Cristina, la inflación y el país real

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Escuchando sus últimos discursos, pareciera que la Presidenta vive en otro país. Siempre hay una palabra que no menciona: la inflación. Y trata a los que no quieren pagar el impuesto al salario de tacaños… La realidad es muy distinta.

La carrera inflacionaria no tiene freno, en informes periodísticos se ha demostrado como lo que hace 4 años comprábamos con 100 pesos, hoy cuesta casi 400. Y hablamos de carne, productos de la canasta básica y transporte. Los alquileres se pactan con un 25% para el año siguiente, pasando por sobre la ley. Mientras siguen subiendo los cigarrillos, la leche, quesos, bebidas, etc.

La terrible inflación es el ejemplo de ajuste que Cristina da al mundo, al jactarse en el G20 que aquí los salarios se pactan en un 20% (cuando la inflación real es superior). Por eso el impuesto al salario o los topes en las asignaciones familiares son un verdadero ajuste para los que llegan a cobrar en bruto (no en mano) arriba de 5.200.

Peor aún para el 50% de los asalariados del país que no gana más de $3000. Y acá debemos incluir a los cooperativistas y los distintos planes sociales, congelados en $1200, $600 o $300. A los jubilados y al arco de empleados estatales. Esto lo reconoció de hecho Cristina en sus últimos discursos, al decir que el 81% de los trabajadores argentinos no paga impuesto a las ganancias. Claro que sin aclarar que por tener ingresos en la línea de pobreza…

Para que la crisis la paguen los que la generaron, debemos derrotar el “impuesto inflacionario”; imponer la eliminación del IVA a los productos de la canasta familiar; meter un fuerte impuesto a la renta financiera, no a los salarios. Aplicar la ley de Abastecimiento a los formadores de precios, con cárcel y embargo al que especule. Y recomponer los salarios, jubilaciones y planes sociales desde un salario mínimo de $5.000 y el 82% móvil para los jubilados.

Se puede hacer. Entre los trabajadores, la CTA, los gremios combativos, las organizaciones sociales y la izquierda debemos seguir la lucha por esa alternativa.

Juan Bonato

 


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