El movimiento obrero y la división de la CGT

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Un nuevo mapa sindical y político

El Congreso que reeligió a Moyano institucionalizó la división de la CGT en tres sectores. La noticia se difundió con un análisis adjunto: hay cinco centrales en la Argentina, considerando a la CTA encabezada por Micheli y al sector de Yasky. Cristina ya se reunió con el engendro que están armando Gordos e Independientes, una impresentable entente que se postula para ser oficialista. El nuevo mapa que se configura por arriba, es el reflejo de un intenso y amplio debate en las filas del movimiento obrero en el camino de una nueva dirección sindical y política.

Guillermo Pacagnini, Secretario Sindical del MST
Miembro de la Mesa Nacional
de la CTA

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La división de la burocracia sindical no es nueva. Siempre hubo alas, sectores, fracciones y hasta divisiones de la CGT. Incluso han sido menores los períodos de “unidad” total del sindicalismo burocrático. Tales divisiones siempre reflejaron una combinación de factores: roces entre sectores patronales con los que tenían acuerdos, relaciones con los gobiernos de turno, disputa interburocrática por el reparto de prebendas, presión de las bases que las empujaba a ir más allá de sus deseos y los vaivenes de la crisis histórica y estructural del PJ.

Esos factores están en la raíz de la crisis actual, con dos particularidades que potencian la crisis de esa losa burocrática que se está quebrando. Un factor, producto de la etapa abierta en el país tras el Argentinazo, fue la estrategia K de intentar recomponer el régimen y armar un proyecto burocrático que aparezca distinto al de la vieja burocracia desprestigiada y que le sirva de apoyo para un pacto social al servicio de marchar hacia un capitalismo “normal”. Sin embargo, las luchas y la efervescencia que creció en el movimiento obrero hizo que avanzara muy parcialmente y a un alto costo. Le alcanzó para hacer del “moyanismo” una de sus patas de apoyo esencial. Esa relación, que por ser interlocutor preferido y por la caja de las obras sociales a cambio de ser garante de los techos salariales y frenar la pelea social, ahondó la crisis con los otros sectores y se fue agotando al ritmo de la crisis económica que acotó los márgenes de maniobra del gobierno. La debacle del modelo K dejó a Cristina sin esa pata de apoyo clave que ahora intentará recomponer, en una coyuntura de mucho desgaste, con un conglomerado de viejos personajes como Lescano, Cavalieri, Martínez y otros, muy desprestigiados y dignos de un museo de cera. Antes había fracasado en quedarse con la CTA. Aunque forzó una crisis y sumó a Yasky, se produjo un realinea-miento positivo alrededor de la CTA encabezada por Micheli, en defensa de la autonomía de la central.

Hacia nuevos fenómenos sindicales

La otra particularidad es cualitativa: la crisis por abajo. El tremendo desprestigio de la burocracia en su relación con la base por años de traiciones y por su modelo sindical verticalista, que hizo de los sindicatos agencias del poder de turno, mediante el cual durante sus épocas de gloria lograron disciplinar a los trabajadores. Todo eso está cuestionado y, más allá de los vaivenes, empieza a expresarse en miles de activistas que surgen por la base en las luchas. En cientos de delegados y nuevos dirigentes que comienzan a ganarle terreno a la vieja burocracia. Está en curso un proceso de renovación sindical. El pase de Moyano a la oposición abre nuevas brechas para alimentar este proceso. El paro nacional y la marcha a Plaza de Mayo del 27 de junio, que fue una continuidad objetiva y programática del paro del 8 de la CTA y abrió un canal de expresión contra el ajuste nacional, es fruto de esos cambios. Para los luchadores se impone tomar nota de estas novedades. Hay que bregar, sin depositar ninguna confianza en Moyano, por un plan de lucha conjunto CTA-CGT. La nueva etapa por la que transita la CTA ofrece un ámbito para el reagrupamiento en el seno del cual se puede fomentar el proceso de recambio sindical. Si nuestra central se postula con fuerza y una política correcta hacia estos cambios en el mapa gremial, puede avanzar en ser una referencia para la unidad de acción en la lucha y también hacia la construcción de la dirección combativa y democrática que se necesita.

Un amplio debate político

Estos cambios no solo inauguraron un escenario más propicio para las luchas y el recambio sindical. Lo central es el debate político que se abre al interior de un amplio sector del movimiento obrero que rompe con el gobierno e inicia la búsqueda de un nuevo rumbo. Moyano debió referirse a ello al decir que “los trabajadores van a ver a quién votar”. Un punto clave, que atañe a la alternativa política que hace falta ante la debacle a la que se encamina el gobierno K. Los coqueteos de Moyano con Scioli y otras variantes del PJ disidente no son salida. No responden positivamente a este debate. La burocracia siempre, en todas sus variantes, fue socia de la vieja política, del PJ y de otros sectores de la oposición patronal. Ha llevado a los trabajadores de furgón de cola de los intereses de los capitalistas. Los trabajadores, para mejor pelear por defender las conquistas y por un modelo alternativo con cambios de fondo, tenemos que fortalecer nuestra propia opción política. Una alternativa amplia, como la que venimos proponiendo desde el MST, con las fuerzas con los que compartimos el Movimiento Proyecto Sur, los sectores con los que estamos en la construcción de la CTA y abiertos a empalmar con nuevas expresiones surgidas del debate abierto entre los trabajadores que buscan y necesitan una nueva alternativa.


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