Los millones que ganaron las calles en Egipto hasta terminar con Morsi, protagonizaron la movilización más numerosa de este siglo XXI. Fue una nueva fase que muestra el vigor que tiene la revolución Egipcia. Al mismo tiempo, el hecho que los militares sean quienes tomaron el poder, y la matanza que provocaron a 50 hermanos musulmanes muestra las contradicciones abiertas e indican que la revolución todavía no encontró una alternativa de poder.
¿Quien tiró a Morsi?
La prensa en general calificó la caída de Morsi como un golpe de estado militar -sin embargo, esto es muy relativo o parcial-, y por lo tanto comenzar el análisis de la situación de Egipto por ahí seria errado. Los militares actuaron en el último momento para impedir que las masas fueran por el gobierno Morsi. Dieron un golpe cuando la movilización estaba madura para derribar al gobierno. Son las masas quienes arrasaron con un gobierno que pretendía imponer leyes islámicas reaccionarias y antidemocráticas que continuaba con la misma política económica de Mubarak. Lo que los militares hicieron es utilizar este objetivo de la nueva fase de la revolución egipcia en curso y, lógicamente, no lo hicieron para profundizar la revolución sino para intentar detenerla. Lo que asistimos en Egipto fue un nuevo levantamiento revolucionario, un nuevo episodio de la larga revolución árabe que paso a tener su epicentro en Egipto, el país más grande y más importante de la región.
La revolución egipcia comenzó en los inicios del 2011 y no se ha detenido. Su primer triunfo fue tirar al faraón de Mubarak. A partir de entonces siguió viva con el objetivo de conquistar sus objetivos democráticos y sociales. Cuando un año después Morsi gano las elecciones hizo un gobierno que continuó atado a los intereses del gran capital y el imperialismo, (no cambió nada de la era Mubarak), y comenzó a ser asediado por el movimiento democrático y los trabajadores que se negaban a aceptar esta política de hambre y el creciente cercenamiento de las libertades democráticas bajo la bandera del islamismo.
Con las jornadas de Junio del 2013 el pueblo protagonizó una segunda fase de la revolución que se incubó en grandes luchas de los trabajadores y en un nuevo movimiento Tamarad que recolectó más de 20 millones de firmas pidiendo la destitución. La revolución abarcó todo el país. Hubo toma de gobernaciones, de locales de la Hermandad Musulmana. La diferencia con la primera fase contra Mubarak es que está vez se enfrento a un gobierno de la Hermandad Musulmana.
Los hermanos musulmanes
Después de la caída de los regímenes autocráticos la burguesía arabe y el imperialismo apostaron al islamismo para canalizar la revolución democrática. Han apoyado a Morsi, al régimen de Erdogan en Turquía como al gobierno musulmán de Túnez. Pero las movilizaciones en Turquía, Túnez y ahora en Egipto muestran que la revolución democrática a pesar de no tener todavía una alternativa de poder es mucho más profunda que lo que puede ofrecer el movimiento islámico.
La revolución egipcia atraviesa una encrucijada con dos riesgos. De un lado los militares tuvieron márgenes para el golpe porque contaron también con el apoyo del Frente de Salvación Nacional, un frente que abarca las fuerzas laicas y también un sector de los musulmanes de derecha. Este golpe está muy lejos de ser un golpe tipo Pinochet que triunfa sobre el aplastamiento del movimiento de masas; pero los militares están allí para intentar consolidar el poder de las clases dominantes y la represión a los hermanos musulmanes tiene ese objetivo. El otro peligro para la revolución son los mismos hermanos musulmanes que con el pretexto de defensa de la democracia pueden desatar una lucha sectaria y fundamentalista que también va contra la revolución. Ambos quieren detener una revolución que está viva, sigue y seguirá pese a los mártires y a lo costoso esfuerzo que están realizando. Los internaciona-listas no estamos con el golpe ni con los musulmanes. Seguimos apostando a la primavera árabe, a que el vigor de las masas egipcias así como tiró a Mubarak y a Morsi construya en este largo camino la alternativa de poder que la revolución necesita.
