniones, como expresión elocuente de un proyecto que ha ido de fracaso en fracaso.

Nuestra corriente morenista, en la que se referencian distintos partidos y dirigentes políticos y sociales en Argentina, en la Venezuela bolivariana, en el Brasil del PSOL, en Perú, Chile, Ecuador, España, en la lejana Bielorrusia y en muchos otros países, sigue siendo un actor dinámico para la construcción de una organización revolucionaria internacional, intentando actuar positivamente para sacar conclusiones en un proceso permanente de aprendizaje autocrítico.

El nacional – trotskismo del PO, por el contrario alimenta todo tipo de distorsiones como el sectarismo y las mentiras, en lugar de las polémicas serias como era la tradición del bolchevismo y el verdadero trotskismo. Así se explica también, por esa misma falta de comprensión internacional de los procesos políticos, que el PO no haya logrado ser parte de ninguno de los fenómenos antiimperialistas de América Latina y tienda en general a cometer el error sectario de ignorar las luchas nacionales o a los países independientes. Valga como muestra que ni en Venezuela, Ecuador o Bolivia el PO ha podido o si quiera intentado construir alguna organización. Por eso, a la honesta militancia que sigue con atención la política de las diversas organizaciones de izquierda les proponemos que no pierdan de vista las consecuencias de esta desviación nacionalista.

Por otra parte, el PO dice en su prensa que nuestra política de confluencia con la IV es “la unión de los fracasados” y señala como supuesta prueba el balance del NPA en Francia o el resultado electoral de Proyecto Sur en Argentina. Lo que no dice es que en Francia el PO tiene “un corresponsal” que ¡milita en el propio NPA! Y por otro lado, no está demás recordarle al autor que la construcción revolucionaria, salvo que se haga desde una óptica reformista como la del PO, no se mide por resultados electorales. Aunque ni siquiera estos favorecen al PO en la historia argentina. En síntesis, el verdadero fracaso político que el PO pretende ocultar es el suyo en el terreno internacional, ya que en décadas de actividad no ha logrado construir nada que lo haga sentirse orgulloso.

Una orientación internacional revolucionaria, parte de buscar acuerdos positivos

Hoy actuamos en un mundo muy diferente al de hace décadas. Atravesamos una realidad donde las ilusiones ideológicas que el capitalismo difundió por el mundo se derrumban. Ante tamaña bisagra histórica necesitamos audacia y pasión revolucionaria en el terreno internacional. Por esa razón nuestra corriente trabaja desde hace años por lograr un reagrupamiento internacional de los revolucionarios que actúe como un polo, para incidir en la lucha de clases y la lucha política. En el último período sin desconocer que provenimos de tradiciones distintas y antiguas polémicas, logramos un acercamiento político muy importante con la corriente organizada en la IV° Internacional. Y compartimos un protocolo que parte de constatar que tenemos un visión común de la actualidad mundial y que ambas corrientes procuramos avanzar en un proceso de confluencia internacional. Con la suma de unos y otros la IV pasa a tener implantación real en los 5 continentes y en alrededor de 40 países. Esto la convierte en la organización internacional con más peso representativo en el mundo. Tal vez esto le preocupe al PO y a su desatinado escritor.

La experiencia que estamos haciendo, y que el PO no logra comprender, es la experiencia que el marxismo ha hecho en toda su historia: realizar los mayores esfuerzos por construir organizaciones internacionales, que acojan en su seno a diversos sectores, que tengan acuerdos y debatan las diferencias, mientras actúan en común en la realidad. Esta construcción internacional estamos haciendo frente al nacional – trotskismo del PO y a las variantes de insignificantes “sellos” internacionales de otros grupos.

Frente a todo esto elegimos el camino del internacionalismo real, militante y práctico en la disputa hacia el movimiento de masas. La magnitud de la crisis capitalista y la oportunidad y responsabilidad que tenemos los revolucionarios nos colocan en esta perspectiva. Aunque el PO ni se acerque a comprenderla.

La crisis capitalista pone a la orden del día el internacionalismo

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