En 1912 en la región pampeana se realizó una formidable cosecha en la que pequeños y medianos arrendatarios rurales, luego de vender su producción y honrar sus deudas, se dieron cuenta de que casi nada les quedaba para ellos y que sus economías familiares eran paupérrimas.
El paro agrario conocido como El Grito de Alcorta fue la respuesta de los trabajadores de la tierra al modelo agro-exportador de la Generación del ‘80, un modelo excluyente y a favor de la concentración.
Si bien transcurrieron cien años, la historia sigue igual, con matices pero con idénticas causas, ahora los actores de la agricultura son los grandes los fideicomisos, los pooles de siembra, las empresas multinacionales, las corporaciones y los mismos marginados: los chacareros, los humildes trabajadores de la tierra.
La renta agraria en los últimos diez años de gobierno K, se agudizo la concentración, y los grandes beneficiarios son un pequeño grupo de grandes empresas que tienen en sus manos toda la cadena de valor: producen, transportan, procesan y embarcan sin intermediación, lo que les genera ganancias extraordinarias provocando así que los pequeños chacareros les alquilen sus campos.
Nuestra compañera Vilma Ripoll acompañó en Alcorta, en los 100 años del Grito, a más de 2.000 pequeños productores movilizados al costado de la ruta que continúan peleando para que la estructura latifun-diaria del agro argentino se termine. Vilma dijo: “El blindaje de Cristina no existe y la crisis mundial llego para quedarse. Ya fueron por los trabajadores con el impuesto a las ganancias, ahora vienen por ustedes, lo cual pone a la orden del día la unidad en la lucha contra los ajustes y la necesidad de construcción de alternativa política amplia y con salidas de fondo. Y la necesidad de preparar un nuevo Grito de Alcorta”
Fernanda Martinelli (Rosario)