“La libertad está en las manos del pueblo”
Larga vida a los millones de egipcios que derrocaron a Mohamed Morsi por su acción valerosa. Ellos han confirmado que la revolución de enero sigue viva y capaz de imponer su voluntad a sus enemigos. (…)
Una vez más, el ejército ha intervenido en la situación política, cometiendo una masacre sangrienta, matando a decenas e hiriendo a cientos de islamistas durante un ataque contra una sentada frente a la sede de la Guardia Republicana. El ejército reprime violenta y ferozmente a los islamistas. A pesar de los crímenes cometidos por los Hermanos Musulmanes, no tenemos ninguna satisfacción con esta masacre. Porque la mano del ejército ha cometido antes la misma acción traidora contra los revolucionarios que lucharon por el triunfo de la revolución desafiando su consejo militar, mientras que la Hermandad Musulmana y sus asociados se unieron con ellos en contra de la revolución. (…)
El objetivo de esta nueva represión bestial no es la protección de los manifestantes o revolucionarios, sino «la protección de las empresas» – como un portavoz militar dijo con franqueza en la rueda de prensa posterior a la masacre. En realidad, los revolucionarios protegerán sus marchas y ocupaciones, y se defenderán de los ataques de la Hermandad en su contra. (…)
La verdadera razón detrás de esta masacre es dar un paso más en el camino hacia la reorganización de la clase dominante y el establecimiento de nuevas figuras decorativas. Ellos buscan consolidar el dominio de los militares, que representa un peligro para la democracia y para la revolución misma en el próximo período. (…)
No podemos perdonar los crímenes de la Hermandad Musulmana, que ha matado manifestantes en Mokattam apenas unos días antes de la caída de Morsi – justificando la matanza con el pretexto de proteger la sede y las oficinas de su guía supremo. No vamos a perdonar a sus ataques contra los manifestantes en la Plaza Tahrir y los continuos ataques a los barrios. (…)
Los líderes de los Hermanos Musulmanes tratan de encender la violencia sectaria para dividir a las masas. Esto se suma a su alianza odiosa y asistencia por parte del gobierno de EE.UU., que es hostil a la revolución de los millones de egipcios. (…)
Frente a los ataques de los Hermanos Musulmanes, no vamos a refugiarnos en otra cosa que nuestra revolución, y vamos a protegerla de cualquier asalto a los millones que han salido a las calles desde el 30 de junio hasta el día de hoy. La gente es capaz de responder a cualquier ataque contra su revolución. Vamos a seguir movilizando a millones a las calles y plazas, para formar nuestros comités populares para defendernos de la coerción de la Hermandad Musulmana. Vamos a proteger nuestra revolución contra las agresiones, frente a cualquier intento de eludir o de encubrir nuestras demandas para el pan, la libertad, la justicia social…
Salvar a Snowden
Varios gobiernos latinoamericanos y organizaciones sociales asumieron sin vacilaciones la defensa de Evo Morales y la soberanía boliviana ante la prepotencia imperial que lo tuvo retenido 14 horas y le impidió sobrevolar los países europeos. Nosotros hacemos parte de ese rechazo imperialista.
Pero lo hacemos sin callar el problema que provocó esa detención; la persecución y el intento de captura a Edward Snowden, ex contratista de los servicios secretos de los EEUU que denunció la más grande maquinaria de espionaje que conoce el mundo sobre países y ciudadanos. Para tener una idea un ínfimo operativo de este aparato consiste en dos millones de escuchas mensuales sobre habitante de su país. Snowden es perseguido por lo que reveló (y lo que tiene que aun por revelar) sobre el aparato más siniestro que la revista alemana Speigel llamó «soft totalitarismo».
Los gobiernos de Bolivia, Ecuador y Nicaragua ya respondieron positivamente al pedido de asilo que hizo Snowden. Argentina no se pronunció y el gobierno de Brasil, a pesar de ser uno de los países mas violado por las escuchas, se lo negó.
La vida de Snowden sigue en peligro, se encuentra en la zona de tránsito del aeropuerto de Moscú y no será fácil hacer efectivo su asilo.
Reproducimos párrafos de la carta que Snowden envió a Rafael Correa.
“El Gobierno de los Estados Unidos de América ha montado el mayor sistema de vigilancia del mundo. Este sistema global afecta a toda vida humana vinculada a la tecnología; grabando, analizando y sometiendo a un juicio secreto a cada miembro del público internacional. Supone una grave violación de nuestros derechos humanos universales cuando un sistema político perpetúa el espionaje automático, generalizado y sin garantías contra personas inocentes.
De acuerdo a esta creencia, revelé este programa a mi país y al mundo. Mientras el público ha expresado apoyo a la luz que he arrojado sobre este sistema secreto de injusticia, el Gobierno de los Estados Unidos de América ha respondido con una cacería extrajudicial que me ha costado mi familia, mi libertad de movimiento, y mi derecho a una vida pacífica, sin miedo a una agresión ilegal.
“Sin importar los días que me resten de vida, me mantendré dedicado a luchar por la justicia en un mundo desigual”.
Pedro Fuentes