Tiempos difíciles en China

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Héctor Palacios

En los últimos días China ha ocupado las primeras planas de los diarios del mundo. En primer lugar, el suceso del desplazamiento político de uno de los grandes dirigentes del Partido Comunista: Bo Xilai, uno de los denominados príncipes por ser hijo de uno de los dirigentes de la Revolución de 1949
Bo era miembro del Comité Central y del Secretariado. Un verdadero “pesado” del poder. Actualmente líderaba la ciudad de Chongquin, provincia de Sichuan, la cual tiene más emprendimientos industriales extranjeros que la misma Pekín. Se lo acusó de grave desviacio-nismo y se vio envuelto en la muerte misteriosa de un empresario inglés inversor en el continente, por haber sido sospechada su esposa, Gu Kailai, de ese presunto asesinato.
La mujer es abogada y asesora de empresarios extranjeros que invierten enormes capitales y se piensa que esa muerte es consecuencia de peleas por alguno de tales negocios. El único hijo de Bo, Guagua, vive desde los 12 años fuera de China; sus padres han querido formarlo para ubicarlo en altos cargos. Estudió en Inglaterra, en Harrow, un colegio de elite y luego en Oxford. Actualmente realiza un post-grado en Harvard y cuando está de vacaciones en su país se lo ve piloteando una Ferrari último modelo.
Lo cierto es que Bo encabeza una corriente de opinión y de intereses contrarios a la línea oficial del presidente Hu Jintao y del primer ministro Wen Jiabao. Se está en vísperas del cambio de estos últimos en el gobierno, y parece que Bo y otros se proponían manejar esa sucesión a su favor. En buen romance, estamos ante una lucha lisa y llana por el poder entre dos grandes fracciones de la burocracia.
Estas disensiones existen en China desde hace mucho, pero cuando salen a la superficie es porque son muy importantes y pueden tener hasta resolución violenta. Así pasó en el caso de Tiananmen, aunque en esa ocasión se trató de una revuelta popular y no de una pelea interna por el gobierno. Como parte de este clima, hace muy poco fueron detenidas seis personas por haber difundido en Internet la posibilidad de que se produjera un golpe de Estado.

Una situación crítica

En China, desde 1978, bajo el gobierno de Den Xiaoping (Mao falleció en 1976), se inició una gran “Reforma de la Revolución” destinada a una gradual restauración capitalista. Este proceso se fue consolidando hasta transformarse el gigante asiático en una potencia de esa índole, que ya está, económicamente, a la altura de EE.UU. y de Europa.
Esta restauración ha creado un bienestar y una riqueza muy grande para su clase dirigente, la burocracia jerárquica del PC chino. Lo original de este sistema de explotación es que se ha edificado sobre una sociedad que se hallaba en transición al socialismo, de lo que ya queda muy poco por no decir nada. En razón de esto, al no ser un régimen social nacido y desarrollado por la burguesía sino por la burocracia del PC chino, y cuya acumulación primitiva es de una economía de transición al socialismo, tiene características violentamente contradictorias a todo nivel.
La reforma funcionó con cierta armonía en una primera etapa (1978/85) pero desde entonces las desigualdades regionales -la costa y el interior, la ciudad y el campo-, la pobreza y la distribución de la renta fueron empeorando. Cuando las lacras del capitalismo comenzaron a manifestarse, los burócratas chinos profundizaron la reforma y aceleraron cada vez más el proceso de restauración.
Ahora, estallada la crisis mundial capitalista de 2008 en los países centrales -EE.UU. y Europa-, esto ha repercutido necesariamente en China pues eran sus principales clientes. A los viejos problemas se agrega la presente recesión mundial. El gigante asiático ha comenzado a “desacelerarse”. No crece tanto como antes lo hacía (10 a 15% anual). Actualmente lo hace al 7 u 8% -un buen número- pero para China no alcanza, pues con la explosión industrial y el crecimiento de las ciudades por emigración campesina cada vez se necesita más producción para dar de comer y ayuda social a las masas. O sea, China podría tener grandes conmociones sociales y ya las está teniendo.
La renta per capita de los campesinos es tres veces menor a la de los trabajadores urbanos. El número de conflictos de masas pasó de 8.700 en 1993 a cerca de 90.000 en 2010, según el gobierno, aunque se piensa que las cifras pueden ser mucho mayores. Las movilizaciones van desde la expropiación ilegal de tierras a escándalos medioam-bientales (envenenamientos por plomo), enfrentamientos étnicos (Tibet, Xingiang) o huelgas en fábricas.
La mayoría de los disturbios son breves y localizados, pero la burocracia teme que el crecimiento económico, la urbanización en alza y el uso extendido de Internet alimenten disensiones políticas más grandes. Ellos se están preparando para enfrentar a un pueblo cada vez más movilizado, mejor conectado, más instruido y exigente de mayores reivindicaciones frente a la desigualdad y la corrupción. Las revueltas árabes los han puesto en alerta, máxime en este momento de relevo político de sus autoridades. Se han detectado más de 3.800 casos de detenciones arbitrarias y más de 100 personas torturadas por activismo. En 2010 y 2011, los gastos en seguridad han superado las cifras anteriores.

El temor a las masas

La sombra de Tiananmen siempre acompaña a la oligarquía burocrática china, El primer ministro Wen Jiabao ha tenido que salir a hablar de “reforma política”, de evitar una nueva “Revolución Cultural”. La crisis económica global ha exacerbado las tensiones sociales existentes en China al forzar al gobierno a impulsar el consumo privado ante la reducción de las exportaciones. Esta mirada al mercado interior ha hecho aflorar con más dureza las enormes disparidades sociales creadas en un país que hace décadas, aun en la pobreza, estaba relativamente igualado.
En China se ha crecido económicamente pero con ello crecieron también la corrupción, el nepotismo, las desigualdades sociales y los abusos. Al mismo tiempo, la población china ha tomado mayor conciencia de sus derechos y está más dispuesta a salir a la calle para defenderse. Quizás los sucesos ocurridos con Bo Xilai estén indicando que estamos ante inminentes estallidos.


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