Cuando ya era evidente el fracaso del llamado «blanqueo de capitales», el propio Ricardo Echegaray de la AFIP (y un referente de economía) salió a reconocer que la política de «exteriorización de capitales» había fracasado y que seguramente la presidenta lo anunciaría a través de un decreto. De los 4.000 millones de dólares que el gobierno quería recaudar para las arcas del Banco Central apenas habían conseguido poco más de U$S 370 millones. Ni siquiera el 10%. Si esto no es un rotundo fracaso, ¡¿qué es?!
Pero pocos días después el decreto Presidencial dijo exactamente lo contrario. Se prorroga el blanqueo por 90 días más, pateando la pelota para adelante, pero lo más probable es que no se llegue al objetivo inicial. Por lo tanto, las reservas del BCRA caerán aún más.
Desde estas páginas, apenas se anunció el «blanqueo», insistíamos en que era una política destinada al fracaso. La inmensa evasión fiscal y la fuga de dólares al exterior corresponden al sector de grandes empresarios extranjeros y nacionales. Y no existía ninguna razón para que aquellos que tienen el poder y la logística para sacar sus dólares, los traigan y cambien dólares que cotizan a $ 9,50, por papelitos llamados Cedines que cotizarían a un dólar oficial. El blanqueo era una medida más de las que toma el gobierno nacional. Con mucho discurso, pero ninguna definición de cambio profundo en este modelo que viene garantizando los negocios para las corporaciones. Por eso, más allá de la prórroga, el blanqueo ya fracasó.