El escenario cordobés después de las PASO
Córdoba fue el campo de batalla electoral de los representantes de cuatro gobiernos: el nacional, el provincial, el de la ciudad de Córdoba y el de la ciudad de Buenos Aires.
Si bien el delasotismo ganó la elección, lo hizo perdiendo 20 puntos en relación al 2011, un triunfo desteñido que amenaza con desvanecer sus ansias presidenciales.
La otra pata del bipartidismo provincial, la UCR, ni siquiera consiguió ganar la Capital que gobierna y recogió el castigo por su gestión noventista, de privatizaciones y negociados.
En la tónica de retroceso nacional, Scotto, candidata del kirchnerismo, estuvo muy lejos de los pronósticos optimistas pregonados desde el multimedio K, cosechando sólo un 11%. Y Baldassi, con el 12%, podrá pelear una banca, pero no lograr su principal objetivo: impulsar la devaluada campaña presidencial de Macri.
Lo novedoso de la elección fue la alta votación de la izquierda, llegando en Córdoba, a 7 puntos entre las distintas listas. Esto refleja un hecho positivo y encuentra su origen en el corrimiento de una franja de votantes kirchneristas, ahuyentados por la derechización política y económica del gobierno nacional. Pero ese caudal también fue alimentado por un afluente de votos que en la elección anterior habían votado al juecismo.
Balancear y corregir para retomar el rumbo
El 3,3% obtenido por el Frente Progresista impone la necesidad de una profunda autocrítica y de un debate que permita retomar el cauce que llevó al juecismo a ser el fenómeno político cordobés más genuino surgido del “que se vayan todos” y las asambleas barriales del 2001.
Las conclusiones de nuestro congreso provincial intentan ser un aporte a este debate, que creemos que más temprano que tarde debemos encarar.
Desde el comienzo de la campaña supimos que nuestro caudal electoral seguramente se reduciría, por el hecho de no contar con la candidatura de Luis Juez. Sin embargo, no creemos que el resultado pueda explicarse solamente por esta importante cuestión. Opinamos que intervinieron más factores que debemos analizar, para entender el porqué del resultado electoral y no cometer los mismos errores de cara a octubre y fundamentalmente a 2015.
Al igual que las elecciones de 2009, estas se dieron en el marco de una nueva oleada de la crisis capitalista mundial, oleada que amenaza con ser más larga y profunda que la anterior. Esto pone a prueba a todos los espacios políticos e impone la necesidad de ir por cambios de fondo. No hay lugar para medias tintas, no se puede avanzar sin tomar posiciones claras que vayan en contra de las corporaciones, como Monsanto, Chevron y la Barrick. Ahí está el ejemplo de los gobiernos nacionalistas latinoamericanos que se debilitan y retroceden por no dar pasos de respuesta a la crisis en el sentido de las mayorías, sino en el de las corporaciones.
La disyuntiva frente a la crisis es clara y cada vez deja menos margen. ¿Nos proponemos gobernar para re estatizar los servicios públicos privatizados por el bipartidismo, para echar a las corporaciones como Monsanto que traen muerte y saqueo, para meter presos a los corruptos que se roban la salud y la educación? ¿O para administrar la miseria que trae la crisis? En definitiva, ¿peleamos para que a la crisis la paguen los que la generaron o dejamos que se la sigan cobrando a los trabajadores? Para esto último, ya están De la Sota y Mestre…
Opinamos que el momento político actual demanda posiciones claras y el hecho de que el Frente Progresista no las haya tenido e incluso haya cambiado aspectos de su perfil histórico, jugó decididamente en contra.
Luego de años de levantar una política de enfrentamiento a la vieja política y de dar batalla contra ambas patas del bipartidismo, transcurrieron momentos de la campaña donde importantes candidatos de la lista, reivindicaron la alianza con la UCR operada en otros distritos del país, lamentando no haber podido concretarla en la provincia.
Por todo esto es que estamos convencidos de que la respuesta no puede venir de unirnos con los que generaron la crisis. Y sobre todo no se conseguirá mirando hacia los partidos tradicionales, sino hacia la izquierda social y política y hacia espacios provenientes de diversos sectores, que avancen hacia posiciones claras de defensa de los intereses de las mayorías.
Por otro lado, creemos que la lista presentada no fortaleció la campaña y que desaprovechamos la oportunidad de utilizar las PASO para presentar distintas listas internas, lo cual nos hubiera permitido elegir a los candidatos que mejor reflejaran la ruptura con el bipartidismo, integrar a cada fuerza en relación a su verdadero peso y desarrollar una mejor campaña que entusiasmara a la militancia de todos los espacios.
Los desafíos planteados y una gran oportunidad
En todo el país se expresó el desgaste electoral de los gobiernos, el clima social continúa juntando presión a causa de los golpes de la crisis económica y de los ajustes al bolsillo de los de abajo. La bronca hacia el bipartidismo ajustador es masiva, muchos buscan alternativas de cambio, la oportunidad para lograrlo está más abierta que nunca.
Es necesario que las variantes de la izquierda que han crecido en esta elección se abran y no repitan viejos errores. Y si tienen vocación de poder y no sólo aspiran a lograr bancas en el congreso, abandonen su sectarismo y se abran a trabajar con herramientas amplias como el juecismo, fortaleciendo la pelea contra el PJ y la UCR. Si no construimos una alternativa poderosa para enfrentar a los partidos del sistema, no habrá transformación social, aunque episódicamente pueda haber mejores votaciones.
Desde el MST hace años trabajamos para fortalecer el Frente Cívico y por eso proponemos volver al rumbo original, rumbo que llevó a miles y miles a acompañar el proyecto, con el firme objetivo de cortar con más de 30 años de gobiernos del PJ y la UCR que han vaciado nuestra provincia y han hecho penosa la existencia a cientos de miles de cordobeses.
Desde esta óptica, continuaremos dando la batalla por el cambio político y cultural que hace falta en la izquierda y por lograr construir un proyecto unitario que pueda llevar adelante la necesaria derrota del bipartidismo, paso fundamental en el camino de conquistar nuestros reclamos.