Aunque recién están pensando en el regreso «oficial» de Cristina luego del alta neuro-lógica y no hay ningún anuncio económico importante, es claro que el panorama para el 2014 es de ajuste, crisis y posiblemente recesión. Los densos nubarrones en el cielo de la economía del país no pueden ser disueltos por actos, anuncios oficiales ni por las mentirosas cifras del INDEK.
La tensa calma que opera en la economía después de las elecciones del 27 de octubre no puede confundirnos en que los problemas de la economía se acumulan como en una caldera: juntando presión.
El oficialismo está claramente sin rumbo, la segunda línea de Cristina ante su obligado retiro por la cirugía, demostró que no está ni cerca de poder navegar el barco. Sin los discursos en cadena de Cristina, aflora con más fuerza la ineptitud de todos, desde Boudou hasta el invisible Lorenzino.
Se agravan los problemas estructurales del modelo K
Sintéticamente, podríamos enumerar los problemas del modelo K: crecimiento del déficit fiscal, deuda externa, alta inflación, falta de inversión en bienes de producción, fuga de capitales y caída de las reservas. Todos se han agravado en el año 2013 y amenazan con profundizarse aún más en el próximo año. El dibujado presupuesto presentado por el gobierno al Congreso, no puede ocultar esto. Es un presupuesto de ajuste donde la pauta de aumento a los estatales está muy por debajo de la inflación, imagina una inflación anual de 10% y deja ver que gastará más dólares en importar energía y en deuda externa que en salud y educación.
El déficit fiscal sigue creciendo, mientras que el superávit comercial desaparece si uno le resta el pago de los vencimientos de la deuda externa y la importación de energía -que se lleva de 8 a 10 mil millones de dólares-. Si a esto le agregamos el déficit de la balanza comercial del turismo que representa otros U$S 6 mil millones la cosa se complica mucho más.
Aunque estas variables parecieran estar muy lejos de nuestras preocupaciones inmediatas, en realidad no es así, ya que el gobierno seguirá pidiendo dinero al Banco Central y aumentar la emisión monetaria para poder pagar los gastos del Estado (sueldos, proveedores, compromisos financieros en pesos, etc.). Por eso el BCRA bajó sus reservas a menos de U$S 33 mil millones el mes pasado, y la emisión descontrolada hace que las previsiones inflacio-narias suban para el año próximo del 20% a un 25-30%.
A su vez, sigue cayendo la tasa de inversión que ya era menor que la de cualquier país vecino, pero que ahora se ha tornado un elemento crítico. Los grandes capitalistas siguen fugando todas sus ganancias de manera legal o ilegal y el blanqueo vía los Cedines fue otro estrepitoso fracaso de Moreno por más que lo prorroguen todos los meses que quieran. Al no haber inversión extranjera y continuar la fuga de dólares, es claro que se acelerará la pérdida de divisas. Esto explica que los analistas del régimen estén desesperados por el panorama de estanflación (estancamiento con inflación), con un crecimiento menor al 2% anual para el 2014 y una inflación del 30%. Pero además es el propio gobierno con su sed de dólares y medidas restrictivas a la compra de verdes el que anuncia a gritos que se viene una devaluación. La cuenta es clara: si faltan dólares y hay creciente demanda oficial y en negro también todo el mundo sabe que aumentará, por eso el dólar paralelo no baja de 9 o 9,50 y la perspectiva hacia los pró-ximos meses es a mayor suba, acelerando el aumento del dólar oficial.
Como siempre hemos dicho, este aumento del dólar va directamente contra el bolsillo de los trabajadores, porque agrega un elemento fundamental en la espiral inflacionaria, de la cual los más perjudicados somos los trabajadores y el pueblo.
Derrotar este modelo de ajuste, entrega e inflación
No hay salida por los parches del gobierno ni por el ajuste clásico de la oposición tradicional, que hemos vivido muchas veces. Siempre terminamos pagando los platos rotos los sectores populares. Para acabar con esta perversa lógica tenemos que avanzar en medidas de cambio profundo, que arranque por dejar de pagar la deuda externa, recuperar en nuestras manos los recursos energéticos y las privatizadas (el gobierno mismo admite que YPF y Aerolíneas siguen siendo empresas privadas). Con estas dos medidas podríamos en el periodo inmediato ahorrarnos miles de millones de dólares (más de lo que se gasta en salud y educación), con los que se podría encarar un plan de obras públicas, viviendas populares e inversión estratégica en energía, con lo que se generaría trabajo, paliaría el déficit habitacional y achicaríamos el déficit energético.
Para avanzar por este rumbo necesitamos poner en pie una alternativa amplia de izquierda, que se prepare para gobernar y empezar a tomar medidas de fondo en el camino del socialismo.
Gerardo Uceda